Buscar este blog

sábado, octubre 27, 2007

Juana, la Papisa







¡Una papisa!

¡Una mujer en el trono del Pescador!

¡Burla para los protestantes y rubor para los papistas!

¡Tema para Voltaire, para los autores de betsellers, para los amantes de los misterios históricos!

¡Deliciosa historia!

El Tarot la incorporó a sus figuras y los polemistas la usaron profusamente.

Hubo ensayos, diatribas, novelas y hasta algún filme.

Y antes, una leyenda...














La Papisa Juana


Se cuenta que hubo una mujer, de origen inglés pero nacida cerca de Maguncia (hoy en Alemania) que llegó a ser Papa, más bien, Papisa.

Allá por el 855, época dura de aristócratas bárbaros y clérigos rapaces, cuando los Papas eran el último resabio del orden imperial esta mujer extendió su dedo para recibir el Anillo del Pescador. Otros autores buscan otras fechas del mismo siglo y se refieren al sagaz y diplomático Juan VIII como el protagonista de nuestra historia.

Juana era, añaden para más sabor, hija de un monje procedente de la entonces mucho más ilustrada Inglaterra y creció en un ambiente de erudita religiosidad. Como en esos tiempos nadie, mucho más si no era noble, podía acceder de al saber si no era ingresando en la vida eclesiástica, la pequeña Juana no tuvo otra opción que el convento. A diferencia de sus contemporáneas, no obstante, no lo hizo en una orden femenina, donde la enseñanza era mínima por cierto, sino en alguna de las ramas de la prestigiosa familia benedictina y vestida como varón. El cronista Martín el Polaco, incapaz de creer que una mujer podía amar el saber por sí mismo, supone que, en realidad seguía a un amante. A mí me gusta más pensar que se había enamorado del conocimiento.

Iohannes Anglicus, tal el nombre del monje imberbe, destacó como copista y viajó por toda la Cristiandad. Estuvo en Constantinopla, donde conoció a otra mujer de armas tomar, la emperatriz Teodora (las fechas no coinciden, pero ¡que importa!), en Atenas, y allí aprendió medicina con el Rabino Isaac Israelí y en la corte del Emperador de Occidente Carlos, el Calvo para terminar su periplo tras las derruidas murallas romanas.

Su erudición, quizás su intuición femenina si tal cosa existe (como me consta) y su encanto (que podemos, románticamente, imaginar) le valieron un puesto importante en la Curia bajo el pontificado de León IV hasta llegar a ocuparse de los asuntos internacionales del Servus Servorum Dei.

Mano derecha del Pontífice, no le costó demasiado ser electa para sucederle (con el nombre de Benedicto III o bien de Juan VIII) y nadie dice que no cumpliera con eficiencia su tarea espiritual tanto como política.











Un día, sin embargo, mientras se dirigía por la calle de Querceti, cerca de la iglesia de San Clemente y del arruinado Coliseo, hacia Letrán, comenzó a sentir fuertes e inconfundibles dolores.













La Basílica de San Juan de Letrán, un antiguo palacio imperial






Sucedía que Juana se había enamorado del rubio embajador sajón (digo yo que era rubio, realmente no

lo sé) Lamberto y, cediendo a la pasión como dicen las telenovelas, había quedado embarazada. El parto, pues, le sobrevino en plena procesión y miles de fieles romanos contemplaron, con explicable asombro, como el Papa daba a luz a un hermoso varoncito… tal vez tan rubio como su papá.


El gentío enfurecido, dice Jean de Mailly, el propio trabajo de parto, asevera Martín, determinaron la muerte de la joven pontífice.

En cuanto al niño no he podido averiguar que fue de él. Sin embargo en el lugar se colocó una imagen de ambos; madre e hijo, y se grabó en mármol la siguiente inscripción: Petre, Pater Patrum, Papisse Prodito Partum (Pedro, Padre de los Padres, favoreció el parto de la Papisa) o P.P.P.P.P.P.

