Es requisito en Historia, antes de abordar una investigación, que el estudioso presente de manera resumida los datos ciertos con los que se cuenta. Es decir, que sintetice los hechos ya conocidos, las certezas, siquiera provisionales, logradas y las líneas de investigación seguidas. Después, y sólo después, de esto puede aportar sus propias pesquisas, sus explicaciones y sus teorías… aun si con ellas cuestiona las verdades establecidas.
Del mismo modo, en apretada
síntesis quisiera poner en claro algunas cuestiones sobre el tema político más
resonante (iba a decir importante, pero no creo que lo sea intrísecamente) de
estos dos primeros meses de 2015.
Quien crea contar con certezas
“reveladas”, quien repita discursos “recibidos” no tiene obligación de leer
estas líneas. Ojalá que el soma no le
pegue mal…
El tufillo golpista de la marcha convocada no
debería ocultar algunos “errores” del gobierno nacional. En lo que respecta al
tema AMIA, el principal fue seguir comprando “pescado podrido” a la Inteligencia,
colonizada por potencias extranjeras. El famoso memorándum con Irán, un régimen
que no cuenta con mis simpatías, no tuvo el resultado deseado. Error, por
supuesto, que el propio ejecutivo comparte con todo el arco político. El típico
error argentino: hablar al pedo. No saben de asunto, por lo tanto opinan…
Lo más grave del caso es que, por aquello de
que los ladrillos se hacen con bosta, la sociedad a tres bandas entre el Ejecutivo, la Secretaría de
Inteligencia y la Justicia
Federal permitió abusos de poder, negociados y otros manejos
igualmente turbios. No diferentes, me temo, a tantos otros propios de los
gobiernos de aquí y de allá. Esta sociedad, tal vez justificable es, por
supuesto más fácil de armar que de desbaratar. Cuando uno de los socios quiere
irse, o poner orden, los otros comienzan a trabajar contra él. Trabajar, para
ellos, es un verbo equivalente a intrigar… De ahí los problemas con la Justicia, o con sus
“humildes representantes”, y con Inteligencia. De ahí ciertas necesidades, con
cara de hereje… o de Milani.
Este es un gobierno que ha transformado a la Argentina, con la receta
de las burguesías exitosas. Aunque muchos opinólogos con menos Historia que
Majul y tan escasa Economía como Altamira se empeñen en ignorarlo.
Un gobierno que fortaleció la alianza estratégica
con América, excepto con aquella que usurpa el nombre del continente.
Un gobierno que amplió derechos.
Un gobierno que colocó, una vez más, la acción
política en el centro del debate. Tuvo que pagar por eso.
Tuvo que pagar en alianzas con gobernadores
feudales o intendentes prebendarios. En pactos de impunidad. En ojos bien
cerrados. Es cierto que no pudo, más que no quiso, aliarse con los sectores
supuestamente progresistas. Es cierto que estos sectores progres suelen ponerse de mal humor cuando les tocan la quintita… o
el bolsillo.
Este no es, ni pretende serlo, un gobierno de
izquierda. Por más coqueteos con los bolivarianos o Evo Morales.
Tampoco es un gobierno de derecha, de ahí tanto
odio como el que despierta.
Mucho menos de centro.
Es peronista, el más peronista desde 1955. Y
eso es peor, mucho peor, para quienes se asustan de su imagen en el espejo,
como dice Galeano.
Como todo gobierno peronista
tiene el instinto del poder: Esto es lógico, pero en este país, donde querer
tener poder político parece poco menos que un delito, hay que explicarlo para
los giles que se escandalizan cuando el “buen doctor” diagnostica hybris…
Los demás, que carecen de la
dichosa arrogancia (y de certezas, y de opiniones, y de…), lo miran pasar y
desesperan al contemplar que puede, encuestas dixit, ganar en primera vuelta… ¡y sin tener candidato!
Las industrias, que no quieren un
país capitalista porque les arruina el negocio, las embajadas del Norte, que ídem,
y los que pescan en río revuelto desesperan de ambos; de estos K que no son tan
funcionales y de los otros, que son un poco imbéciles (por si hubiera duda me
refiero a Alfonsín, Binner, Carrió, Cobos, Macri, Massa y Solanas, en orden
alfabético).
Y no saben ya que hacer para
sacar a la yegua e instalar un candidato que no de vergüenza…
Entonces, como decía la canción; “y
en eso llegó… ¡Nisman!”.
Clarín, que no es el enemigo,
muchachos, sino apenas un vocero, le dio centímetros, pantalla, altavoces. Tanto
ruido para disimular una denuncia vacía. No es que lo diga yo, basta con que la
lean, cosa que muchos de los que marcharán el 18 no han hecho… ni harán.
Pero Nisman, como se sabe, se
muere.
Se muere en su baño.
Nadie, ni vos, ni yo, ni ninguno
de los que tanto hablan, estuvo allí para verlo.
Puesto a imaginar, con los datos
disponibles, se me presentan dos posibilidades.
- Alguien pudo abrir la cerradura electrónica de departamento, sin dejar huellas, sacar el arma (oportunamente prestada por el pibe que cobraba 40 lucas por pasar el AVG), desnudar al fiscal, aparentemente con su consentimiento y sin tocarlo, llevarlo al baño, otra vez voluntariamente, dispararle, sin resistencia, en un ángulo abajo arriba para fingir un suicidio, poner el arma entre las manos del muerto, salir del baño sin dejar huellas, ni ADN, ni nada, cuidando de cerrar la puerta para que el cadáver la trabara desde dentro. Abandonar, luego, el edificio sin que la custodia, ¿cómplice?, ¿en beneficio de quién?, obstaculizara tal huída y perderse en la noche como en una película de los años 50.
- Nisman se pegó un tiro.
En ambos casos el móvil queda en
el misterio.
Entonces se pone en marcha, de
nuevo, el altavoz…
Altavoz que, repito, es un mero
vocero. Con gran poder de fuego, de acuerdo, pero vocero de los que quieren que
Cristina no termine y, mucho menos, que le ponga la banda a otro del mismo
palo. O que, en el improbable caso de que los eternos perdedores ganen, a
ninguno se le ocurra mandarse los escándalos del modelo K. Escándalos, amiga,
amigo, que no son los que vos pensás. No les jode la guita de Cristina, la
imprenta de Boudou o los excluidos de Capitanich (sea o no el caso). No,
hermano, les jode la UNaSur,
les jode el acuerdo con China, les jode la ANSES en manos del Estado, les jode la AUH, les jode lo que anda, no
lo que (supongamos) está mal.
Y esto va más allá de que te
guste o no Cristina.
De que apoyes esto y critiques lo
otro.
Esto es un intento de aprovechar
la muerte de un fiscal, la denuncia sin asidero, el malhumor de quienes odian
sin saber y hasta el cholulismo de unos cuantos para convencer a este gobierno,
y al que venga, de hacer lo que algunos quieren que haga, en lugar de hacer lo
que vos votaste para que haga. O sacarlos si joden mucho.
Por eso, y aquí cierro este
Estado de la Cuestión,
lo que se juega en este año no es K o anti K. No te equivoqués. Lo que se
juega, desde el 18 en adelante, es la democracia en la Argentina.