Buen tema para películas de clase B, sermones conminatorios o la estrategia conservadora de la Casa Blanca, el número de la Bestia: Seiscientos sesenta y seis, es uno de los mitos más perdurables de Occidente.
Estamos acostumbrados a creer que los mitos son “de los otros”, pero no es así. El cristianismo tiene sus propios mitos, lo cual no implica un juicio de valor si entendemos por mito un relato que buscar explicar o explicitar la realidad. El 666, el número de la Bestia, el símbolo aritmético del Mal, es uno de ellos.
Aparece en el Apocalipsis (Revelación) y, en la mayor parte de los manuscritos, como 666 (no triple seis, ¡por favor!) aunque algunos ponen 616 y otros 665.
El texto de marras es el siguiente:
Apocalipsis 13:18:
“ | En la versión griega según el texto crítico de Westcott-Hort (1881)ωδε η σοφια εστιν ο εχων νουν ψηφισατω τον αριθμον του θηριου αριθμος γαρ ανθρωπου εστιν και ο αριθμος αυτου εξακοσιοι εξηκοντα εξ En castellano según el Libro del Pueblo de Dios (1993)Para esto se precisa sutileza. El que tenga inteligencia calcule la cifra de la Bestia, porque es una cifra humana seiscientos sesenta y seis. | ” |
Es de notar que en el manuscrito más antiguo que poseemos del Apocalipsis (papiro de Oxyrhynchus LVI 4499, siglo IV) el número es 616, escrito con numerales así: χιϛ; lo cual puede ser un error de escriba o una clave diferente para la misma persona. Ya volveré sobre ello.
Así que, como el mismo Juan nos lo pide, seamos lo suficientemente sutiles para intentar decodificar esta cifra.
Lo primero que debemos recordar es que toda esta literatura funciona por medio de alusiones, referencias cruzadas (un poco al estilo de los hipertextos de Internet, con múltiples links) y expresiones enigmáticas. Esto tiene un fuerte anclaje en las características de la cultura antigua, donde, no olvidemos, la alfabetización rondaba apenas el 10% (con mucha suerte), la escritura seguía siendo algo un poco misterioso y gustaban enormemente los juegos de palabras, los acertijos y las insinuaciones veladas. También debemos tener presente el carácter clandestino de la literatura apocalíptica, carácter que se expresaba tanto en el profuso uso de símbolos que sólo unos pocos podían conocer, como en la aparente transparencia de las visiones destinada a disuadir a los “de fuera”. En último lugar aparece el clásico carácter de la escritura profética; confusa, de amplias posibilidades interpretativas, abierta…
La referencia interna.
Si buscamos con cuidado el en llamado Antiguo Testamento, podemos hallar una primera versión del número. Se trata del Libro Primero de los Reyes (10: 14) donde leemos (versión Reina Valera) El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro
Parece una cita que nada nos dice, sin embargo algunos estudiosos, mayormente en la corriente de la Teología de la Liberación, ven en la cita de Apocalipsis una alusión a este texto, remarcando que tanto Salomón como La Bestia representan a los poderes opresivos que se oponen al proyecto profético del Reino de Dios. Guardémonos de pensar en ésta como en una consideración poco plausible, el modo de insinuar cosas a través de textos cruzados es muy común en la primitiva literatura cristiana y nada se opone a que uno de los sentidos de la referencia apocalíptica se refiera a la identidad entre el gobernante enemigo de Dios y el rey Salomón, quien desvió su corazón hacia las riquezas…
Seguimos, con todo, sin saber a quien se refiere el número; sólo intuimos que es un personaje poderoso, un gobernante ligado a una tradición de pompa y poderío político que los profetas de Israel, como su sucesor cristiano Juan, criticaron profundamente.
Accesoriamente, y ahora sí no se me ocurre ninguna conexión, seiscientos sesenta y seis es también el número de descendientes de Adonicam que regresaron (según Esdras 2.13) de Babilonia.
Las interpretaciones a través del tiempo.
Muchas han sido a lo largo de la historia las inteligencias (y no tanto) que se devanaron los sesos tratando de entender la misteriosa cifra. El desafío de Juan era claro “quien posea inteligencia” o bien “aquí se precisa sutileza”, apelaba directamente a la sagacidad, supuesta, de los intérpretes. Mucha tinta consumió el estudio del Apocalipsis, mucha más; el número de la Bestia.
