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viernes, febrero 23, 2007

El culto de la Diosa

Los pueblos de la cuenca del Mediterráneo adoraban a la Diosa desde la más remota antigüedad, más específicamente, desde la Prehistoria como lo demuestran las llamadas Venus paleolíticas. El culto de la Diosa se relacionaba con la fecundidad, la Vida y los ciclos naturales; era ahistórico, pues las epifanías divinas se habían dado, para usar una expresión cara a Eliade; in illo tempore (en aquellos tiempos) concebidos como radicalmente distintos de los actuales. En los ritos se fomentaban prácticas de carácter orgiástico, entendiendo a la relación sexual como una experiencia mística.
Con el tiempo el desarrollo de una cultura patriarcal (dejo de lado si hubo, hecho improbable pese a Gimbutas, una cultura matriarcal previa) hizo de la pareja de la Diosa, en su origen una figura inferior, un igual y hasta un amo... tendencia que entre los hebreos llevó, en los tiempos inmediatamente posteriores al regreso de Babilonia, a la completa (o casi) eliminación de la misma divinidad femenina (אשרהAsherah, considerada esposa de YHWH) si bien esta persistió tanto en la forma de una diablesa; Lilith como en la de emanación divina; Shekinah para los rabinos, Sofía o Sabiduría entre los judíos helenistas y Ruah, espíritu (género femenino) en el ambiente de los judeo cristianos.
Esta lucha de los hebreos contra la Diosa puede ser interpretada de diferentes maneras, la que más me convence es la que parte del carácter de Revolución social que tuvo la toma de la Tierra Prometida (es decir no hubo una conquista de gentes venidas de fuera, sino una rebelión de campesinos desplazados; los habiru contra los habitantes de las ciudades; los cananeos) y marca la lucha que entabló el yavismo, ideología igualitarista e histórica, contra el culto alienante y ahistórico de Baal y los demás dioses (en un principio tolerados) como parte de un combate ideológico por preservar la "pureza" revolucionaria; al repecto véase Norman K. Gottwald, en su texto Las tribus de Yavé. Una Sociología de la Religión del Israel Liberado, Seminario Teológico Presbiteriano, Bogotá 1989.
El rol de la mujer deja de ser el de una diosa lejana para encarnarse en las "mujeres de Israel" como Débora, Ana o Ester (trasposición histórico mítica de Ishtar) si bien a estas "mujeres fuertes" les falta el componente divino.
Sólo con el cristianismo y la adopción del culto de la Virgen el paradigma femenino de lo "sagrado" natural se reencuentra con el paradigma bíblico de lo "sagrado" histórico; si bien aún mediatizado por la instrumentación masculina que no deja que María sea plenamente mujer al reivindicar, e insitir machaconamente, en su virginidad asexuada. Actualmente, sin embargo, hay una corriente en el catolicismo que recupera el carácter femenino del Espíritu Santo y considera que éste tomó, de algún modo, carne en la persona de María... poniendo a esa tradición, en ese aspecto la más avanzada, a un paso de recuperar, modernamente, la milenaria adoración de la Diosa.

miércoles, febrero 21, 2007

Amanecer


Amanecerá en poco tiempo
me desvela el recuerdo y el mañana
sombras, caricias, anamnesis de horas perdidas
Alguien me espera
Alguien se aleja
Voces susurran mi nombre
en lejanas orillas
en calles solitarias
en el secreto del sueño
y de la noche
Voces, mi nombre:
lo maldicen,
lo bendicen,
lo añoran y lo ignoran.

Amanecerá, falta bien poco,
¿Dónde estás?
Ella, hermosa, se refleja en cada verso.
Más deseable cuanto más me alejo,
más amada cuanto más esquiva.
¡Ah y cómo duele esta soledad electa!
Vivir como si no hubiese un mañana
Vivir como si el pasado no pesase en la espalda
Esperar, llenando horas de inútil sinonimia
Dejar que todo siga el curso impredecible

Amanecerá en poco tiempo;
es la mágica hora más profunda de la noche
solos yo y mi alma,
silencio estridente,
oscuridad preñada
de luz en su horizonte.

Amanecerá,
es la última hora antes del alba
la de la más intensa oscuridad.
Nada se pide,
nada se anhela,
nada se cuestiona,
y el tiempo dilantando su presencia
hasta hacerse nada.
Nada,
ya no hay nada,
nunca
jamás
nada.

Amanecerá,
huelo el aroma del sol recién nacido.
Todo puede ser
todo será aceptado
vivido y comulgado
por un pecho ávido,
por un labio sediento,
por un corazón fatigado.

No despediré aún a la noche
ni le diré no llegues al nuevo día
No aceptaré la nada mansamente
ni me entregaré al deseo no querido.

