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sábado, agosto 25, 2007

Atlantis... (final abierto)


Atlántida en la modernidad


Ignatius Donnelly, el yanqui que "reinventó" la Atlántida

Donnelly era uno de aquellos talentosos yanquis que asombraban al mundo del 1800 con su desenfado, su espíritu de empresa, sus múltiples talentos y su irreverencia por la cultura establecida. Escritor, político, investigador y excelente publicista; publica, en 1822, Atlantis: The Antediluvian World donde se propone probar, y concluye perentoriamente, la realidad de la Atlántida y su papel como “cuna de la civilización”. Recurre, para ello, a un método todavía vigente y que cualquiera puede ver en acción con sólo sintonizar alguno de los canales de documentales; abrumar al lector. Lo hace con citas incompletas o fuera de contexto, numerosas peticiones de principio (afirmar lo que no se ha probado), tautologías y tal enorme repertorio de falacias lógicas que hace que sea muy difícil de refutar.

No, no se puede decir que Donnelly mienta; sólo retuerce la verdad hasta hacerla irreconocible.

Según Donnelly tanto el Génesis como la mitología griega (e incluso la escandinava) tienen como escenario la Atlántida, la cual también le sirve para explicar fenómenos tan diversos como las migraciones de pueblos, las presuntas similitudes culturales entre egipcios, mayas, incas y demás (las diferencias cronológicas no importaban...), el culto del Sol y hasta el origen de la tecnología del hierro.

Mapa de Donnelly; el Imperio de Atlantis

Con adaptaciones e innovaciones (la más notable la de Charles Berlitz, en los setenta, atribuyendo a los atlantes una tecnología de avanzada) la imagen de Atlántida que popularizó Donnelly en las decenas de reediciones de su obra, sigue siendo la vigente en la actualidad; remozada por el cine y con el ocasional añadido de una Atlántida que aún sobrevive, bajo el mar. Ya forma parte de nuestra cultura y no son pocos quienes creen en la existencia, pasada o presente, de aquella isla que resume en su nombre los sueños de una perdida edad de oro.

Charles Berlitz, aún recuerdo esas tardes de siesta leyendo sus mitologías...

En la Internet es posible encontrar numerosos sitos que intentan “probar” la existencia de la Atlántida (unos pocos son escépticos, pero están en una relación de 10 a 1), algunos la sitúan en el centro del océano Atlántico, más exactamente en la cordillera submarina que, como un espinazo, lo recorre desde Islandia hasta las cercanías de la Antártida, agregan que tanto las Azores, como las Canarias y las pequeñas Ascensión y Tristán da Cunha son restos de antiguas montañas atlantes.

Otros la buscan en la cercanía de las Bahamas, especialmente desde que un vidente estadounidense llamado Edgard Cayce predijo el resurgimiento de la isla en la década del ’60 y algunos buzos detectaron una presunta muralla de piedra en ¡1968! (lo cual fue visto como prueba de la exactitud del profeta norteamericano).

No faltan quienes se sienten capaces de describir, con lujo de detalles, la historia, la religión, la filosofía y hasta las costumbres de los antiguos atlantes, bien sea por deducciones, bien por comunicación con “sus espíritus”, dichas descripciones (algunas se pueden ver por la señal de cable Infinito) coinciden más con las concepciones modernas de la New Age que con lo que se sabe de las civilizaciones antiguas.


Un poco por todos lados... mapa que muestra las localizaciones propuestas para el continente perdido.

Donnelly, Berlitz y sus epígonos han “corregido y aumentado” las indicaciones de Platón, han sembrado en la mente moderna la creencia en la realidad de la Atlántida y, sobre todo, han contribuido a crear un mito perdurable que, como todos los mitos, nos sirve para explicar ingenuamente aquello que nos asombra, nos intriga o simplemente nos conmueve.



Atlantis; interpretada como una civilización submarina...





Una gran civilización, avanzada, poderosa pero que, por olvidar los valores más básicos de la moralidad, perece en un terrible cataclismo y sólo sobrevive como una leyenda. ¡Qué relato más extraordinario!

Imagen idealizada de Atlantis... un paraíso perdido.

Valiéndose de él, grandes narradores como Burroghs, el creador de Tarzán, y especialmente J.R.R.Tolkien, el autor del Señor de los Anillos, quien la llama Númenor, han dado una nueva entidad literaria al viejo mito.