Ireneo de Lyón, por ejemplo, quien vivió en el siglo II, sugirió que el guarismo en cuestión aludía a la suma de todas las traiciones a Dios cometidas durante los, créia él, seis mil años de historia humana. En cuanto al nombre en sí se arriesgaba por un par de interpretaciones; Evanthas, por un lado, palabra que no le decía nada pese a representar la suma requerida, y Titán, al cual relacionaba con el culto solar entonces en su primera expansión. Habrían de pasar aún un par de siglos para que el mismo Sol fuese asimilado a Jesús, el dios que Ireneo adoraba. En un párrafo final establecía, en medio de consideraciones morales, que el Espíritu Santo no deseaba que se revelase el verdadero nombre del Anticristo.
En otro contexto histórico, el siglo IV, Victorino, obispo de Pettau, en el Danubio, ve un nombre germánico en la Bestia: Genserico, que interpreta como γ tres + ε cinco + ν cincuenta + σ doscientos + η ocho + ρ cien + ι diez + κ veinte + ο setenta +ς, de nuevo, dos cientos; todo lo cual, nos dice, suma 666. Ahora bien, Genserico fue también el nombre de un rey vándalo que, más de un siglo y medio después de Victorino, saqueó Roma (año 455) de manera que, por una vez, hubo una profecía medianamente certera (ignoro si el texto no fue interpolado, pero mi edición no lo menciona al menos).
Álgebras como estas hubo muchas, pero, para no fatigar al amable lector o la gentil lectora (si los hubiese) me limitaré a citar sólo a unos pocos.
El simpatico escritor Robert Graves no pudo sustraerse a esta inocente manía y se decanto por un personaje contemporáneo de Juan; el emperador Domiciano, mediante el uso de numerales romanos. Así DCLXVI sería una abreviatura de Domitianvs Cæsar Legatos Xti Violenter Interfecit (donde Xti es una curiosa abreviatura, a su vez, de Cristo) es decir: El César Domiciano asesinó violentamente a los enviados, o apóstoles, de Cristo. ¡Una preciosura las elucubraciones de Graves, aún cuando sean improbables!
Otros, quizás más audaces en sus yerros, se inclinan por trasponer la palabra griega “humano”, ανθρωπος, al Hebreo y, leyéndola con la gematría de esta lengua, obtienen el número buscado. Es decir que la Bestia no es sino el Ser Humano… ¡Notable!
Me gusta más, con todo, el bello simbolismo de la Iglesia Oriental que considera al chi χ como representación de Cristo (Χριστός) a la sigma final ς como imagen del ser humano, dado que la sigma vale seis y Adán fue creado en el sexto día mientras que el xi ξ del medio sería imagen de la serpiente, ubicada entre el humano yu su Creador… esta mística es reconfortante en medio de tanta aritmética absurda.
Uno de los protagonistas de La Guerra y la Paz de Tolstoi, por el contrario, cree hallar al Anticristo tanto en el nombre del emperador Napoleón, como en sí mismo. En efecto, Pierre Bezukhov se cree predestinado por esta igualdad a ser el asesino del invasor francés. Claro que para lograr tal cosa debe alterar su propio nombre; maniobra común a los calculadores de este tipo de misterios.
Cuando era pibe, allá por los ochenta, conocí a una pareja de simpáticos Adventistas del Séptimo Día; Claudio y May se llaman (supongo que todavía viven, si bien contrajeron nupcias para aguardar juntos el Reino Milenario) que sostenían, en voz baja para evitar la ira de mi madre, que el número de la Bestia no era sino un anagrama del Papa. En efecto, según informaba un folleto ilustrado, el Sumo Pontífice usa el título de Vicarivs Filii Dei; es decir, siempre según el opúsculo: Vicario del Hijo de Dios; ahora bien si tomamos sólo las letras romanas que se usan como numerales VICarIVsfILIIDeI nos quedamos con VICIVILIIDI, esto es, sumando miembro a miembro 5+1+100+1+5+1+50+1+1+500+1= 666.
Voilá!, el Papa (vamos, ¿quien no desconfía de ese tipo que se encierra en el Vaticano rodeado de maravillas artísticas invaluables y con manuscritos que, como diría Dan Brown, son recónditamente secretos y potencialmente destructivos?) no es otro que el archienemigo de Jesucristo. Hay un par de problemas, claro.