Esbozo personal para entender la violencia política en Argentina

Primera parte
Todo comenzó, es un decir, nunca los sucesos históricos tienen un comienzo justo y acotado, el 16 de junio de 1955.
Ese día "los mierda de los aviadores" (como los calificara el Che, pese a su antiperonismo) de la Armada bombardean la Plaza de Mayo; era su manera de jaquear al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.
Mucho habría para hablar de este hombre que, junto a su esposa Evita, partió las aguas de la historia argentina, no es este el lugar, baste decir que se lo amaba o se lo odiaba, nadie era indiferente. Lo amaban los obreros, los morochos de las entonces incipientes barriadas suburbanas, las "sirvientitas", los cantores de tango, los peones de campo y los que no eran tenidos en cuenta por la sociedad. Lo odiaban los oligarcas, los hijos e hijas de las familias que habían gobernado el país desde 1880 y aún antes, los intelectuales, los universitarios, los estetas y los empleados de cuello blanco, pequeño burgueses siempre temerosos de caer al nivel de los trabajadores comunes y corrientes, los comerciantes, los curas (que lo habían apoyado no mucho tiempo antes) y los milicos.
Lo amaban también, todo hay que decirlo, los adulones, los que medraban con el régimen peronista y sus veleidades autoritarias, los burócratas (bueno ellos no creo que lo amasen, simplemente lo aprovechaban) y esa corte que se forma en torno de las personas poderosas.
Lo odiaban, sin duda con mejores razones, los antiguos líderes sindicales (socialista y comunistas) desplazados frente a la dirigencia cooptada, los que no se resignaban a ver perpetuarse a una sola persona en el poder, los que entendían que el disenso es fundamental en una democracia, los torturados por el régimen.
Pero sobre todo lo amaba el pueblo argentino.
Pero sobre todo lo odiaba el Imperio del norte.
Hoy que han pasado tantos años nos resulta inexplicable; le inventamos nombres; populismo, bonapartismo, neo fascismo, socialismo nacional. Nombres que nos consuelan de nuestra imposibilidad de asir ese fenómeno histórico tan argentino como singular.
No nos vayamos por las ramas.
Lo cierto es que ese día había personas en la Plaza de Mayo, lo cierto es que ese día se disparó a mansalva contra pacíficos ciudadanos, lo cierto es que con esos trescientos muertos comenzaba una historia de venganzas y proscripciones que duraría largo tiempo. Mi abuelo paterno, por cierto antiperonista a muerte, estaba allí y tuvo que correr a refugiarse en el subte.
En septiembre la sublevación cívico militar, con el apoyo y la bendición (¡cómo no!) de la Santa Iglesia, con el aval de Washington y Moscú, triunfó.
El triunfo fue sobre la inmensa mayoría del pueblo argentino, que era peronista, y la represión afectó a todo cuanto fuera peronista... por lo tanto afectó a la inmensa mayoría del pueblo argentino.
En 1956 un grupo de militares leales al gobierno depuesto (gobierno constitucional, recordemos) enfrentó al gobierno de facto del General Aramburu y del Almirante Rojas. Fueron ferozmente reducidos y fusilados sin juicio previo, asesinados a mansalva en lo que el escritor Rodolfo Walsh llamaría: Operación Masacre.
Empezó entonces la Resistencia Peronista. Mi abuela, materna esta vez y furibunda peronista hija de yrigoyenistas y sin duda descendiente de federales, guardaba (y yo lo heredé de ella) uno de los documentos fundacionales de este movimiento clandestino.
Con Perón en el exilio, los militares en el poder y los canales democráticos clausurados nacía una nueva generación que no podía hacer oír su voz de otra manera que no fuese con la rebelión. Las conquistas sociales fueron suprimidas o reducidas, el movimiento obrero desmantelado, el control ideológico prohibía hasta nombrar, incluso hasta aludir elípticamente, al "régimen depuesto". La "cosa" comenzaba a caldearse; algunos empezaban a hablar de revolución social, la retórica de conciliación de clases que caracterizaba al peronismo iba dejando paso a otra de confrontación; viejos lemas se recuperaban: "patria sí, colonia no", "liberación o dependencia", "independencia económica", "justicia social"...
Y en eso, como un rayo en el cielo de verano, estalla la Revolución Cubana.
Ya nada sería igual en América.

sábado, febrero 17, 2007

La búsqueda de Cuba

Dicen los rabinos, y confirman los musulmanes, que aquel que pronuncia una buena palabra es como si salvase todo un mundo...
Siempre creí firmemente en ello; por eso no escribo hoy en este blog, sino que tomo un texto de Osvaldo Bayer en el Página de este sábado para compartir con ustedes. Y, puedo asegurar, que comparto todas y cada una de las palabras de este compatiota del cual me siento orgulloso...

Por Osvaldo Bayer
Desde La Habana

Feria del Libro. La buena palabra, la generosa. Esta vez me tocó verla en La Habana. Nunca vi una cosa así. Miles y miles, la mitad niños. Niños y libros. Algo hay. Todos los niños con un libro o varios o muchos bajo el brazo. Increíble. Libros gratis o también en venta. Pero por monedas. Todas las aventuras del mundo. Los corsarios, los libertadores, los animales de la selva, los magos y las hadas.

Voy con una colega que ve a un niño de nueve años con un libro grande: Cien horas con Fidel, de Ignacio Ramonet. Mi colega le pregunta al niño: “¿Así que te interesa Fidel?”. Y el niño, con toda seriedad, le responde: “No, a mí lo que me interesa es la política”, y se aleja con paso seguro.