Por supuesto nunca más Papa alguno volvió a pasar por esta calle, camino de Letrán.

También desde entonces cada nuevo Papa electo debía sentarse en la "sella stercoraria" (sí, significa eso mismo que pensás), un asiento (se dice que de pórfido) con un agujero en el centro y someterse a la verificación táctil por medio de un eclesiástico encargado de ese (desagradable, pero nunca se sabe) menester. El ritual, agrega la leyenda, culminaba cuando el inspector ad hoc exclamaba: Duos habet et bene pendentes (Tiene dos, y cuelgan bien) que establecía claramente la, al menos sexual, virilidad del Pontífice.










¡¡¡Sí, los tiene bien puestos!!!

Varios hechos se unieron para dar origen a esta leyenda, muchos malos entendidos e inexactitudes (inaccuracy is a God, dijo alguien) colaboraron en su difusión y al menos un antiguo recuerdo sirvió para fijarla en la memoria colectiva de Occidente.

Sacerdotisas hubo en todos los cultos antiguos, sin embargo el judaísmo y el cristianismo proscribieron la participación femenina en la adoración a su celoso dios patriarcal. Hubo intentos y hubo desafíos, pero no prosperaron, aún entre los cristianos que se atrevieron a mantener, desnaturalizada y disfrazada, a la diosa madre...

El recuerdo y la posibilidad, empero, se mantuvieron. Podemos imaginarnos, en los albores de la Edad Media (ni tan oscura como pretendiera Gibbon, ni tan clara como la soñaran los románticos) los murmullos en los claustros, los debates en las escuelas, los cuentos rústicos (¡oh Chaucer!) en las posadas:

Hay, hubo, una Papisa.

Hay, hubo, una mujer que fue sacerdote y que llegó a la Cátedra de San Pedro.

Hay, hubo, alguien (alguna) que desafió los cánones, las reglas y los rígidos estamentos. No controlan todo, no siempre se salen con la suya los que nos proscriben. El poder también puede (debe) ser engañado.

Así hablarían, así se reirían por lo bajo. Poco importa si era o no verdad.

Es un hecho que la Papisa nunca existió. Las series de Papas, pese a ciertas inexactitudes y sucesiones debatidas, está claramente establecida; testimonios materiales como monedas y medallas corroboran el hecho. En 855, la fecha más probable, fueron Papas León IV, murió ese año, y Benedicto III, además del antipapa Anastasio, las pruebas son concluyentes. No hay lugar para la mujer... como tantas veces en la historia.

Es muy probable que la política del Papa Juan VIII (872 - 882), extremadamente conciliadora frente a la Iglesia Griega según los obtusos funcionarios occidentales, diese origen a la reputación de "feminidad", que ellos asociaban, ¡pobres!, a debilidad, del pontífice. Es posible, pero no hay pruebas directas, que lo llamasen Papisa Juana. Es casi indicial que en este episodio se originase la leyenda, sin percatarse de recoger viejos temas míticos.

También las acciones de la aristócrata romana Marozia pudieron haber sido el núcleo de la fábula. Esta mujer, hija y madre de Papas, era intrigante y audaz, eso dicen sus interesados biógrafos al menos, y durante una generación dispuso a su antojo del trono pontificio eligiendo y deponiendo a seis "Santos Padres" en veinticinco años... período llamado Pornocracia por el Cardenal Baronio en el no menos escandaloso siglo XVI. Quizás Marozia también hubiera merecido el epíteto de Papisa.

