"¡Qué barbaridad!, listo, ahora decí vos también : '¡qué barbaridad!' y podemos seguir jugando..." {Susanita a Mafalda en una tira que no recuerdo}
Como Long John Silver en la Isla del Tesoro, el tipo estaba enterrando guita, literalmente. Al lado de un convento. En su vehículo tenía armas largas. Dicen que oye voces. Lo defiende una abogada conocida como "la Doctora Hot". Y así...
Todo es demasiado berreta, pero no menos posible. Porque en estas latitudes las cosas son así. A veces me asombra que el ispa siga existiendo, te juro.
"Roban pero hacen", "no necesitan robar porque tienen plata", "hay que tragar algún sapo", "es un amigo...", "resistiendo con aguante", "kukas; agarren la pala", "no vamos a andar haciendo un ADN por cada chinita que se embarace", "hay que dejar de lado la idea de que un empleado puede viajar o comprar un celular", "hay una luz al final del túnel", "tres meses de vacaciones", "yo conozco a uno que...", "¿en qué te han convertido, Daniel?"
La lista podría seguir. Lugares comunes para justificar la memoria selectiva, palabras vacías de uno y otro lado. Poca política. Nulo debate.
Era un país de individualidades. El sueño de cualquier teórico del capitalismo puro. Era como los Estadios Unidos, una tierra de oportunidades, pero con una gran, enorme diferencia, el desprecio completo por cualquier clase de ley, la idea básica de que no hay límites a la voluntad, ni morales, ni religiosos, ni siquiera los de la costumbre. Un hato de anarco capitlaistas puestos a construir una nación y, contradicción insoluble, un Estado. Y lo hicieron, pero lo hicieron con sus taras previas. Un Estado a su servicio, una administración que no interfiriese con sus negocios, una sociedad descabezada, sin ideología, compuesta por unos pocos ciudadanos que se servían del Estado y unos muchos inmigrantes que deseaban prosperar. Lo que los jodió fue que quisieron asimilar al extranjero y darle una identidad, y que esa identidad (en los modelos de la época) era la Nación, la Patria por otro nombre, y que disponían del mejor dispositivo para lograrlo; la Escuela Pública... Dicho de otro modo, lo que los cagó fue la Escuela Pública; sin ella no hubiese habido radicalismo, ni peronismo.
Explicar todo es extenuante. Fatiga y no da réditos, Explicás, te cansás, ¿qué ganás? Y encima te putean porque le destruís sus sueños dorados, o rojos, o a lunares...
No soy un militante. No soy un apolítico. No participo porque A) en todos lados encuentro especímenes de eso que ahora llaman "cerebro liso" (flojito muchachos, el insulto), B) tengo que aceptar la línea del Partido que sea, dejar de criticar a los propios, hablar pestes de los otros y, sobre todo, pensar de una manera ortodoxa... y no me gusta que me lo hagan, C) tengo muchas cosas que hacer D) me da fiaca.
Definirse es, desde la misma palabra, encontrar un fin, limitarse, cerrarse en una figura dada. Definirse es, también, dejar de pensar lo que sucede. ¿Ser Iluminista en el siglo XXI? Casi tan patético como ser Comunista. Comunista de Internacional Diaria. Cuando uno mira los regímenes, se da cuenta de que la miseria humana los contamina por todos lados... la miseria y la estupidez. A veces, sin embargo, parece que la mayor estupidez se concentrara en los camaradas incpaces de dar un paso sin la anuencia del comité... o de la cita de autoridad. Los del otro lado eran idiotas, sí, y más idiotas si habían nacido al oeste de los Apalaches, pero se salvaban porque la idiotez encontraba un límite en los demás. Esa, quizás, sea la única ventaja del Mercado.
"Unión sagrada, Tren Blindado, Kronstadt, Realismo Socialista, Oportunismo, Desviasionismo, Stajanovismo, Holodmor, Represa del Don, Bosque de Katlyn, Molotov - Ribbentrop, Muro, Gran Salto Adelante, Revolución Cultural, Partido Único, Pol Pot... " el camino hasta el Juchen está empedrado con estos nombres...Antes, sin embargo, viene el veneno más infame; la idea de un Mesías, la esperanza de un Reino de Dios. Más que un veneno, un pharmako, en el doble sentido que tiene en griego.
Acá estamos lejos de todo eso. Todo argentino es capitalista, liberal y anti estatista. Todo argentino es socialista, totalitario y estatista. La cuestión es de que lado del Estado se encuentra cuando tiene cada una de las dos opiniones. Y, ojo, son opiniones, no argumentos, al argentino medio le da pereza pensar y desconfía de las teorías.
El tipo, Long John Silver, esconde la guita en un pozo. La tele lo muestra y mientras tanto se votan leyes que legalizan el robo...siempre que sean nuestros amigos quienes lo hacen. Y un día nos damos cuenta de todo, diez o veinte años después, y decimos: yo no lo voté, que se vayan todos, ¡qué barbaridad!