Cuatro conferencias por hora, en diversas salas, todas con nombres de poetas y pensadores. En la sala Guillén se trata el tema “Rodolfo Walsh en Cuba”. Hablan Lilia Ferreyra, su compañera; Miguel Bonasso y Jorge Timossi. Me acuerdo de aquel 1960 cuando visité a Rodolfo en su departamento de La Habana y conversamos de todo, porque a él le interesaba saber de todo, hasta el descifrar claves. Y yo le llevé los telegramas del Ministerio del Interior de Yrigoyen, de 1921, en el que se dan instrucciones al gobernador de Santa Cruz durante las huelgas patagónicas. El descifró todo de corrido. Un experto, Rodolfo.

Salgo de la sala Guillén con la cabeza llena de figuras y recuerdos. Encuentro poetas y ensayistas de toda América latina. Algunos viejos como yo, y entonces hay largo para conversar. Mientras tanto vamos por los jardines, todo verde, como toda Cuba. Ya es mediodía y las familias con niños por todos lados se sientan en el verde y sacan los paquetes para comer al mediodía, como los picnics que se hacían en la Buenos Aires de los años ’30. Vengo de Alemania, donde no hay niños; y menos en Italia y en España. No hay más niños, señores y señoras. Vengo de Buenos Aires, donde los niños están ante pantallas con los ojos fijos. Aquí, en La Habana, corretean y juegan como cuando yo era chico. ¿Viven retrasados? A veces el retraso es más que beneficioso. Aquí está todo: Salgari, Dumas, Julio Verne. Hay chicos tirados en el pasto leyendo. Se han comprado toda la colección por dos pesos.

A la noche, en la plaza Antiimperialista está el rock revolucionario. Con argentinos: los Vitale, el Palo, Horacio Fontova, Lizarazu, Juan Carlos Baglietto, Daniel Lebon, Fandermole, Abonizio y podría seguir con esos nombres que dicen tanto a la juventud. Miles los aplauden, al aire libre, en la isla. Y bajo la lluvia. La alegría, los sonidos. La música.

Quiero recorrer el prado de la feria para poder recapacitar. Esa pequeña isla, desde hace 48 años. Con el monstruo del Norte que la acorrala y le cierra los caminos. ¿Cómo ha hecho para resistir? Algo hay adentro. Un pueblo del Caribe al que le gusta bailar y moverse, hace 48 años que resiste al máximo poder que tira bombas cuando algo no le gusta. Y están allí, surgidos de un grupo de muchachos barbudos que llegaron en una lancha para bajar luego de las sierras. Hay algo. Claro, fácil es criticar. Falta esto, aquello. Carencias, limitaciones. Pero aguantan. Sin el Ford Sierra ni el Peugeot langostino.

En ómnibus y camiones, todos apretujados. Del prostíbulo de América a esto: el país con la Feria del Libro más grande del mundo. Y con niños. Lo repito porque me subyugan los niños, y aquí hay más del color del bronce que blanquitos. Ojos grandes, piernas ligeras.

¿Cómo han hecho? Una isla sin industrias y sin riquezas naturales. La palmera y el laurel con sus infinitas ramas-raíces. ¿Cómo han hecho? Claro, es fácil criticar si queremos criticar. Pero, vuelvo a repetir, ¿se puede criticar a un pueblo que tiene a pocos kilómetros de sus costas al poder amenazante más grande de la Tierra, que trata de ahogarlo por todos los medios? Jamás he criticado a la Revolución Cubana y sólo iré a escribir la palabra Libertad con mayúscula a ese socialismo cuando los dueños del mundo comprendan que la única actitud que se debe tener con los pueblos es la paz, la comprensión de su diversidad y, cuando se es poderoso, ayudar, ayudar, y no atacar o limitar.

Pienso que si todos los pueblos del mundo hubieran ayudado a ese experimento cubano hoy tendríamos un ejemplo a seguir. Conseguir la paz, terminar con el poder, repartir para ver rostros con alegría y con ganas de la palabra solidaridad. Solidaridad por todo lo que el ser humano debe padecer cuando llega al mundo: enfermedades, la muerte en accidentes, la incomprensión dentro mismo de las relaciones familiares. Eso es lo que hay que estudiar, dedicarse a ello y no a la agresión por el poder sobre la tierra.

Vi otro ejemplo en Cuba: la medicina. Lo que se llama la prevención médica que se les dedica a los niños. Allí está la raíz de la salud para el futuro. El secreto del éxito de la medicina cubana es la prevención. No actuar recién ante la enfermedad, sino seguir al ser humano en plazos determinados para observarlo a través del tiempo. Principalmente al futuro, los niños. ¿Qué podemos criticar nosotros los argentinos de Cuba? Si hasta con nuestros hospitales se hacen negociados.

Y otra es la escuela. Cero de ignorancia. Comparado con las demás islas del Caribe y con los países de Sudamérica, Cuba da el ejemplo: todos saben leer y escribir. Y es un valor indiscutible para formar la personalidad. La ignorancia es el camino a la explotación del ser humano. También aquí los argentinos tendríamos que callarnos la boca ante este país. Después de que en Salta el gobernador Romero hizo correr a palazos, gomazos y balazos de goma a nuestros queridos docentes norteños.