Mis amigos, así como el autor del folleto, ignoraban que Vicario del Hijo de Dios nunca fue un título papal (si bien aparece en la apócrifa donación de Constantino como epíteto de San Pedro) así como que el Apocalipsis no empela los numerales romanos ya que las comunidades cristianas de la época, incluso la romana hasta el siglo III, eran grecohablantes.
No seguiremos por este camino. Nos olvidaremos de las alegaciones de los Testigos de Jehová según las cuales 666 representa la imperfección de este inicuo sistema de cosas, o las sugerencias políticas que buscaban en Ronald Wilson Reagan (con seis letras en cada nombre) al enviado del Averno… pese a que el mismo Reagan, vaya a saber por qué, hizo cambiar el número de su casa en California que, ¡sí, era 666! a un más inocuo 668.
Tampoco consideraremos que dicho número, que les será tatuado a todos los apóstatas durante el gobierno del Hijo de Perdición, sea un moderno código de barras, un microchip implantado bajo la piel o una críptica indicación de la Word Wide Web (www) dado que, dicen, en hebreo 6-6-6 equivale a las letras Waw – Waw –Waw
Bajemos a la Tierra.
Fue mi admirado Friederich Engels, por lo que sé, uno de los priemeros en valerse de un sencillo análisis histórico para resolver el problema.
Se encuentra en “El Libro de la Revelación”, publicado en 1883, (pueden leerlo on line aquí: http://www.marxists.org/archive/marx/works/subject/religion/book-revelations.htm ) y consiste en aplicar las leyes de la gematría hebrea más básica al nombre de uno de los emperadores romanos que son aludidos en el libro; me refiero, obviamente a Nerón, al final de cuyo reinado, más que en el de Domiciano, creemos algunos que fue redactada esta parte del Apocalipsis.
Sabemos que cada letra del alefato hebreo posee, siguiendo el orden tradicional de recitación, un valor numérico determinado.
Este cuadro los sintetiza claramente:
Símbolo | Nombre | Valor numérico |
א | 1 | |
ב | 2 | |
ג | 3 | |
ד | 4 | |
ה | 5 | |
ו | 6 | |
ז | 7 | |
ח | 8 | |
ט | 9 | |
י | 10 | |
ך כ | 20 | |
ל | 30 | |
ם מ | 40 | |
ן נ | 50 | |
ס | 60 | |
ע | 70 | |
ף פ | 80 | |
ץ צ | 90 | |
ק | 100 | |
ר | 200 | |
ש | 300 | |
ת | 400 |
Ahora bien, el nombre del emperador en cuestión era Nero Clavdivs Cæsar Avgvstvs Germanicvs, lo cual era abreviado comúnmente en griego como Neron Kesar = Nerón Kesar; se escribía en hebreo de esta manera: רסק ן ורנ (ojo, ¡leé de derecha a izquierda!) es decir Nun Waw Resh Nun (NWRN, recuérdese que el hebreo no emplea vocales) Kof Sámaj Resh (KSR) lo cual se pronunciaría algo así como Nerón Kaiser (sic)
Si tomamos estas letras encontramos la siguiente equivalencia: Nun = 50, Resh = 200, Waw = 6, Kof= 100 y Sámaj = 60
Y la ecuación resultante nos daría:
50 + 200 + 6 + 50 + 100 + 60 + 200 = 666
Incluso si pretendemos utilizar el nombre latino Nero Cæsar y lo transliteramos al hebreo como רסק ורנ NWR KSR; la operación resulta la misma menos la letra nun final, es decir 666 – 50 =616, que es el número alternativo que aparece en algunos manuscritos del Apocalipsis, como dije al comienzo… una nueva prueba de la justeza de la hipótesis.
8 comentarios:
¿Podrías escribir algún comentario sobre los capítulos 17 (vers.8-18) y 18 (completo) del Apocalipsis?
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Las 7 semanas y media del apocalíptico libro de Daniel debe ser incomprensible incluso para el TJ o Cecilio (como el prefiere que se le conozca).
Saludos
Poder, como poder, podría... no obstante ahora estoy embarcado en otro tema. Simplemente decir que es evidente por sí mismo que Babilonia se refiere a Roma (como lo hace el contemporáneo Apocalipsis de Baruc, de origen judío) y que los reyes en cuestión no son sino los emperadores que habían gobernado hasta la época de Juan..