Númenor, la Atlántida según JRRT.

Pero, en fin; ¿hubo alguna Atlántida?

Si por Atlántida uno quiere referirse a esta imagen moderna; una gran civilización prehistórica ubicada en el océano Atlántico, la cual pereció al hundirse la isla en los abismos del mar, la respuesta es un categórico no.

La geología nos dice que es imposible que un continente se hunda, islas aisladas, especialmente las de origen volcánico como Islandia, pueden surgir y desaparecer en la plataforma continental del Atlántico, pero ninguna de la entidad que se le asigna a la Atlántida y sin duda no en tiempos más recientes que el pleistoceno, es decir decenas de miles de años antes de la supuesta existencia de esta civilización.

Por otra parte la cultura que se le atribuye a estas gentes, prescindiendo de las infundadas exageraciones de Berlitz, no puede ser anterior al quinto milenio a.C.; agricultura y ganadería desarrolladas, uso del metal, construcción de barcos y muelles, empleo de la escritura y existencia de un estado organizado son descubrimientos que, todo lo más, pueden datarse entre el 4.000 y el 3.000 antes de Cristo.

En el 9000 u 8000 a. C., el ser humano recién estaba dando, y en el Medio Oriente, los primeros pasos en la domesticación de plantas y animales; hay pruebas incontrovertibles de esto.

Una cuestión diferente es ceñirnos al relato de Platón y preguntarnos si esa descripción de la magnífica isla; “más allá de las Columnas de Hércules”, no contiene un trasfondo de realidad.

En otras palabras; ¿fue un mero invento del filósofo o se basó en antiguas, bien que exiguas, tradiciones?

Localizaciones de Atlántida en el ámbito del Mediterráneo.

Algunos creen que la mejor respuesta a esta pregunta es la propia frase atribuida a Platón: “quizás este relato no sea un invento” (no está en los diálogos, sino en un escrito de Posidonio, un escritor posterior), es decir tal vez haya algún leve resto de historia en todo ello.

¿Es posible que algún griego, no necesariamente Solón, quizás Platón mismo , haya tenido acceso a viejas tradiciones egipcias sobre una isla hundida?, ¿no habrá usado el filósofo este cuento para ilustrar su tesis, es decir; mostrar al Estado ideal en funcionamiento?. Si así fuera la Atlántida sería una creación platónica sobre la base de una leyenda antigua.

Es un hermoso argumento y quien esté interesado en él puede leer el delicioso libro de J.V. Luce “El fin de la Atlántida” (edición en inglés 1969, en castellano Ediciones Destino 1975 y 1993) donde este simpático estudioso británico intenta demostrar que Platón se inspiró en antiguas crónicas egipcias las cuales, a su vez, recogían testimonios sobre la isla semi mítica de Keftiú.






Cnossos, el palacio minoico: ¿el modelo de Atlántida?

Keftiú, que en la Biblia aparece como Kaftor, no es otra que Creta y, según Luce, la civilización cretense con sus palacios, sus navíos y su culto del toro







es el modelo de la mítica Atlántida; el filósofo griego habría agregado su localización occidental (las columnas de Hércules corresponden a Gibraltar) quizás por comprender mal una frase egipcia sobre “los pilares de occidente”, la lejanía en el tiempo (900 en lugar de 9000 años), el puerto circular, inspirado en el de Cartago


El puerto de Cartago, probablemente sirvió de inspiración al diseño platónico


y otras maravillas salidas de su frondosa imaginación. Finalmente, dice Luce, la civilización cretense (mejor conocida como minoica) cayó a causa de una catástrofe natural; la erupción del volcán de la isla de Thera y el tsunami subsiguiente, la destrucción de Atlántida, entonces, sería un calco de este cataclismo histórico.


Mapa e imagen satelital de la isla de Thera, a cuyo volcán se atribuye la desaparición de la civilización minoica.


Cuando uno lee a Luce (quien parece un hábil abogado y, de hecho, la última parte de su libro está presentada como un juicio oral) convence de inmediato; sólo exhibe pruebas circunstanciales, es cierto, y los datos más modernos contradicen su cronología sobre el final del mundo minoico, pero nos deja pensando...









¡Sería tan fascinante que la antigua Creta fuese la mítica Atlántida y que el recuerdo de su gloria, anterior a Homero pero tan cercana a nuestra sensibilidad, hubiese quedado guardado, como en clave, en las armoniosas palabras de Platón!

miércoles, agosto 15, 2007

Atlantis...