Pero volvamos a la Feria del Libro de La Habana. Me gustó la forma en que mi país contribuyó al enriquecimiento del valor de esta feria. Fueron repartidas decenas de publicaciones con cuentos, poesías y ensayos de autores de mi país. Esa es la mejor manera de hacer conocer nuestra literatura y nuestra ensayística. Pero tal vez lo que más me agradó fue un catálogo realizado por la Secretaría de Cultura de Buenos Aires sobre las editoriales pequeñas argentinas. Interesante saber la obra de esas editoriales que inician a los escritores jóvenes o difíciles sin cobrarles la edición.

También se repartieron en La Habana, en edición de la Biblioteca Nacional argentina, cuadernos de antología de la narrativa, poesía, cuentos, poemas, y letras de canciones, tango, folklore y rock. Se daban gratuitamente a los visitantes cubanos. La mejor manera de conocernos mutuamente. O, por ejemplo, se repartió una hermosa tarjeta con el retrato de nuestro querido y genial Roberto Arlt y su biografía, también llevada a cabo por nuestra Biblioteca Nacional.

Cuba es una isla en todo. También en su crecimiento y en su búsqueda. Hay que ayudarla a que realice sus proyectos y sus sueños. Por lo menos, dejándola que los desarrolle. Hasta que logre sus fines de felicidad caribeña, con sus sones, sus movimientos, tal cual los describe su literatura o su poesía. Hoy, más que nunca, América latina tiene que volver a leer a José Martí, el demócrata por excelencia.

Cuba, un país con búsqueda, dejémosla y apoyémosla para que encuentre la paz eterna en ese verde eterno.

miércoles, febrero 14, 2007

De duelos, muertes, terapias y resurrecciones

Me dice una muy buena amiga: estás triste, lo noto en tu blog...
¿Qué puedo responderte, mi estimada Laura?. Lo estoy.
El blog lo trasunta, el diálogo lo evidencia, la rutina lo confirma.
Estoy triste.
Cuando no lo estoy me dejo llevar por esa vieja y pecadora amante que aún no puedo abandonar: la ira.
Ah, la Ira. El pecado capital que, según Dante, se castiga en el Infierno dentro de un círculo rodeado por un río de sangre.
La ira y la tristeza; dos caras de una misma medalla.
Es que estoy de duelo ¿no lo sabían?

Mi psicoterapeuta (¡caramba con la boquita!) habla mucho de duelo. Mis amigos también. Una persona que estoy empezando a amar suele mencionarlo a menudo.
Ellas - ellos lo hablan, yo lo vivo.
Lo cual es justo, antes ellos - ellas lo vivían y yo lo hablaba.
No voy a abordar el duelo desde la psicología, mucho menos desde el (antes se decía la) psicoanálisis. Me faltan elementos y no es de mi agrado bardear, al menos no en estos temas y en público.
Hablaré de mi duelo, entonces.

Hace un mes, poco más o menos, me separé.
Veinte años juntos, diecisiete de matrimonio, una hija bellísima, un hijo maravilloso, una casa pequeña, mucha gente que nos quería (y aún nos quiere). Todo eso terminó.
A veces pienso que yo lo maté.
A veces me siento un asesino de esa vida que, ahora, se me antoja beatísima... aun cuando no lo era.
Son los momentos de tristeza, los momentos de culpa, los momentos de infructuoso arrepentimiento.
A veces creo, quiero creer, que fue mi esposa (me resisto al ex) quien puso el punto final.
A veces me siento una víctima despojada de todo aquello que tuvo en virtud de una sentencia tan inapelable como injusta.
Son los instantes de ira, de intratable ira, merecedora de todos los tormentos que pudo inventar Dante en su círculo sangriento.
Son los momentos en que, ciego, agredo cuanto está en mi camino. Nada me importa, nada tiene sentido. Sólo respiro venganza.
Es el primer escalón del duelo.
Baja, mis amigos, desciende, mis compañeras, muy profundo, muy, pero muy dentro de los peores lugares del alma.
Ira y tristeza.
Angustia y depresión.
Necesitás hablar, entonces, necesitás hablar en un incesante monólogo pues la más tímida objeción, la más pequeña opinión puede desatar el infierno del enojo o el chato paisaje de la pena.
A menos, claro, que cuentes con una psicoterapeuta como Alejandra... sabe escuchar, sabe callar y sabe decir la palabra justa para que te interpeles.
Se da el caso que, por motivos que no mencionaré aquí, ella ha debido retirarse del consultorio por un periodo más o menos largo.
No tengo, pues, con quien hablar.
La otra tarde hablé en sueños.
O sino escribo este blog.
O me dejo arrastrar por esa amante pintarrajeada y falsa llamada Ira.
O caigo en los pantanos cenagosos de la tristeza.
El duelo es arduo, gentil lector y amable lectora, pero puedo asegurar una cosa: se sale de él.
Aún ahora cuando el duelo involucra hasta la muerte del Gustavo que conocieron estos cuarenta y tantos años.
También hoy, pese a la ausencia de terapia y a la ubicua presencia de una ciudad que me recuerda mis viejos días más de lo que puedo soportar.
Sobre todo en este día, de los enamorados, cuando busco con desesperación la resurrección de mis adormecidos sentimientos.