El episodio del parto en la calle de Querceti, cerca de San Clemente, parece deberse a una mala interpretación de una inscripción antigua: P. P. P. P. P. P no significaría Petre, Pater Patrum, Papisse Prodito Partum (Pedro, Padre de los Padres, favoreció el parto de la Papisa) sino Propria Pecunia Posuit Patri Patrum P. es decir P (nombre de un donante desconocido) ofrece de su propio dinero al Padre de los Padres (epíteto de los sacerdotes de Mitra). Idea no tan descabellada, y apuntada por Dollinger, autoridad en epigrafía romana, si se recuerda que en la olvidadiza Edad Media muchas inscripciones antiguas fueron reintepretadas de esta manera. Siendo que la calle en cuestión había dejado de usarse (estaba bloqueada) y que en ella había un fresco que mostraba a una Madonna con el Niño, no puede extrañar que todos esos indicios se conjugasen para dar origen a uno de los episodios más pintorescos de la leyenda.




El otro elemento, la comprobación de la virilidad del pontífice electo a través de la "sella stercoraria" nunca tuvo lugar, no es mencionado en ninguno de los precisos rituales que se conservan referidos al entronizamiento del Pontífice y parece deberse al uso que hicieron los papas de antiguos asientos sanitarios (o sea letrinas) romanos hechos de pórfido y vestigios del mobiliario imperial (recordemos que el Palacio de Letrán, aún hoy propiedad del Vaticano, era una de las residencias de los Césares). Una costumbre, digamos, bizarra que naturalmente daba pie a leyendas como la citada.

Digamos que no es algo muy "edificante" pensar que el Papa se sentaba en un retrete antiguo, de mármol rojo, claro, pero retrete al fin...

Sin embargo; ¡nadie le tocaba los testículos para verificar que era un varoncito!

Con todos estos detalles la historia ya estaba lista para pasar a los Cronicones, para ser copiada por los monjes, para la risa y para la diatriba. Las propias autoridades eclesiásticas la aceptaron y cuando Jan Hus, poco antes de ser enviado a la hoguera, la citó como prueba de la inmoralidad de la Curia Romana no fue refutado.

Hubo que esperar al siglo XVI para que se establecieran los hechos, y se conjeturase el origen de este cuento que, no obstante, aún hoy, sigue siendo citado de tarde en tarde en foros de Internet.

Nada, en principio, se opondría a que una mujer ocupase la Cátedra de Pedro. De hecho no es requisito la ordenación para ser Papa, el Espíritu Santo, según los fieles, es quién elige a aquel que será ungido sucesor de Pedro, y podría muy bien suceder que escogiese a una representante del género femenino y designarla para ser la Piedra de la Iglesia Católica... pero hasta ahora eso no ha sucedido. Lo cual es una lástima.

Todos somos peronistas (rompiendo la veda electoral)

Hay una anécdota (se non é vera....) que cuenta una entrevista entre Perón y un periodista extranjero en los días en que el ya viejo líder vivía exiliado en Madrid. Preguntado sobre la política argentina el General se demoraba en indicar los porcentajes de adherentes de cada uno de los partidos de la época: los radicales, decía, son el 35 o 40%, los conservadores forman el 20%, los socialistas, tanto, los comunistas, cuanto y así terminó el elenco sin nombrar al partido que había fundado.
¿Pero cómo, preguntó el corresponsal, y los peronistas cuántos son?
Ah no, dijo el viejo líder con esa sonrisa que desarmaba oponentes, peronistas son todos...



En la Argentina de 2007, treinta y tres años después de la muerte de Perón, esta ingeniosidad se ha vuelto un lugar común de la política.

Peronistas son todos.

Cristina Fernández de Kirchner, CFK para la jerga, reivindica su procedencia de ese movimiento y se presenta como la candidata de un gobierno peronista... una revancha de la Historia para esa olvidable presidenta que fue Isabelita.

Su principal opositora, la mediática y a ratos gorila (basta ver entre sus acompañantes a Sebrelli) Elisa Carrió afirma, pese a su raigambre radical, seguir los pasos de Evita y busca alinearse en aquella presunta línea histórica Yrigoyen - Perón... la misma, dicho sea de paso, donde quiso colarse Alfonsín con su "tercer movimiento histórico".