El Hundimiento de Atlántida
(como lo cuenta J.R.R. Tolkien en Akallabéth)





La historia, o leyenda, de la Atlántida es una de esas que nos gusta contar y volver a contar. Un clásico en la cultura occidental: la gran isla – continente que se hundió en el mar en una sola noche de cataclismo. ¿Quién no conoce esta leyenda?, ¿quién no sabe, o cree, saber lo esencial sobre la Atlántida?

Platón y sus historias

Todo empezó con Platón, uno de esos extraordinarios griegos que crearon una maravillosa mitología (en la cual no creían o creían a medias), derrotaron al mayor imperio de su tiempo; los persas y, como de paso, inventaron un modo nuevo de pensar la realidad al cual no quisieron llamar “sabiduría” sino filosofía, es decir amor, o apego, a la sabiduría... Este Platón gustaba de exponer sus pensamientos en forma de diálogos, diálogos en los cuales él nunca aparece sino que son llevados por su maestro Sócrates y diversos interlocutores que, finalmente, deben rendirse ante la superior dialéctica de aquel. En dos de estos diálogos, el Timeo y el Critias, nombres que toman de sus protagonistas, el buen Platón nos acerca el “mito” de la Atlántida. Nos dice que se trata de una historia de origen egipcio (Egipto era ya la tierra de las antiguas maravillas) la cual llegó a él por tradiciones familiares y, recurso muy usado luego, pero entonces novedoso, por un manuscrito antiguo.

Posidón, el dios tutelar de la Atlántida

Estamos en el siglo IV a. C. y el relato de Platón comienza unos doscientos años atrás, cuando el legislador ateniense Solón viaja a Egipto y los sacerdotes le cuentan una historia extraordinaria que los griegos, “siempre niños” dice el interlocutor, han olvidado. Hace unos nueve u ocho mil años, no es claro el lapso, pero a tan gran distancia bien puede perdonarse un milenio (¡apenas!) de discrepancia, ya existía la ciudad de Atenas y era, dicen los egipcios, la mejor gobernada de todo el mundo mediterráneo (uno percibe el tono de las palabras de Platón; “no como ahora con esta democracia; ¡ah aquellos viejos tiempos!”). También había, en un lugar “más allá de las que ustedes llaman “columnas de Hércules”, es decir en el remoto occidente, una gran isla mayor que Asia y África unidas (se refiere al Asia Menor, la actual Turquía y el norte de África, pero no debemos buscar precisión topográfica) llamada Atlántida. De entrada descubrimos que todo en la Atlántida es maravilloso y abrumador; desde sus orígenes que se remontan al dios Poseidón, hasta sus templos de oro y oricalco (una sustancia más valiosa que el oro y que “ya no existe”), pasando por enormes montañas, gigantescos animales (elefantes entre ellos) y magníficos edificios. Con minuciosidad de libro de texto se nos describe la isla y su capital; una ciudad marítima formada por anillos concéntricos de tierra y agua, un canal techado conduce a los navíos hacia el interior y fortificaciones guardan su acceso, en el anillo central están el templo de Poseidón (en el lugar donde engendró a los primeros diez hermanos que gobernaron la isla) y los palacios reales.

Ya están presentados los personajes; dos estados muy diferentes; por un lado Atenas, la polis ideal, por el otro Atlántida, el arquetipo de los imperios bárbaros, poderosos pero inhumanos. Y el enfrentamiento será inevitable, Platón nos anuncia que Solón había comenzado a componer un poema épico, que superaría a los de Homero, donde se describía en detalle la guerra de conquista llevada a cabo por los atlantes contra el Mediterráneo oriental, la heroica defensa de Atenas y el hundimiento, por voluntad de los dioses, de la isla impía. Nos dice, también, que el legislador no pudo completar su obra y en esto hay un preanuncio de lo que vendrá, porque el caso es que tampoco Platón terminó este diálogo.

En efecto, todo parece indicar que tenía previsto escribir una trilogía donde desarrollaría el tema del origen de Atlántida y Atenas, nueve milenios atrás, pero después de presentar su plan en el Timeo y comenzar el relato más circunstanciado en el Critias no sólo no llegó a componer el tercer diálogo (el Hermócrates) sino que dejó inconcluso el segundo, de hecho nos presenta, al mejor estilo épico, una asamblea de los dioses y cuando Zeus va a tomar la palabra, el texto se interrumpe bruscamente.

