Como todos los demás, el año 2.012 estará colmado de eventos.
Unos serán trascendentes, otros triviales, todos envueltos en el misterio del devenir; velo que nadie puede descorrer.
Los humanos seríamos dioses... si tuviésemos presciencia.
Además de pronosticar que será bisiesto, que en julio (casi con seguridad) se inaugurarán los Juegos Olímpicos en Londres y que, en Australia y si no hay nubes, verán un magnífico eclipse total de sol (23:53 UTC por si andan por esos pagos) no es mucho más lo que podemos decir sobre el año 2.012.
¿O sí?
Cuando tenía unos quince años leí un libro (David Adamson,
El mundo maya) en una colección con el engañoso título de
Lo inexplicable (lo de engañoso es porque, de hecho, el libro no era sino una reseña de la arqueología maya) donde figuraba esta frase que, desde entonces, quedó grabada en mi memoria (que pareciera no tener nada mejor que recordar):
"
.. y que terminará, si los sacerdotes mayas aciertan, con el fin del mundo el 23 de diciembre de 2013" .
Fascinante, me dije, enarcando las cejas como Spock,
¡qué buen tema para una novela!.
En esos tiempos yo creía en varias cosas;
Dios,
los extraterrestres,
la Atlántida y
la Tercera Posición Peronista...
de manera que nada me costaba agregar a esas creencias la de una fecha fija para el Fin de la Historia, frase que aún no era tan popular como en los noventa.
Pasó el tiempo.
Releí muchas veces el libro de Adamson y su explicación del calendario maya, que no entendí, y me dediqué a sistemáticas visitas a la Biblioteca Argentina donde encontré la obra clásica de Eric Thompson y su propia explicación del mismo calendario, que ahora sí pude comprender y me proporcionó la extraña satisfacción de poder descifrar la fecha de una Estela de Chichén Itzá... Sí, de ese tipo fueron mis placeres adolescentes...
28 de julio de 878, la primera fecha maya que pude leer
Nunca escribí la novela, que quizás hubiera sido mi imposible best seller, y por supuesto dejé de creer en profecías sobre el fin del mundo.
Ahora, a cuatro años de la fecha fatídica (Adamson, o mi memoria, se equivocó en un dígito) vuelven a aparecer las asociaciones esotéricas del año 2012.
Se nos dice que ese será el momento de un gran despertar de la Humanidad; nuestro ADN, mutado, tendrá tres hélices (sea lo que sea que esto signifique), habrá extrañas alineaciones en los cielos y la civilización, tal como la conocemos, cambiará totalmente.
Algunos agregan componentes aún más místicos; el retorno de Quetzalcoatl, el de Jesucristo, el surgimiento de la noósfera que postulaba Teilhard de Chardin o la llegada del misterioso planeta Hercóbulus.
Hace pocas semanas The History Channel (prefiero llamarlo The Story Channel) presentó un documental sobre este tema y mencionó como sus fuentes las profecías de Merlín, las siempre cómodas Centurias de Nostradamus, un programa de rastreo en Internet (todo un hallazgo mediático) y el consabido calendario maya.
¿Que podemos pensar de todo esto?
¿Realmente los mayas predijeron "el fin de los tiempos" para el año 2.012?
¿Ha sido confirmada esta fecha por otras visiones?
Pueden encontrar literalmente miles de
sitios web donde estos interrogantes tengan una cómoda y afirmativa respuesta. Éste, claro, no es uno de esos.
Una interpretación de los ciclos calendáricos, hermoso diseño, pero vacío de contenido...
Tengo el berretín de explicar las cosas, un complejo de "maestro ciruela" o de "ver siempre el lado negativo" como dice mi madre cuando critico su asociación a una más que dudosa "cooperativa", pero no intento convertir a nadie.
Si estás cómodo/a creyendo en este tipo de "profecías" pues que lo disfrutes, no soy quien para quitarte tus ilusiones; ahora si llegaste hasta aquí y quisieras acceder a una visión alternativa a aquellas que afirman, sin examinar, la verdad de tantas alegaciones, pues bien, te invito a seguir adelante.
El Quinto Sol, inspirado en la cosmología mesoamericana
Los mayas eran unos tipos geniales.
Crearon una civilización portentosa en uno de los entornos naturales más difíciles del mundo.
Contra lo que suele creerse no desaparecieron en el marasmo de la invasión europea, sus clases dominantes fueron diezmadas y mucho de su cultura resultó destruida, pero el pueblo maya (unas seis millones de personas en México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador) continúa resistiendo en sus tierras ancestrales.
Mucho se ha escrito sobre ellos.
Sobre su concepción del tiempo y sus conocimientos de astronomía.
Sobre su poética, aunque a veces oscura, visión del mundo y sus supuestos vínculos con extraterrestres.