Roberto Lavagna es un peronista, ministro de economia del ex gobernador Duhalde y un breve tiempo del propio Kirchner, se presenta como candidato a presidente por una entelequia llamada UNA, conformada por lo que queda de la Unión Cívica Radical (nota para lectores extranjeros: que el nombre no llame a engaño, son tan radicales como el PSOE es socialista y obrero) en cuyo amplio espacio caben también algunos tránsfugas del peronismo sin lugar en las listas oficialistas.

El asesino de maestros Jorge Sobisch, gobernador de Neuquén, se postula a la primera magistratura por el Movimiento Popular Neuquino, partido provincial de extracción peronista, acompañado del (mal) escritor y provocador de profesión Jorge Asís, quien se considera, también, un peronista y fue funcionario durante el menemato.

El cineasta Fernando "Pino" Solanas, autor entre otras de "La Hora de los Hornos" , del documental "Perón: actualización doctrinaria para la toma del poder" y de "Los Hijos de Fierro" viene, así mismo, del movimiento fundado por el General, bien que ligado a sus interpretaciones más "zurdas" y aspira tanto a la presidencia como, más realistamente, a un lugar en el Senado de la Nación.
Lleva consigo a numerosos referentes de la intelectualidad peronista, como es el caso de la lúcida socióloga Alcira Argumedo; y cerró su campaña, centrada en la defensa de la soberanía energética, con una réplica del avión a reacción Pulqui construido por el gobierno peronista en los años 50 del pasado siglo.

Por último Alberto Rodríguez Saá, el gobernador de San Luis, reelegido con el 83 % de los votos (vale aclarar que la oposición no se presentó al comicio), esposo de una actriz de mediana edad, supuesto emisario de extraterrestres (aunque él lo desmiente) y hermano del brevísimo ex presidente Adolfo, también procede del peronismo y aspira a ser electo presidente de los (sufridos) argentinos.

Es decir que de las 13 agrupaciones políticas que competirán mañana, 6 que representan según las encuestas casi el 90 % de los votos, se encuadran, apelan o buscan el aval de Perón y de la mitología peronista.

¿Se ha vuelto, por fin, peronista la Argentina?
¿Es el peronismo la "ideología" del pueblo de esta nación en el Sur del Sur?

Un rápida ojeada a los datos anteriores podría indicar una respuesta afirmativa a estas preguntas.
Sin embargo no todo es tan simple.

Criticado, visto como responsable del "atraso argentino", tildado de fascista (lo que nunca fue) y protector de criminales de guerra (lo que sí hizo, al igual que la URSS y los EE UU), demonizado y excecrado por la gente bien.

Alabado y reivindicado como auténtico, como popular, como expresión de lo mejor que tenemos, reinventado día a día.

¿Qué es el peronismo?



















Si algo caracterizó al peronismo, como a su predecesor el Yrigoyenismo, es la ausencia de un componente ideológico expreso. El peronismo histórico fue un emergente social multiforme que, voluntariamente, careció de estructura filosófica o aún de una expresión doctrinaria más allá de algunos apotegmas ambiguos, las famosas Veinte Verdades, o de lemas más o menos efectistas.

El peronismo, fenómeno plural, divergente en el tiempo y casi inasible para quien no lo haya vivido, es más bien una actitud, un talante, un, como decimos acá, sentimiento. Las analogías más evidentes que se me ocurren pasan por la identificación con un club de fútbol, una comunidad (no una fe) religiosa, o un grupo musical. Pero también tiene que ver con una toma de posición pragmática, con un institntivo acercamiento a las maneras y los modos de actuar y de ser de los sectores populares, con un estilo de hacer política, de gestionar, de gobernar.

El peronismo fue un movimiento de corte nacionalista, con influencias del catolicismo social y un fortísimo componente obrerista, unido en el seguimiento casi incondicional de Perón y de Evita en los primeros años (1945 - 1952).