Mucha tinta ha corrido para explicar este final abrupto, así como para intentar dilucidar que se proponía el filósofo ateniense al contar esta historia que, como remarca el irónico Sócrates: “es un hecho, no una ficción”. ¿Era un eco de antiguas tradiciones egipcias?, ¿o una creación del propio Platón para ilustrar sus propias concepciones de la sociedad, la moral y la política?. Todas las respuestas que se han dado oscilan entre estas dos preguntas, con matices, con leves, o no tan leves, enmiendas, con pasión la mayor parte de las veces.


Nadie había mencionado la Atlántida antes que Platón; hubo, sí, islas más o menos míticas en las tradiciones de los diversos pueblos de la Antigüedad; el país de Dilmún de los sumerios, la Keftiú de los egipcios y la Esqueria de Homero, pero ninguna de ellas (con excepción quizás de Keftiú, como veremos) es una seria candidata para la Atlántida. Nadie, tampoco, volvió a darnos nuevos datos sobre esta tierra, todos parten del relato del filósofo griego y lo aderezan con comentarios o, en tiempos modernos, con presuntos hallazgos arqueológicos que vienen a confirmar, en sus grandes líneas, la narración del Critias.

Sobre esta tradición se injertaron otras historias; historias de catástrofes marítimas nacidas en las orillas europeas del Atlántico (el nombre del océano no remite a la Atlántida, sino al titán griego Atlas que llevaba la bóveda celeste sobre sus hombros), historias de antiguos reinos más o menos legendarios, historias de paraísos allende los mares y de maravillosas culturas olvidadas en el remoto pasado.

Más tarde vendrían los “investigadores” intentando probar que la Atlántida existió, recogiendo con minuciosidad de aficionado los menores indicios a una y otra orilla del océano que probaban un contacto entre los pobladores del viejo y el nuevo mundo (pirámides, mitologías, palabras sueltas, frutos y hasta migraciones de animales), intentando cartografiar la mítica isla, buscándola más allá del océano en lugares tan diferentes como el Mar del Norte, las Bahamas, el Mar Negro y hasta el Sahara.

Una de las últimas "ecuaciones" de Atlántida es la de Díaz Montexano que la ubica en España. En la ilustración una de las "pruebas" un jarro pintado con círculos que, evidentemente según el autor, reflejan los anillos de agua y tierra descriptos por Platón. Así se hace (pseudo)ciencia.

Nació así la imagen moderna de Atlántida; y, así como Platón fue el primero en dar a conocer la existencia de la isla allá por el año 400 a.C., el norteamericano Ignatius Donnelly fue su divulgador en el siglo XIX y el responsable de la noción que hoy tenemos de la mítica isla.

El jesuita Athanasius Kircher (1602 - 1680) trazó este mapa, supuesto, de la Atlántida; el primero del que se tiene noticia

Si querés leer más:

Fragmentos del texto de Platón: http://www.kelpienet.net/rea/platatla.php

A favor de la existencia de Atlántida: http://georgeos-diaz-montexano.blog.com.es/2006/11/29/atlantida_historica_aies_realmente_la_at~1380771

En contra de la existencia de Atlántida: http://www.geocities.com/planetaesceptica/atlan1.htm

lunes, agosto 13, 2007

Historia del Imperio

Creo que es Carlos Fuentes quien le hace decir a Cortés, en imaginario diálogo con Moctezuma; "El imperio no ha hecho sino pasar de una mano a otra, de Alejandro hasta Carlos".

Supongo que, cum grano salis, tiene su cuota de razón.

Yo lo modificaría así: "El imperio no ha hecho sino variar de amo, desde César hasta Bush"

Sin remontarnos hasta los macedonios, mucho menos a los asirios, se puede perfectamente sostener que el Imperio Romano nunca cayó, que aún permanece y que su actual "manifestación" no es sino el Imperio (norte) Americano.

Cuando Teodosio, allá por el 395, divide el Imperio Romano entre sus hijos, a los efectos de un mejor gobierno, no pretende crear dos estados (aún cuando así resultase en la práctica) sino uno solo con jurisdicciones diferentes. De resultas de este hecho una de las partes del Imnperio, concretamente la Oriental, pervivirá durante más de un milenio y la otra, la del Oeste, bien que invadida por supuestos "aliados", conservará la nostalgia de la unidad imperial.