Fueron (son aún) grandes y lograron avances en el estudio de los cielos que resultan asombrosos, mucho más cuando se piensa en los rudimentarios (para nosotros, que somos esclavos de la alta tecnología) instrumentos que poseyeron.
Calcularon la duración del año con una precisión mayor a la europea de su tiempo, así como anticiparon eclipses, conocieron quizás la
precesión de los equinoccios y, ciertamente, determinaron el
movimiento aparente de Venus.
Asombroso, sin embargo, no significa maravilloso o mágico.
Uno de los más antiguos testimonios de un calendario mesoamericano, hallado en Monte Albán (México) y datable hacia el 500 antes de Cristo.
Largos siglos de pacientes observaciones, una mente entrenada en percibir regularidades matemáticas, la creencia de que todo cuanto sucedía a lo largo del tiempo volvería a repetirse cuando se reiterasen las combinaciones celestes bastan para entender el misterio sin profanarlo con los vulgares reclamos de extraterrestres o los burdos remedos de la New Age.
Sí, eran geniales y sí, eran indígenas americanos.
El calendario maya ha sido comparado con una rueda de engranajes. Metáfora ajena a la concepción mesoamericana que veían al tiempo como la carga de un destino cíclico.
Su explicación, un tanto larga, es cierto, se hace necesaria para entender qué es lo que significa esta supuesta "profecía" del año 2.012...
Una
info más completa en
El calendario mayaLos Mayas y otros pueblos de Mesoamérica usaron tres sistemas de calendario diferentes, a saber: el tzolkin (calendario sagrado), el haab (calendario civil) y el sistema de la Cuenta Larga.
El tzolkin es un ciclo de 260 días, dividido en trece meses de veinte días cada uno
El haab, más parecido a nuestro año, tiene 365 días, con 18 meses de 20 días cada uno, y 5 días más (los últimos del año, "Uayeb", considerados nefastos)
El tzolkin y el haab se combinan en un ciclo de 18.980 días para volver a encontrar la misma fecha en ambos calendarios. Lo que equivale a 52 años solares, poco más o menos.
Este número se obtiene buscando el múltiplo común menor, ¿viste que servía para algo? entre 260 y 365. En efecto, 260 = 4*5*13 y 365 = 5*73, m.c.m. = 4*5*13*73 = 18.980.
El calendario de 52 años, usado por todos los mesoameriacanos, incluso los mexicas, era válido para registrar períodos de tiempo breves, pero resultaba obviamente vago para ubicar una fecha concreta en un lapso de varios siglos.
Aquí es donde entra el tercer sistema; la Cuenta Larga.
Con ella los mayas eran capaces de individualizar un día concreto en un período de más de un millón de días (de hecho 1.872.000) días lo que son casi unos cinco mil y pico de años solares (aproximadamente 5.125).
Esencialmente la cuenta larga es un sistema de unidades de tiempo análogo a nuestros lustros, décadas, siglos y milenios, pero, a diferencia de estas agrupaciones decimales, los mayas usaron un criterio vigesimal.
Símbolos de los numerales básicos en el sistema mesoamericano.
El sistema vigesimal se basa también en la posición, pero contando de veinte en veinte.
Por ejemplo para representar el número 4653 en vigesimal escribiríamos las siguientes cifras:
11 – 12 – 13 (lo que equivale a 11*20*20 + 12*20 +13*1, no más complicado que nuestro 4 *10*10*10 + 6*10*10 + 5*10 + 3*1 para el mismo número)
Para marcar los días, empero, los Ah Kin (sacerdotes) mayas emplearon un sistema un poco más rebuscado:
El primer lugar seguía valiendo 1 y el segundo continuaba en 20 pero el tercero se calculaba en 20*18 (360 en lugar de 400) en relación al número de meses y días del haab.
Las fechas mayores se resienten de este sistema, perfectamente lógico en su relación con el tiempo y que prueba que los mayas procedieron en esta investigación por sucesivas aproximaciones, no por mensajes extraterrestres o intuiciones místicas.
Como dije antes los períodos de tiempo maya son análogos a nuestros propios lapsos, del mismo modo que hablamos de meses, años, décadas o siglos, los mayas hablaban de Kin (día), Uninal (veinte días), Tun (20*18 días, es decir 360 días), Katún (7.200 días) y Baktún (144. 000 días).
Una fecha de la cuenta larga maya es, pues, un número vigesimal alterado compuesto de cinco lugares.
La fecha
7 (baktún)
16 (katún)
3 (tun)
2 (uinal)
13 (kin)
O, como se escribe en los textos académicos 7.16.3.2.13, puede traducirse como 7*20*20*18*20 + 16*20*18*20 + 3*18*20 + 2*20 + 13*1 o sea = 7*144.000 + 16*7.200 + 3*360 + 2*20 + 13= 1.124.320 días en nuestro sistema decimal
Ahora bien, estos días (cada uno de los cuales tiene su propio nombre como se verá) expresan el tiempo transcurrido desde un punto de partida convencional, del mismo modo que el año 2.008 indica que han transcurrido dos mil ocho años desde la fecha supuesta del nacimiento de Cristo.
