El viernes 5 de mayo, más por ver que pasaba que por posibilidades reales, viajé a Santa Fe para participar del ofrecimiento de cargos directivos (escuelas de segunda categoría, segundo turno, explicar esto merecería un blog aparte)
Un tanto aburrido y como para despuntar el vicio redacté estas notas sueltas que ahora comparto con ustedes, evedntuales lectores de mi blog.
Henos aquí
Una mañana de nubes, serena, en la ciudad de Santa Fe (capital de nuestra provincia)
Hay maestras por doquier, salen por debajo de las piedras, brotan de los árboles, se condensan de la humedad ambiente...
Algunas ya ensayan su porte de directoras (en función vicedirectiva como dice la jerga).
Veo muchas caras conocidas. Las carpetas revolotean por el aire cual marchitas mariposas. Se siente en el aire un intenso perfume... diversas variantes de "alternativa a ..."
Algunas de las chicas, es un decir, prefieren hacer la cola (por favor no se entienda mal, no están tan desesperadas!) y otras optan por un reparador café con leche.
Las que se quedan no pueden disimular su ansiedad por este tan particular "rito de pasaje", saben que detrás de las puertas aún cerradas les espera su destino escolar; el lado de atrás del escritorio, justo debajo del cuadro de San Martín, interminables biblioratos y el incuestionable derecho a indicar cuando se sube la bandera.
Las que se van no están menos nerviosas, van de un lado a otro por la calle dormida ya que son las ocho menos cuarto, no hay un alma (despierta) en la ciudad, y encontramos un solo bar abierto a una cuadra de ese horrible edicifio de la Legislatura.
Fragmentos,palimpsestos, de conversaciones rezuman nerviosismo. Expectivas, teñidas de falsa modestia, esperanzas susurradas y el azar siempre presente en la tarea de los docentes.
Hay algo de triste y algo de patético en esta peregrinación a la capital provincial en busca de un cargo directivo. No es el cargo en sí, sino el perverso sistema que nos obliga a concursar cuando "ellos" (o "ellas") quieren, a rendir exámenes sin un temario claro, a esperar años para saber los resultaods y otro año más para concer los escalafones. Y nosotros, yo también estaba allí, esperando ¿qué?
Definitivamente es una escena melancólica.
martes, mayo 09, 2006
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