En 476 no cae Roma, sino que es depuesto el último emperador occidental y, formalmente, el Imperio vuelve a tener un solo soberano Zenón, residente en Constantinopla. Justiniano, con desastrosas consecuencias, intentará convertir esta realidad jurídica en fáctica pero fracasará por su estrechez de miras.

En el 800, un descendiente de estos reyezuelos germánicos, Carlos, llamado el Magno... es coronado como Emperador de Occidente. En efecto, el imperio que llamamos carolingio no es sino un nuevo avatar del romano, recurre a su tradición, recoge su ideología y se considera continuador de los Césares. Pese a la protesta de los Autocratores de Bizancio, ambas cabezas del doble Imperio continuarán coexistiendo con ocasionales alianzas o breves momentos de tensión.

El Medioevo y el Renacimiento heredan esta idea de que sólo puede haber un Imperio; el Romano, y que tanto Constantinopla, hasta su caída, como el soberano electo por los príncipes germánicos y coronado en Roma (sea cual fuere) son herederos de esa tradición.

El Imperio Oriental

El Imperio Occidental

Una sola Roma

Cuando cae la ciudad de Constantino muchos se apresuran a reclamar su prestigiosa sucesión. Lo hace el mismo Mahomet, su conquistador (pero no entusiasma a sus súbditos musulmanes), lo hacen los príncipes de Moscovia (la Tercera Roma) y lo hace, tácitamente, el Emperador germánico.

En el plano jurídico el Imperio cesa de existir recién el 6 de agosto de 1806, pues en esa fecha el último emperador romano; Francisco II, derrotado por Napoleón, renuncia al título y se conforma con ser Francisco I de Austria.


Un poco antes de la renuncia de Francisco; en 1804, el Gran Corso se propone recoger la herencia vacante. No se titula, por supuesto, Emperador de los Romanos, sino de los Franceses, pero se hace coronar por el Papa (bueno, se corona a sí mismo en presencia del atónito Pontífice) y representar con los emblemas de los Césares.

Este Imperio, hijo de una revolución que reivindicaba consientemente la herencia romana (república, cónsules, tribunos y demás), no logra permanecer y es desplazado por una coalición europea liderada por un nuevo imperio naciente; el británico.

Así es, "the largest empire that the world had ever known", como decían sus publicistas, fue el Británico. Un imperio basado en el comercio y el gobierno indirecto, al cual, ya en su época, comparaban con Roma, la ciudad de las siete colinas no dejó nunca de ser una referencia, con mucho de razón.

El Imperio Británico fue, en varios sentidos, el heredero y continuador de la tradición de los Césares; con cambios, por supuesto y en un mundo radicalmente diferente, tras el doble trauma de la Revolución Burguesa y la Revolución Industrial.

Rivales hubo, por supuesto; el Imperio Ruso de los Césares (Zares) concientemente embanderado en la tradición Romana Oriental, el Imperio Prusiano de Bismarck, cuyo soberano llevaba el título de César (Kaiser) y hasta esa broma escolar que fue el Segundo Imperio de Napoleón III, sin embargo sólo el Reino Unido de Gran Bretaña puede ostentar con orgullo el dominio universal en una época en que ser imperialista no era vergonzoso.

Las cosas cambian con el nuevo siglo. Las guerras erosionan el poder de los británicos y, después de 1945, culmina su dominio mundial. Una nueva entidad se prepara para tomar el relevo del poder:

Estados Unidos de América.

Las Trece Colonias, surgidas en el clima ideológico de la Ilustración, recurren de manera deliberada a la tradición romana como manera de legitimar su existencia. De hecho dos tradiciones son las que confluyen en la creación de la primera autoconciencia americana; la del origen sajón, que enfatiza las instituciones libres de los antiguos germanos, su "inconformismo" y su espíritu de empresa, y la del origen grecorromano que hace hincapié en la cultura clásica, la formación humanista y los conceptos de república, respeto por el derecho y ética elevada; ambas coinciden en exaltar el papel del individuo, en el rechazo a la tiranía y en la sobriedad de las costumbres.