Subo de regreso la escalera de la cripta.
Allí te quedarás, duelo, hasta que seas convocado nuevamente para, con tu triste ayuda, purificar mi alma de los terrores de la soledad, el cambio y la ineluctable necesidad; divina Ἀνάγκη, surgida de la nada, hermana y esposa de Χρόνος, el Tiempo que todo lo cura, "asigún" dicen por ahí.
Te he encerrado bajo siete llaves, falsa amiga Ira, sólo de cuando en cuando tendrás algún poder sobre mí y aún entonces será sólo por un breve instante.
Te he sepultado aún más abajo, insidiosa Pena, no te abrigaré más (fementida paloma herida) en el hueco de mi pecho donde demasiadas veces hincaste tu pico brutal.

Dejo detrás mío el sudario.
Me despojo de los miedos.
Me sumerjo en el futuro.

No sé lo que hay del otro lado.
Ella me espera, hermosa, en esta noche.
No sé si será así o de otro modo.
Sé que no repetiré la historia, sé que no reforzaré la rueda kármica, sé que nada sé de cierto.

Estaba triste, querida amiga Laura, no te diré que no lo estoy, pero una leve sonrisa asoma a mi rostro... mañana, seguramente mañana, será mejor.

martes, febrero 13, 2007

Si quieres, responde

¿Desea Dios prevenir el mal, pero no es capaz?
Entonces es impotente.
¿Es capaz, pero no lo desea?
Entonces es malévolo.
¿Es capaz y lo desea?
Entonces; ¿de dónde viene el mal?
¿No es capaz, ni lo desea?
Entonces; ¿por qué llamarlo Dios?

Epicuro

A LA MUJER QUE AMARÉ

Me lo enviaron por correo y me sentí identificado. No sólo es la mujer que quiero amar, sino la que compartió conmigo veinte años maravillosos... y aunque ahora estemos separados sigue siendo esa Mujer que alguna vez prometió conmigo:

"En la calle codo a codo

somos mucho más que dos"


A LA MUJER QUE AMARÉ

Quiero amar a una mujer

que quiera una mejor sociedad.

Que cuando hable se dirija a los que nada saben.

Que se atreva a cantarle a los sordos.

Que busquen convencer a los tercos.

Y que todos ciegos del mundo la vean pasar.

Que su máxima sea:

Que la verdad reine en este mundo de mentiras.

Que el amor sea colectivo, mas ya no

propiedad privada de dos socios

En serio, quiero amar a una mujer

que se divierta así:

Si baila que lo haga

en el pasacalle de los niños libres.

Si salta que lo haga

sobre las barreras de la opresión.

Si corre que lo haga

hacia la meta de la ciencia.

Y cuando ría lo haga

en pos de la felicidad de los demás.

Aquella mujer que yo quiero amar

debe temblar cuando alguien tenga frío.

Llorar cuando alguien es golpeado.

Quiero que sangre cuando torturen

la conciencia de los hombres.

Y desfallezca buscando

que esto nunca más ocurra.

Deseo una mujer:

Que limpie la mente de los alienados.

Que lave el corazón de los malvados.

Que en la cocina preparé un mundo mejor.

Y de los niños haga hombres de verdad.

Una mujer:

Que no dude en curar el cáncer social.

Que no retroceda ante el incendio coyuntural.

Que no desespere ante el terremoto de la indiferencia.

Que no diga no, cuando la gente diga sí.

Que no diga sí, cuando la gente diga no.

Quiero que la mujer que ame:

Me ame porque amo lo que ella ama,

un mundo mejor.

Me busque porque busco lo que ella busca,

un mundo mejor.

Me sueñe porque sueño lo que ella sueña,

un mundo mejor.

Por eso mujer ama, busca, sueña.

un mundo mejor,

que yo estaré contigo.

