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jueves, noviembre 12, 2009

Law abiding citizen


El tipo razona así: Hoy todo está mal. El mundo ya no es lo que era, antes (y se sonríe evocando su infancia) había orden y respeto y justicia y buenos programas en televisión, antes (y evoca una vez más) yo era feliz.

El tipo sigue pensando (sintiendo) y se dice: ¿Qué pasó en estos años? ¿Dónde está ese pibe que se veía dueño del futuro? El pelado, incipiente, y algo barrigón que me mira en el espejo ¿soy yo?

El tipo se enoja. Abre el diario, o la página web equivalente, y encuentra la cotidiana miseria de éste, un país con luces y con sombras, con héroes y traidores, con desconocidas hazañas y demasiado públicas vilezas. El mundo se ha tornado muy oscuro para el tipo. El diario, o la tele, o la versión digital, o la radio, o la vecina que comenta le dicen que es cierto, que todo está mal, que la infancia ha quedado definitivamente atrás y que nada bueno le espera en los, pocos o muchos, años que quedan por delante.

El tipo siente un gran cansancio. Está viejo, está vencido, está rodeado por la miseria cotidiana.

Nunca se sumó a un proyecto colectivo, era un tipo promedio, nunca creyó en demasiadas cosas desde que dejó de esperar a los Reyes Magos, nunca confió en los demás, nunca osó cuestionar de frente a los que tenían el poder (podían lastimarlo), muchas veces pagó por quebrar esas pequeñas normas que, ya se sabe, son sólo excusas para recaudar …

Mira a su alrededor. Algunos de sus sueños sí se han logrado. Esfuerzo, alguna que otra agachada, fines de semana tapados de laburo, la vista para otro lado cuando fuera necesario, paciencia, muchas horas en el yugo. No es un santo, tampoco el demonio (de hecho para ambas se necesita más grandeza de la que, reconoce, posee) sólo un tipo común.

A la sonrisa que brota cuando reconoce sus logros le sustituye un rictus de temor. ¿Qué fue ese ruido en el patio? La villa está cerca y ese negrito que pasa en bicicleta y lo mira…

El tipo retoma el hilo de sus sentimientos; tiene miedo, está cansado, el tiempo futuro se le escurre entre los dedos, el diario (radio, tele, vecina o lo que sea) murmura en sus oídos sortilegios de aprensión, de rencor, de resentimiento. Vienen por vos, dice, vienen por tus cosas, vienen por tu vida, vienen por todo eso que lograste…

Mira a su alrededor. No ve sueños sino ruinas. El Estado, ese impotente padre, ya no lo protege, la villa está cerca, su calvicie aumenta, viene tormenta y los años avanzan.

Todo esto ha pasado en unos pocos segundos.

El tipo se vuelve hacia el vecino lo mira y le dice: ¡qué país de mierda!