A estos valores vuelven los ojos los llamados Padres Fundadores en 1776 y formarán el núcleo del pensamiento americano, de su ideología. Estados Unidos es, así, la tierra donde se realizan los ideales tanto de la libertad anglosajona (anterior al norman yoke) como de la República Romana (en los tiempos previos al imperio). El Capitolio, el Senado, las líneas clásicas de los edificios de la Avenida Pennsilvania, entre tantos ejemplos, son testimonios de este entronque conciente con la tradición de la Roma de Bruto, de Publícola y de Cincinato (Cincinnati, es el nombre de una de las más importantes ciudades de Ohio), América se considera legítima sucesora de Grecia y de Roma.

Sin embargo donde más se nota esta continuidad no es en las instituciones o en la arquitectura, sino en la política expansiva de la naciente república.

Así fueron creciendo desde 1800 hasta 1900 (click para animar)


Nuevas tradiciones como la del Destino Manifiesto y la de la Frontera se suman a los viejos mitos sajón y romano, operación en la que ambos se articulan de manera tal que justifican la expansión hacia el sur y el oeste como el cumplimiento de una ley universal (por esos mismos años el viejo Hegel acababa de decir que la civilización seguía el curso del sol)... América, que ya había usurpado el nombre de un continente, comenzaba a apoderarse del mundo.

Con grandes zancadas los pioneros y los capitalistas (norte) americanos dominan los territorios que habían sido franceses y españoles, presionan sobre posesiones aún británicas y terminan de arrebatar las tierras a sus primeros habitantes.

Una nueva ideología se forma en las mentes de los ciudadanos de esta sedicente democracia. Ella les dice que son el producto directo de una doble tradición de justicia y libertad, les augura un futuro venturoso y les garantiza que su modo de vivir es el paradigma al cual se dirige la humanidad.

La república deja paso al imperio en los días previos a la primera guerra mundial.

Como lo hiciera Atenas en los tiempos de Pericles, los Estados Unidos intentan combinar un sistema democrático en el interior con una política exterior inspirada en la dominación más cruda. Esto lleva, por supuesto, a una contradicción que no puede resolverse sino con el colapso de uno de los dos términos. La democracia americana, nunca demasiado abierta, adquiere entonces rasgos de caricatura; cuando los poderes económicos deciden presionar el ingreso de los Estados Unidos en la Gran Guerra el pasaje de un gobierno republicano a un estado imperial se consuma en la política interior. Desde entonces serán los lobbys, desde la Segunda Guerra el llamado "compejo militar industrial" el que dirija los destinos de los americanos, igual que en Roma, después de las Guerras Púnicas, habían sido los grandes mercaderes esclavistas junto al ejército quienes imponían los cónsules...

En lo externo la caida de Britannia, marcada por los acuerdos de Bretton Woods, 1944, señala el momento del ascenso al poder del nuevo imperio.


La era de la primera pax americana se caracteriza por la amenaza permanente del poder soviético; la Guerra Fría, y por un avance permanente de los Estados Unidos sobre la soberanía de los demás estados. Aún la caída del sistema de Bretton Woods en los setenta no origina la caída del imperio, sino a lo sumo una retirada táctica. La victoria, cultural e ideológica, sobre el mundo socialista y el establecimiento de una virtual hegemonía mundial desde los años 90 del siglo pasado abren un segundo período para el Imperio, el cual aún estamos viviendo.

Bases militares de los EE UU, guardianes del Imperio

Una interpretación del Imperio Americano, con las fechas de "sumisión" a sus dictados (click para ampliar)



Cronología del Imperio Romano

    1. 500 -200 a.C. : Roma se constituye como republica y se anexiona todos los territorios de Italia.
    2. 200 - 100 a C: Después de las Guerras Púnicas y Macedónicas Roma controla el Mediterráneo.
    3. 100 - 50 a C: Roma avanza en el frente occidental dominando los territorios de Hispania y Galia
    4. 100 a C - 70 d.C.: Apoyando pretendientes desplazados y gobiernos amigos Roma controla los estados surgidos del quiebre del Imperio de Alejandro.
    5. 1 - 110 dC: Roma dirige su atención hacia las regiones septentrionales logrando, pese a derrotas parciales como Teutoburgo, un importante control militar sobre Britania, Germania, Dacia y Pannonia.
    6. 100 - 150: Destruido el Imperio Parto, Roma controla los estados de la Alta Mesopotamia y Armenia, incluyue a los bárbaros en sus ejércitos y comienza a crear una comunidad cultural: la Romania, basada en las mismas formas culturales y políticas.