Autor: Jorge Amv

Suscribe: Gustavo R. Bessolo


viernes, febrero 09, 2007

300, sólo 300

Miro el trailer de la nueva película sobre las Termópilas.
300, basada en la novela gráfica de F. Miller la cual, por supuesto, se inspira en la épica hazaña de los espartanos que defendieron el paso contra el invasor persa.
La melodía es pregnante, casi me hace olvidar aquella otra de mi infancia. The 300 spartans}, se llamaba (con diferentes títulos, más o menos felices, en sus versiones castellanas)... joyita del cine de la Guerra Fría que, sin embargo, no deja de poder disfrutarse con placer, nostágico por cierto, pero placer al fin.
Esta nueva versión a juzgar por el trailer peca de ampulosa y, si cabe, excesivamente épica. Imágenes que remiten a las escenas de la Batalla de Dagorlad en El Señor de los Anillos o a los momentos más oscuros de Alejandro Magno, de Scott.
No es ésta, con todo, una crónica de cine.
Quiero evocar aquella batalla legendaria menos desde la erudición que del sentimiento.
Imaginemos por un instante el escenario que nos presenta Heródoto: el fabuloso ejército persa, cuyos efectivos se cuentan por millones (en realidad eran menos de cien mil) arrasando a su paso el continente griego, secando los ríos al beber en ellos, acabando con las cosechas, tendiendo puentes sobre el mar o abriendo canales en el itsmo del Athos. El poder en grado máximo. El poder absoluto, también. El monarca persa es un autócrata, su palabra es ley, guiado por la divinidad resulta el exponente máximo del despotismo de base religiosa.
Del otro lado las ciudades griegas; las polis. Autónomas, egoístas a veces, enzarzadas en estériles luchas entre sí y, pese a ello, libres, buscando la igualdad a tientas, sin respuestas plenas, pero convencidas de que el futuro no pasa por someterse a la autoridad de derecho divino. Las polis griegas son isonómicas, hay leyes que regulan la vida de los ciudadanos, la ley es la palabra y los dioses son sólo invitados a la mesa de los ciudadanos.
No importa, ahora no importa, que el cuadro aparezca sesgado... estamos ante un página fundamental de la historia de Occidente y, otro día volveremos sobre ello, nosotros, aquí, en América Latina somos Occidente; más aún somos el Extremo Occidente.
La lucha de los libres contra los opresores; he aquí el tema que, puede ser provocará sonrisas en más de uno. La resistencia contra el invasor en nombre de principios que superan la mera lealtad a los hogares y los altares; los griegos no se someten al Medo, no le dan "la tierra y el agua" que exige el Gran Rey esencialmente porque no conciben la vida sino como libertad.
Y el Persa invade.
Arrasa.
Devasta.
Aniquila.
En las Termópilas un pequeño ejército (en rigor eran más de trescientos, pero éste es el número de los que resistieron hasta el final) intenta cerrar el paso a la desmesurada avenida que el Asia ha derramado sobre la Hélade. Por un instante lo logran; los ejércitos de Jerjes se estrellan contra los hoplitas peloponenses estratégicamente ubicados en el estrecho pasaje de "Las Puertas Calientes" (Thermo pylai) hasta que la traición, ese mal endémico de los pueblos libres, revela el secreto del monte Callidromo, la senda secreta y la derrota de Leónidas y los suyos que, siguiendo la ley, se rehúsan a abandonar el puesto que han jurado defender.
Aún veo las imágenes que Rudolph Maté evocó en su película de 1962, irrevocablemente ligada a las tardes de verano de mi infancia, aún escucho la maravillosa música de Manos Hadjidakis

Fue una derrota; los persas finalmente pasaron, pero sólo para ser vencidos en Salamina y en Platea, para ser el factor de discordia, y el enemigo necesario, entre las díscolas polis y, finalmente, para caer bajo el empuje de los macedonios casi dos siglos después.

Fue una victoria; los espartanos cayeron dejando tras de sí su leyenda y su mito. Fueron crueles y egoístas, fueron también tontos, pues no podían dejar de pensar como soldados, pero gracias a las Termópilas fueron una inspiración para el naciente Occidente.

300

... cuando veas esta película recuerda... buena parte de tu existencia, lo que eres, lo que anhelas y lo que te empuja hacia la libertad se jugó en este desfiladero de aguas termales y en el filo de las espadas de esos 300 espartanos.


El número de la Bestia

Buen tema para películas de clase B, sermones conminatorios o la estrategia conservadora de la Casa Blanca, el número de la Bestia: Seiscientos sesenta y seis, es uno de los mitos más perdurables de Occidente.

Estamos acostumbrados a creer que los mitos son “de los otros”, pero no es así. El cristianismo tiene sus propios mitos, lo cual no implica un juicio de valor si entendemos por mito un relato que buscar explicar o explicitar la realidad. El 666, el número de la Bestia, el símbolo aritmético del Mal, es uno de ellos.

Aparece en el Apocalipsis (Revelación) y, en la mayor parte de los manuscritos, como 666 (no triple seis, ¡por favor!) aunque algunos ponen 616 y otros 665.

El texto de marras es el siguiente:

Apocalipsis 13:18:

En la versión griega según el texto crítico de Westcott-Hort (1881)

ωδε η σοφια εστιν ο εχων νουν ψηφισατω τον αριθμον του θηριου αριθμος γαρ ανθρωπου εστιν και ο αριθμος αυτου εξακοσιοι εξηκοντα εξ

En castellano según el Libro del Pueblo de Dios (1993)

Para esto se precisa sutileza. El que tenga inteligencia calcule la cifra de la Bestia, porque es una cifra humana seiscientos sesenta y seis.

Es de notar que en el manuscrito más antiguo que poseemos del Apocalipsis (papiro de Oxyrhynchus LVI 4499, siglo IV) el número es 616, escrito con numerales así: χιϛ; lo cual puede ser un error de escriba o una clave diferente para la misma persona. Ya volveré sobre ello.

Así que, como el mismo Juan nos lo pide, seamos lo suficientemente sutiles para intentar decodificar esta cifra.