La pregunta, entonces, es:
¿Qué día se usó como punto de partida del calendario maya?
Este problema presenta dos aspectos. Por un lado saber en términos mayas cuando comenzaba la cuenta larga y, por el otro, correlacionar esa fecha con nuestro propio sistema calendárico.
En lo que respecta al primer punto, el testimonio de las inscripciones señala que la fecha 0.0.0.0.0 equivale al final de un período anterior numerado también como 13.0.0.0.0, es decir un ciclo de 13 baktunes o sea 1.872.000 días, lo que vale, como ya se dijo, unos 5.125,37 años solares.
En cuanto a la correlación, actualmente se acepta como válida la deducida por Goodman, Martínez y Thompson (conocida como GMT) que considera al 0.0.0.0.0 como equivalente al 11 de agosto de 3114 a. C. (calendario gregoriano, en el juliano sería 6 de septiembre.
Cuando se coteja esta equivalencia con los datos arqueológicos se puede observar que las fechas dadas por ella se ajustan a la realidad.
De acuerdo con la correlación GMT, la fecha del ejemplo 7.16.3.2.13 (que de hecho es la de la estela 2 de Chiapa de Corzo, México, el fechado de Cuenta Larga más antiguo encontrado hasta hoy) corresponde a 1.124.320 días desde el 11 de agosto de 3114 a.C., es decir al 10 de diciembre de 36 a. C. y el día de hoy, 11 de junio de 2008, se puede expresar como 12.19.15.7.6.
Es de destacar que la estela mencionada no está escrita en maya, sino en olmeca, lo que obliga a considerar a la Cuenta Larga como un invento mesoamericano antes que exclusivamente maya.
En el sistema de la Cuenta Larga hay, por supuesto, una última cifra posible, a saber: 12.19.19.17.19, después de la cual sólo cabe reiniciar el ciclo con 13.0.0.0.0, es decir, un nuevo 0.0.0.0.0. Esto es así porque, si bien se desconoce si la unidad superior al baktún (que existe y se llama pictún) empieza a los 14 o a los 20 baktunes, el período anterior comenzó en un 13.0.0.0.0, lo que lleva a concluir que esta es la última unidad admisible para los baktunes.
Como sea, el ciclo iniciado en el 11 de agosto de 3114 a.C. culmina en el 21 de diciembre de 2.012 d.C. (12.19.19.17.19) cuando, por fin, se repite una misma fecha en la Cuenta Larga.
Nada hay, en los textos mesoamericanos que han llegado hasta nosotros (pocos, ¡ay!, a causa de la invasión española, pero que sobrevivieron gracias a que algunos de los invasores los preservaron) que relacione el fin de la Cuenta Larga con alguna convulsión cósmica. Nada excepto el Códice de Quetzalcoatl, supuesto manuscrito o epigrama antiguo que expresa claramente: “llega la estrella y la luz de Quetzalcóatl en los tiempos de: 0 baktun, 0 katun, 0 tun, 0 uinal y 0 kim”, claro que el texto original está oculto, por el momento y sólo ha sido accesible a unos pocos iniciados….
El texto copiado del Códice de Quetzalcoátl
Es cierto, claro, que el pensamiento mesoamericano tiene una especial fascinación por los ciclos y que elaboraron una “doctrina” de los Cinco Soles, períodos indefinidos de tiempo, cada uno de los cuales termina de manera catastrófica, pero no existe ninguna evidencia que pueda ligar ambas ideas. Aún si la hubiera, la pretensión de que un determinado ciclo matemático de tiempo preanuncie la destrucción del mundo, carece de toda verosimilitud y es tan atendible como la creencia mexica de que al final de alguno de los ciclos cortos (los de 52 años) el mundo estaba condenado a la extinción.
El año 2.012, pues, marcará el final de la Cuenta Larga mesoamericana y el comienzo de un nuevo ciclo en ese sistema de cómputo temporal, señalado por la repetición de una misma fecha en los tres calendarios por primera vez en cinco mil años.
Y nada más.
Versión mini, para mi estimado Assur y otras personas con poco tiempo que perder:
Algunos dicen que los mayas predijeron el fin del mundo para el año 2.012.
En realidad en esa fecha termina un ciclo de su calendario y nada más.
Éste se compone de tres subsistemas que no coinciden sino una vez en cinco mil años, evento que tendrá lugar el 21 de diciembre de 2.012.
Creer que ese día, poco más o menos, se acaba el mundo se parece a la creencia de que todo acabaría en el año 2.000.