Cronología del Imperio Americano

  1. 1800-1898: Los Estados Unidos se constituyen como república y se anexionan todos los territorios al oeste de las Trece Colonias originales.
  2. 1899-1932: Después de la guerra contra España, 1898, se apoderan de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, extendiendo informalmente su control sobre América Central.
  3. 1945-1953: A continuación de la Segunda Guerra Mundial ocupan Europa Occidental y controlan los gobiernos de la región, así como el Japón.
  4. 1948-1976: Apoyando golpes militares y dictadores los Estados Unidos controlan las naciones surgidas del quiebre del Imperio Español y Lusitano en América del Sur.
  5. 1954-1975: Estados Unidos dirige su atención hacia la región de Asia y el Pacífico Sur logrando, pese a derrotas paciales como Vietnam, un importante control militar sobre esta zona.
  6. 1990-2006: Al día siguiente del colapso de la URSS los Estados Unidos controlan las elecciones, por el fraude de ser necesario, en Europa del Este y expanden la OTAN. En el Cercano y Medio Oriente, apoyando a su peón Israel, el Imperio busca apropiarse de las reservas energéticas e impedir el avance de potencias emergentes como China o, más remotamente, Europa. Hegemonía cultural de los Estados Unidos e intento de imponer su interpretación de la cultura occidental como la única posible.
¿El pasado se proyecta al futuro?
(hacé click aquí para ver una impresionante animación, "cortesía" del Partido Expansionista de los EEUU: http://www.expansionistparty.org/)

sábado, agosto 11, 2007

En la noche, dramatis personae






Escenario

Las sombras son largas en la noche
Las estrellas parecen más brillantes por el frío
el corazón se estremece
busca reposo pero sólo encuentra silencios

Sueños que turban conciencias inquietas,
despertares inquietos
besos, deseos, temores
la presencia obstinada del pasado


La Sulamita

Alguien ha elegido esta noche
para animarse a un temido encuentro
alguien ha elegido (Agosto diez)
para comenzar a olvidar lo inolvidable

Niega para poder seguir viviendo
se convence de estar haciendo lo correcto
ha comprado lo necesario
para mostrarse ante quien no ama

¿Qué podrá sentir el mismo día,
en que, otrora, descubrió al amado,
entregándose al olvido en otros brazos,
traicioneros y mezquinos?


El Exiliado

Alguien en otro lado
deja que sombras frías lo atenacen
porque sólo sin impedirles que campeen por el alma
es posible despojarlas de poder

Alguien en la soledad
cierra la maleta que portaba los recuerdos
abre la puerta que una mano, hermosa,
le tiende hacia el futuro

No lo ha buscado
la noche lo lleva en su misterioso recorrido
el silencio de un lado
las palabras del otro

Epílogo


El final se acerca, viste traje de sueños
y huele a silencios y a desprecio
El final se parece a una mano tendida
en vano
a un mendigo sonrientemente ignorado
a la estática
al eco muerto en las paredes recién pintadas
a una mujer que busca el olvido
a un mensaje de texto obstinadamente ignorado

Prólogo


No es un nuevo comienzo
nunca pueden reeditarse, por fortuna,
las historias
Es una página que se vuelve,
en colores, con poemas, con caricias y deseo
Es un país nuevo
prados, bosques, saltos de agua
ciudades donde cantar y ensayar esas risas tanto tiempo olvidadas
Es una sorpresa en la madrugada
estudiar juntos
reirse sin motivos
oir voces en la casa desierta
recibir un correo inesperado
y saber que, todavía, se está vivo


Mensaje


Cada quien elige
bien o mal
Cada quien descubre
que dejó ir a quien amaba
que encontró a quien amar
Cada quien sabe
si ha leído bien o se ha quedado en lo inmediato


domingo, agosto 05, 2007

Always look on the bright side of Life











Si tuviese, así, de improviso, que elegir la mejor película de todos los tiempos no titubearía en señalarla:
La Vida de Brian (Life of Brian), de los Monty Python, producida por George Harrison; sí, el ex Beatle...

Seguro que existen otras más espectaculares, muchas más profundas, unas pocas realmente memorables. También es verdad que los gustos en cine, como en platos y mujeres (hombres, si así lo quieres), son algo muy personal, mediatizado por experiencias, obsesiones y meras preferencias.