Lo primero que debemos recordar es que toda esta literatura funciona por medio de alusiones, referencias cruzadas (un poco al estilo de los hipertextos de Internet, con múltiples links) y expresiones enigmáticas. Esto tiene un fuerte anclaje en las características de la cultura antigua, donde, no olvidemos, la alfabetización rondaba apenas el 10% (con mucha suerte), la escritura seguía siendo algo un poco misterioso y gustaban enormemente los juegos de palabras, los acertijos y las insinuaciones veladas. También debemos tener presente el carácter clandestino de la literatura apocalíptica, carácter que se expresaba tanto en el profuso uso de símbolos que sólo unos pocos podían conocer, como en la aparente transparencia de las visiones destinada a disuadir a los “de fuera”. En último lugar aparece el clásico carácter de la escritura profética; confusa, de amplias posibilidades interpretativas, abierta…

La referencia interna.

Si buscamos con cuidado el en llamado Antiguo Testamento, podemos hallar una primera versión del número. Se trata del Libro Primero de los Reyes (10: 14) donde leemos (versión Reina Valera) El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro

Parece una cita que nada nos dice, sin embargo algunos estudiosos, mayormente en la corriente de la Teología de la Liberación, ven en la cita de Apocalipsis una alusión a este texto, remarcando que tanto Salomón como La Bestia representan a los poderes opresivos que se oponen al proyecto profético del Reino de Dios. Guardémonos de pensar en ésta como en una consideración poco plausible, el modo de insinuar cosas a través de textos cruzados es muy común en la primitiva literatura cristiana y nada se opone a que uno de los sentidos de la referencia apocalíptica se refiera a la identidad entre el gobernante enemigo de Dios y el rey Salomón, quien desvió su corazón hacia las riquezas…

Seguimos, con todo, sin saber a quien se refiere el número; sólo intuimos que es un personaje poderoso, un gobernante ligado a una tradición de pompa y poderío político que los profetas de Israel, como su sucesor cristiano Juan, criticaron profundamente.

Accesoriamente, y ahora sí no se me ocurre ninguna conexión, seiscientos sesenta y seis es también el número de descendientes de Adonicam que regresaron (según Esdras 2.13) de Babilonia.

Las interpretaciones a través del tiempo.

Muchas han sido a lo largo de la historia las inteligencias (y no tanto) que se devanaron los sesos tratando de entender la misteriosa cifra. El desafío de Juan era claro “quien posea inteligencia” o bien “aquí se precisa sutileza”, apelaba directamente a la sagacidad, supuesta, de los intérpretes. Mucha tinta consumió el estudio del Apocalipsis, mucha más; el número de la Bestia.

Ireneo de Lyón, por ejemplo, quien vivió en el siglo II, sugirió que el guarismo en cuestión aludía a la suma de todas las traiciones a Dios cometidas durante los, créia él, seis mil años de historia humana. En cuanto al nombre en sí se arriesgaba por un par de interpretaciones; Evanthas, por un lado, palabra que no le decía nada pese a representar la suma requerida, y Titán, al cual relacionaba con el culto solar entonces en su primera expansión. Habrían de pasar aún un par de siglos para que el mismo Sol fuese asimilado a Jesús, el dios que Ireneo adoraba. En un párrafo final establecía, en medio de consideraciones morales, que el Espíritu Santo no deseaba que se revelase el verdadero nombre del Anticristo.

En otro contexto histórico, el siglo IV, Victorino, obispo de Pettau, en el Danubio, ve un nombre germánico en la Bestia: Genserico, que interpreta como γ tres + ε cinco + ν cincuenta + σ doscientos + η ocho + ρ cien + ι diez + κ veinte + ο setenta +ς, de nuevo, dos cientos; todo lo cual, nos dice, suma 666. Ahora bien, Genserico fue también el nombre de un rey vándalo que, más de un siglo y medio después de Victorino, saqueó Roma (año 455) de manera que, por una vez, hubo una profecía medianamente certera (ignoro si el texto no fue interpolado, pero mi edición no lo menciona al menos).

Álgebras como estas hubo muchas, pero, para no fatigar al amable lector o la gentil lectora (si los hubiese) me limitaré a citar sólo a unos pocos.

El simpatico escritor Robert Graves no pudo sustraerse a esta inocente manía y se decanto por un personaje contemporáneo de Juan; el emperador Domiciano, mediante el uso de numerales romanos. Así DCLXVI sería una abreviatura de Domitianvs Cæsar Legatos Xti Violenter Interfecit (donde Xti es una curiosa abreviatura, a su vez, de Cristo) es decir: El César Domiciano asesinó violentamente a los enviados, o apóstoles, de Cristo. ¡Una preciosura las elucubraciones de Graves, aún cuando sean improbables!

Otros, quizás más audaces en sus yerros, se inclinan por trasponer la palabra griega “humano”, ανθρωπος, al Hebreo y, leyéndola con la gematría de esta lengua, obtienen el número buscado. Es decir que la Bestia no es sino el Ser Humano… ¡Notable!

Me gusta más, con todo, el bello simbolismo de la Iglesia Oriental que considera al chi χ como representación de Cristo (Χριστός) a la sigma final ς como imagen del ser humano, dado que la sigma vale seis y Adán fue creado en el sexto día mientras que el xi ξ del medio sería imagen de la serpiente, ubicada entre el humano yu su Creador… esta mística es reconfortante en medio de tanta aritmética absurda.