Lo siento, pero no capté la alusión a Cecilio... sin embargo el ha puesto en el Foro su propia interpretación de la hebdómada de Daniel.
Tu lo has dicho "el ha puesto su propia interpretación" que no es otra que la consabida interpretación que de este libro hacen los fervientes seguidores de su religión. Pues, como sabrás ellos tienen su propia interpretación de la Biblia que en modo alguno se ajusta a la realidad y si a sus intereses.
Juan en su evangelio, creo que en el capítulo 5 versículo 21 o 22 dice que "Jesucristo será el que nos judge en el juicio final porque todo poder le ha sido...", algo en lo que supogo estará en desacuerdo dado que para ellos el unico con poder para judgar es Jehová. Aunque bien mirado no les falta razón si nos atenemos a lo escrito en el antiguo testamento "Salmo 130 v. 8" Pero como dijo Pablo "nosotros vivimos bajo la gracia habiendo sido la ley concebida exclusivamente para el pueblo judio." Por lo que los cristianos actuales no pueden ni deben cuando les interese tomar para sí parte del AT y cuando les parezca oportuno incluir entre sus dogmas parrafos o sentencias de NT.
Además, creo que ninguna religión que considere que Cristo es un dios o ser inferior(opinión personal)debería llamarse a sí misma cristriana y menos aún anteponer la palabra cristianos(haciendo referencia al semi-dios) al del único Dios verdadero. Por lo que deberería considerarse un sin sentido lo de TESTIGOS "CRISTIANOS" DE JEHOVÁ pues la palabra CRISTIANOS está siendo utilizada como anzuelo para captar nuevos adeptos.
Que escibieses el comentario era una simple sugerencia. Tu debes escribir y enfatizar sobre lo que estimes conveniente y cuando lo estimes oprtuno.
Personalmente respeto todas las creencias religiosas, sin dejar de considerar que muchas veces son un peligro para la convivencia toda vez que su "ímpetu" o "celo", para ser corteses, les impiden convivir con otros... los cristianos muchas veces han (hemos) olvidado lo que dijo su Maestro: "No juzguen y no serán juzgados" o aquello de "con la vara que midan serán medidos" y mucho menos han respetado lo de "el que a espada mata a espada morirá". Sin embargo, cuando las religiones resuelven seguir los preceptos más magnánimos de sus profetas han sido una fuerza benéfica incomparable; ¡dialéctica de la Historia!
En cuanto a los Testigos de Jehová debo decirte que personalmente me caen simpáticos, pero que considero tremendamente negativa a su organización religiosa, una fuerza manipuladora, artera muchas veces, y con pautas de convivencia que rozan lo inhumano... tiemblo de pensar en ellos como líderes con poder político...
En cuanto a ser o no cristianos, no tengo la vara de medir "grados" de cristianismo, evidentemente caen fuera de la corriente principal del cristianismo histórico, pero no son los únicos en negar la divinidad de Jesús de Nazaret; comparten esta creencia con ebionitas, arrianos y algunas corrientes evangélicas del Renacimiento (y con un compañero de ruta ilustre: Miguel Servet)por lo cual tranquilamente los llamaría cristianos, aclarando, si fuera pertinente, su carácter de "no trinitarios"
En la esperanza de continuar el diálogo sobre éste u otros temas de tu interés, te saluda agradeciéndote tu participación
Gustavo R. Bessolo
Los creyentes son (somos) "hijos y por tanto herederos de Dios" puede leerse en la Biblia. Sin embargo, en cierta ocasión hablando con un TJ le pregunté si él/ellos se consideraban hijos de Dios. A lo que el testigo de Jehova me dijo que no podía/n considerarse Hijos de Dios (Amigo y ya es mucho acabo diciendo) Afirmación que incumple uno de los dichos aparecidos en el libro de los libros y que les condenaba al fuego eterno Ya que para obtener la salvación hay que cumplir todo lo dicho por Jesús (evangelio de Juan c. 12 v. 48)
Bueno si es por ir al Fuego Eterno yo soy un candidato elegible... mi consuelo es la magnífica compañía que tendré "en el horno"
El 99,99999999999999 % iremos al horno. Unos por no haber creído y otros por "creyendo" ser peores incluso que los que dicen no creer.
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