El peronismo fue nacionalista y autoritario, con énfasis en la producción y la disciplina social, enfrentado a la Iglesia y a los partidos tradicionales y con un tímido acercamiento a los EEUU en los finales del segundo gobierno de Perón (1953 - 1955).

El peronismo fue un movimiento de resistencia popular, con tendencias disímiles en su seno, de postulados claramente anti imperialistas, coqueteando con los movimientos de liberación del Tercer Mundo y preocupado por "reconquistar" el poder durante los diecisiete años de exilio del General (1955 - 1972)

El peronismo fue a la vez tanto un movimiento de liberación nacional, con presencia casi excluyente en los sectores populares, muy arraigado en la juventud y con un discurso de izquierda como una estructura burocrática centrada en "la corte" de Perón, de ideas reaccionarias y casi fascistas, ambas tendencias con fuertes llamamientos a la violencia, durante el llamado Tercer Gobierno Peronista (1973 - 1976)

El peronismo en algunos de sus principales dirigentes se acercó a la dictadura pero, también, fue el grupo político más perseguido y el que dio más desaparecidos durante esa negra noche (1976 - 1983)

El peronismo fue el gran derrotado en las elecciones del '83 y el que aprovechó todos los errores del radicalismo (especialista en el tema) para presentarse como la única alternativa al desgobierno de Alfonsín.

El peronismo fue el dócil instrumento de Menem para aplicar del modo más contundente las políticas neoliberales prescriptas por los "gurúes" de la economía (vernácula y mundial) por medio de la notable, pero no novedosa, alianza entre las clases más opulentas y las más humilladas de la sociedad.



El peronismo fue una escuela de corrupción.


Un discurso histórico lejano.





Una mitología cada vez menos convocante.








Una marca de fábrica. Una garantía de, al menos, robar pero hacer. Un seguro de "gobernabilidad". Una imprevisibilidad que resulta, a la postre, manejable. Un epítome de ese imposible llamado "ser nacional".

Y es por eso que, gane quien gane, el próximo presidente (o presidenta según lo indican todas las encuestas) será peronista.

¿Es que no lo somos todos en este país?


miércoles, octubre 17, 2007

Doce de octubre, palabras para un acto escolar



No es un día de fiesta. No es un día de alegría.

No es un acto escolar como otros, cuando festejamos la libertad, la bandera, la independencia…

Es un día para el recuerdo, un momento para mirarnos a nosotros mismos.

Hace más de quinientos años, una mañana de octubre, la vida cambió para siempre en nuestra América.

Fue en unas islas que no podían ser más hermosas; playas de arenas blancas, palmeras cargadas de frutos, la brisa suave soplaba del mar ¿cómo imaginar lo que esa brisa traería?

Unos barcos panzudos y oscuros aparecieron en el mar sereno. Unos hombres, malolientes, barbudos, cubiertos de acero, bajaron a tierra; al frente, un marino de ojos ávidos y afiebrados.


Detrás, dos maderos cruzados que parecían la sombra de un destino desconocido pero terrible.



Hablaban palabras en lengua extraña, palabras cargadas de violencia, de codicia, de intolerancia.

De la selva salieron nuestros hermanos, eran los primeros de los millones que vivían en esta tierra que, aún, no se llamaba América.

Los miraron con sorpresa y un poco de compasión: ¡cuánto debían haber viajado esos hombres! ¡qué cansados se les veía! Con respeto, con recelo también, se acercaron y les tendieron la mano.

Por un instante la Historia estuvo en suspenso.

Era el 12 de octubre de 1492.




La mano oscura del indígena americano, la mano pálida del indígena europeo se encontraron, después de siglos de separación, en aquella playa de arenas blancas y sol resplandeciente.



Una mano traía plantas desconocidas, secretos olvidados de la madre tierra, dioses que danzaban y temores crueles como la noche.