Uno de los protagonistas de La Guerra y la Paz de Tolstoi, por el contrario, cree hallar al Anticristo tanto en el nombre del emperador Napoleón, como en sí mismo. En efecto, Pierre Bezukhov se cree predestinado por esta igualdad a ser el asesino del invasor francés. Claro que para lograr tal cosa debe alterar su propio nombre; maniobra común a los calculadores de este tipo de misterios.

Cuando era pibe, allá por los ochenta, conocí a una pareja de simpáticos Adventistas del Séptimo Día; Claudio y May se llaman (supongo que todavía viven, si bien contrajeron nupcias para aguardar juntos el Reino Milenario) que sostenían, en voz baja para evitar la ira de mi madre, que el número de la Bestia no era sino un anagrama del Papa. En efecto, según informaba un folleto ilustrado, el Sumo Pontífice usa el título de Vicarivs Filii Dei; es decir, siempre según el opúsculo: Vicario del Hijo de Dios; ahora bien si tomamos sólo las letras romanas que se usan como numerales VICarIVsfILIIDeI nos quedamos con VICIVILIIDI, esto es, sumando miembro a miembro 5+1+100+1+5+1+50+1+1+500+1= 666.

Voilá!, el Papa (vamos, ¿quien no desconfía de ese tipo que se encierra en el Vaticano rodeado de maravillas artísticas invaluables y con manuscritos que, como diría Dan Brown, son recónditamente secretos y potencialmente destructivos?) no es otro que el archienemigo de Jesucristo. Hay un par de problemas, claro.

Mis amigos, así como el autor del folleto, ignoraban que Vicario del Hijo de Dios nunca fue un título papal (si bien aparece en la apócrifa donación de Constantino como epíteto de San Pedro) así como que el Apocalipsis no empela los numerales romanos ya que las comunidades cristianas de la época, incluso la romana hasta el siglo III, eran grecohablantes.

No seguiremos por este camino. Nos olvidaremos de las alegaciones de los Testigos de Jehová según las cuales 666 representa la imperfección de este inicuo sistema de cosas, o las sugerencias políticas que buscaban en Ronald Wilson Reagan (con seis letras en cada nombre) al enviado del Averno… pese a que el mismo Reagan, vaya a saber por qué, hizo cambiar el número de su casa en California que, ¡sí, era 666! a un más inocuo 668.

Tampoco consideraremos que dicho número, que les será tatuado a todos los apóstatas durante el gobierno del Hijo de Perdición, sea un moderno código de barras, un microchip implantado bajo la piel o una críptica indicación de la Word Wide Web (www) dado que, dicen, en hebreo 6-6-6 equivale a las letras Waw – Waw –Waw

Bajemos a la Tierra.

Fue mi admirado Friederich Engels, por lo que sé, uno de los priemeros en valerse de un sencillo análisis histórico para resolver el problema.

Se encuentra en “El Libro de la Revelación”, publicado en 1883, (pueden leerlo on line aquí: http://www.marxists.org/archive/marx/works/subject/religion/book-revelations.htm ) y consiste en aplicar las leyes de la gematría hebrea más básica al nombre de uno de los emperadores romanos que son aludidos en el libro; me refiero, obviamente a Nerón, al final de cuyo reinado, más que en el de Domiciano, creemos algunos que fue redactada esta parte del Apocalipsis.

Sabemos que cada letra del alefato hebreo posee, siguiendo el orden tradicional de recitación, un valor numérico determinado.

Este cuadro los sintetiza claramente:

Símbolo

Nombre

Valor numérico

א

Álef

1

ב

Bet/Vet

2

ג

Guímel

3

ד

Dálet

4

ה

He

5

ו

Waw

6

ז

Zayin

7

ח

Jet

8

ט

Tet

9

י

Yod

10

ך כ

Kaf/Jaf

20

ל

Lámed

30

ם מ

Mem

40

ן נ

Nun

50

ס

Sámaj

60

ע

Ayin

70

ף פ

Pe/Fe

80

ץ צ

Tsade

90

ק

Qof

100

ר

Resh

200

ש

Shin/Sin

300

ת

Tav

400

Ahora bien, el nombre del emperador en cuestión era Nero Clavdivs Cæsar Avgvstvs Germanicvs, lo cual era abreviado comúnmente en griego como Neron Kesar = Nerón Kesar; se escribía en hebreo de esta manera: רסק ן ורנ (ojo, ¡leé de derecha a izquierda!) es decir Nun Waw Resh Nun (NWRN, recuérdese que el hebreo no emplea vocales) Kof Sámaj Resh (KSR) lo cual se pronunciaría algo así como Nerón Kaiser (sic)

Si tomamos estas letras encontramos la siguiente equivalencia: Nun = 50, Resh = 200, Waw = 6, Kof= 100 y Sámaj = 60

Y la ecuación resultante nos daría:

50 + 200 + 6 + 50 + 100 + 60 + 200 = 666

Incluso si pretendemos utilizar el nombre latino Nero Cæsar y lo transliteramos al hebreo como רסק ורנ NWR KSR; la operación resulta la misma menos la letra nun final, es decir 666 – 50 =616, que es el número alternativo que aparece en algunos manuscritos del Apocalipsis, como dije al comienzo… una nueva prueba de la justeza de la hipótesis.