Con todo, La Vida de Brian es una verdadera joya. Una comedia irreverente que te hace pensar.

El filme parodia la vida de Jesús, más bien las representaciones de esa vida, y lo hace con una serie de gags disparatados (algunos se pierden en la traducción pues los juegos de palabras son un recurso favorito del grupo británico) y con enredos delirantes.

La historia central es que un judío nacido el mismo día que Jesús, Brian Cohen, es confundido con el Mesías y, aunque lo niegue, todos persisten en adorarlo pues "¿acaso el verdadero Mesías no negará serlo?" una frase maravillosa que, como la teoría freudiana de la resistencia, imposibilita todo diálogo coherente. Brian, por su parte se involucra con uno de los tantos grupos antirromanos que se suponen existían en la época, por lo cual termina arrestado y condenado a muerte.

Ya en la cruz, uno de los tantos crucificados (Eric Idle) le da ánimos con una canción que, cerrando el filme, es coreada por todos los demás...



Esa es la que quería compertir con ustedes, hay más "sabiduría" en esta letra que en todos los ilusorios sermones de los predicadores (y eso sin hablar de los libros de autoayuda).

Tararaear esta canción es una de mis mejores terapias... y me recuerda lo maravilloso y liberador que es ser ateo.

The bright side of Life

Some things in life are bad
They can really make you mad
Other things just make you swear and curse.

When you're chewing on life's gristle
Don't grumble, give a whistle
And this'll help things turn out for the best...

And...always look on the bright side of life...
Always look on the light side of life...

If life seems jolly rotten
There's something you've forgotten
And that's to laugh and smile and dance and sing.
When you're feeling in the dumps

Don't be silly chumps
Just purse your lips and whistle - that's the thing.

And...always look on the bright side of life...
Always look on the light side of life...

For life is quite absurd
And death's the final word
You must always face the curtain with a bow.

Forget about your sin - give the audience a grin
Enjoy it - it's your last chance anyhow.

So always look on the bright side of death
Just before you draw your terminal breath

Life's a piece of shit
When you look at it

Life's a laugh and death's a joke, it's true.
You'll see it's all a show
Keep 'em laughing as you go

Just remember that the last laugh is on you.

And always look on the bright side of life...
Always look on the right side of life...
(Come on guys, cheer up!)
Always look on the bright side of life...
Always look on the bright side of life...
(Worse things happen at sea, you know.)
Always look on the bright side of life...
(I mean - what have you got to lose?)
(You know, you come from nothing - you're going back to nothing.
What have you lost? Nothing!)
Always look on the right side of life...

Y aquí en una traducción bastante fiel....


Hay cosas malas en la vida
Que pueden volverte loco
Otras te hacen jurar y maldecir
Cuando muerdas en hueso a la vida
No te quejes, sólo silba
Eso ayudará a que las cosas mejoren

Y... mira siempre el lado brillante de la vida...
... mira siempre el lado luminoso de la vida...

Si la vida parece una bonita mierda
Es que has olvidado algo
Reir, sonreir y bailar y cantar
Cuando estés deprimido
No seas tan tonto
Junta tus labios y silba - eso es.

Y... mira siempre el lado brillante de la vida...
... mira siempre el lado luminoso de la vida...


Porque la vida es bastante absurda Y la muerte, la palabra final Enfréntate al telón con una reverencia Olvida eso de tu pecado - da a la audiencia una gran sonrisa Disfruta - a fin de cuentas es tu última oportunidad

Así que... mira siempre el lado brillante de la muerte
Antes de exhalar tu último aliento

La vida es un trozo de mierda
Cuando te paras a pensarlo
La vida es una risa y la muerte una broma, es cierto
Verás como todo es una farsa
Hazlos reir mientras te vas

Recuerda que la última risa será por ti

Y mira siempre el lado brillante de la vida...

Mira siempre el lado bueno de la vida...


(¡Vamos, chicos, arriba ese ánimo!)

Mira siempre el lado brillante de la vida...

Mira siempre el lado brillante de la vida...

(Cosas peores ocurren en el mar, ¿sabes?.)
Mira siempre el lado brillante de la vida...
(Me explico - ¿Qué tienes que perder?)
(¿Sabes?, vienes de la nada - vuelves a la nada. ¿Qué has perdido?

¡Nada!)

Mira siempre el lado brillante de la vida...