La otra llevaba la carga de la culpa de un dios que nunca reía, la habilidad de engarzar complicados mecanismos, una infinita curiosidad y la certeza de un destino incuestionable. Hubieran podido, aún entonces, estrecharse, hubieran podido compartir lo poco o mucho que cada una traía, hubieran podido, quizás, construir juntas.

No fue así.






La mano pálida tomó con furia la mano oscura, la aferró, la sujetó, la despedazó en un furioso apretón. Tal vez sólo era temor, tal vez era el deseo de hacerla tan clara como la suya, tal vez era ignorancia o ruindad, lo cierto es que la mano pálida destruyó la oscura mano tendida y la dejó yerta, en el suelo, seca, desgajada de su cuerpo, moribunda…


El marinero de ojos ávidos y sus compañeros se apoderaron de esas islas.

Los nativos, estupefactos, intentaron resistir, pero más y más manos pálidas continuaron descendiendo de los ventrudos navíos. Pronto desembarcaron en otras islas, y en la tierra que, incauta, yacía más allá de ellas.

El apretón fue tremendo.

Aztecas y mixtecas, navajos y dakotas, algonquinos, mayas, chontales, yumas y nicaraos, miskitos, motilones y muiscas, quechuas, aymaras, atacamas y la gran nación diaguita, guaraníes, tobas, mapuches, onas y tantos otros perdieron su identidad, sus dioses, sus riquezas y su vida. Vendidos como esclavos, torturados, enterrados en las minas y los obrajes, derrotados, vencidos una y otra vez.



La mano del hombre blanco, español, portugués, francés o anglosajón, fue implacable.



No todo fue, por supuesto, oscuridad.

Hubo voces que se alzaron contra la conquista.

Hubo resistencia y hubo rebeldía,








hasta amor pudo haber en estos quinientos años…


Con el tiempo los hijos de los hijos de los invasores, y los hijos de los hijos de los invadidos volvieron a encontrarse en nuestra América.

Con el tiempo nos reconocimos nuevamente y nos supimos hijos de una misma historia.

Con el tiempo, hoy, podemos mirar hacia atrás y recordar lo que pasó en aquella playa olvidada de 1492. No fue un encuentro, fue una invasión.

Es cierto, no hay nada que festejar porque si aquel desembarco marcó el comienzo de lo que hoy somos fue un comienzo triste, cruel, un nacimiento brutal.

Recordamos, entonces, este día con pesar pero con esperanza, porque saber de donde venimos es comenzar a descubrir hacia donde vamos.

jueves, octubre 04, 2007

The Final Frontier

Bitácora de vuelo, fecha espacial 4.10.2007



Para aquellos que, como yo (o vos Daniel) crecimos viendo al intrépido capitán Kirk llegar "hasta donde jamás ha llegado un ser humano". Para los que, en memorables madrugadas (¿te acordás de tus bailecitos con la música, Belén?) acompañamos al siempre correcto Jean Luc Picard en sus incursiones hasta el corazón del espacio Borg (inútil; si no sos un poco trekker no entendiste nada...) noticias como la que resumo a continuación son siempre auspiciosas...
Es que Zefram Cochrane ya debe haber nacido...












¡Hacia el Cinturón de asteroides!


El cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter es como esos cuartitos ¿quien no tiene uno? repletos de cosas viejas e inservibles (no te sonrías, Sabrina). Formado por centenares de esos pequños planetas, cada uno de ellos tiene mucho para decir.

Ahora podremos escucharles, al menos a dos de ellos, y nos contarán, esperamos, inimaginables historias sobre los orígenes de nuestro barrio: el Sistema Solar.

Entre ellas nos ayudarán a saber cómo esta modesta estrella de tipo G que llamamos Sol generó los nueve (todavía cuento a Plutón entre ellos) mundos que lo rodean. Y, lo más importante, ¿cómo, en ese grupo de planetas, se formó uno cuyas características únicas lo hacen exclente para albergar vida?

Mi amigo Cecilio, Testigo de Jehová, tiene su propia explicación, pero a mí no me resultan muy fiables sus fuentes...



El pasado 27 de septiembre la NASA lanzó una sonda robótica llamada Dawn (Amanecer).

Su misión (ahh Gene Roddenberry): volar hasta dos asteroides gigantes, Ceres y Vesta, y explorarlos de cerca por primera vez.

Dawn ya ha enviado su primera señal, Roger, todo en orden... y está lista para recorrer los 3.ooo.ooo.oo0 de kilómetros de su viaje. La sonda está equipada con un propulsor iónico que constituye el motor espacial más avanzado de la actualidad (aunque se basa en diseños del alemán Oberth ¡de 1929!), usado antes por los soviéticos (ah, aquellos tiempos...) para mantener en órbita sus estaciones espaciales.
Si querés saber más al respecto: http://es.wikipedia.org/wiki/Propulsor_de_iones

Vesta es el primer obejtivo. La diosa romana Vesta estaba asociada al fuego, el asteroide de su nombre parece haber estado derretido en algún momento de su pasado, quizás por efectos de una supernova cercana...

Si fue así, se podría explicar lo que las obsertvaciones telescópicas revelan; la superficie de Vesta tiene marcas de flujos de lava basáltica y presenta grandes "mares" originados en desbordes de magma; ni más ni menos que la propia Luna.
El plan de vuelo prevee llegar a Vesta en octubre del 2011, y sí todavía nos falta mucho para la velocidad warp, para tomar una gran cantidad de fotos, como algunas personas que conozco, y catalogar, espectrómetro mediante, los elementos químicos de su superficie. Un mapa, y más importante, un diagrama del campo magnético vestiano, les permitirán a los y las científicos confirmar o refutar la hipótesis del núcleo férrico del asteroide.


Siete meses después, Dawn ensayará una maniobra jamás intentada (como Riker y Janaway) a saber: dejar la órbita de un planetoide, volar hacia otro y entrar en su órbita... todo ello a miles de millones de kilómetros de la Tierra y de manera automática. El punto de llegada será Ceres, ya no un asteroide, sino un planeta enano, y la fecha probable en el año 2015.

Cubierto de hielo, Ceres guarda tenazmente sus secretos. El mayor de ellos se resume en la pregunta que implica esta gélida capa: ¿por qué algunos mundos pueden retener grandes masas de agua y otros, pobrecillos, son desiertos secos y rocosos?


Preguntas, misiones, exploración...

En este mundo desgarrado por conflictos, en medio de esta guerra larvada que una insultante superpotencia ha declarado a la Humanidad, cuando el espacio se puebla de ojos y oíods dispuestos a guiar bombas y misiles, hay algunas personas que elevan sus ojos hacia el cielo, se interrogan sobre el principio de los tiempos y proyectan un futuro cósmico para los seres humanos.

Uno no es tan ingenuo como para pensar que la NASA es un mero instituto de ciencias, uno tampoco ignora los componentes mezquinos de la exploración espacial desde su mismo origen, uno, en fin, no se hace ilusiones con estos anuncios... pero uno también suspende su escepticismo un poco, sólo un poco, e imagina un porvenir de naves (iónicas, fotónicas o de esa mítica propulsión warp) terrestres ya no estadounidenses, rusas o europeas, viajando más allá del cinturón de asteroides, en busca de nuevos mundos, civilizaciones desconocidas y desafíos científicos aún no imaginados.

Y piensa, volviendo a la cordura, que quizás estas exploraciones nos hagan dejar de lado egoísmos y pasiones menores para sentirnos parte de una misma jornada, la jornada humana que comenzó, tres millones de años atrás en Odulvai.

Al fin y al cabo... con un poco de suerte mis hijos podrán ver a la Enterprise perderse en el abismo del espacio, la Frontera Final...