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martes, junio 26, 2007

Una teoría acerca de la edad del mundo

El mundo; un grupo de personas de diferentes edades... eso explicaría tantas cosas!







Mi amiga Laura, saludos a ella y a Gabriel, me envió este interesante artículo y no pude resistir la tentación de subirlo... si lo leyeron lo pueden pasar por alto, sino; es imperdible!!!!

Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más
joven. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la
edad de los países basándome en el "sistema perro".


Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro era joven o viejo
había que multiplicar su edad biológica por 7. En el caso de los países hay
que dividir su edad histórica por 14 para saber su correspondencia
humana. ¿Confuso?


En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores:


Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo dividimos
por 14, Argentina tiene "humanamente" alrededor de 13 años y medio, o
sea, está en la edad del pavo.


Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de
acné (¿será por eso que le dicen el granero del mundo?)


Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa
siempre en esos casos, forman pandillas.


La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de
rock. Ensayan en un garaje, hacen mucho ruido y jamás han sacado un disco.


Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse a ellos para hacer
los coros. En realidad, como la mayoría de las chicas de su edad, quiere
tener sexo, en este caso con Brasil, que tiene 14 años y el miembro grande.

Argentina y sus amigos...

México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso se ríe
poco y no fuma ni un inofensivo porro, como el resto de sus amiguitos, sino
que mastica peyote, y se junta con Estados Unidos, un retrasado mental de
17, que se dedica a atacar a los chicos hambrientos de 6 añitos en otros
continentes.


En el otro extremo está la China milenaria.
Si dividimos sus 1.200 años por
14 obtenemos una señora de 85, conservadora, con olor a pipí de gato, que
se la pasa comiendo arroz porque no tiene -por ahora- para comprarse una
dentadura postiza. La China tiene un nieto de 8 años, Taiwán, que le hace la
vida imposible.


Está divorciada desde hace rato de Japón, un viejo cascarrabias, que se
juntó con Filipinas, una jovencita pendeja, que siempre está dispuesta a
cualquier aberración a cambio de dinero.


Después, están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen
a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá, típicos
países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y mamá Francia, con una
educación estricta y concheta, y que ahora se hacen los locos. Australia es
una pendeja de poco más de 18 años, que hace topless y tiene sexo con
Sudáfrica; mientras que Canadá es un chico gay emancipado, que en cualquier
momento adopta al bebé Groenlandia para formar una de esas familias
alternativas que están de moda.


Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy
respetada en el ámbito profesional. Tiene un hijo de apenas 6 años: Mónaco,
que va camino de ser puto o bailarín... o ambas cosas. Es amante esporádica
de Alemania, camionero rico que está casado con Austria, que sabe que es
cornuda, pero no le importa.


Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y al
Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mellizos de los
Flanders (ver Los Simpsons). Estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron a Suiza), pero ahora no quiere saber nada con los hombres.


A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica: abogada, independiente,
que usa pantalón y habla de política de tú a tú con los hombres (Bélgica
también fantasea a veces con saber preparar spaghettis).


España es la mujer más linda de Europa
(posiblemente Francia le haga
sombra, pero pierde espontaneidad por usar tanto perfume). Anda mucho en
tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja follar por
Inglaterra y después hace la denuncia.


España tiene hijos por todas partes (casi todos de 13 años), que viven
lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que, cuando tienen hambre, pasen
una temporada en su casa y le abran la nevera.


Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Sale en barco por la
noche, se tira a las pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en
alguna parte del mundo. Pero no se desentiende de ella. En general las
islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e
Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de arriba, se
pasan la vida borrachos y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la
vergüenza de la familia.


Suecia y Noruega
son dos lesbianas de casi 40 años, que están buenas de cuerpo, a pesar de la edad, pero no le dan bola a nadie. Cojen y trabajan, pues son licenciadas en algo. A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro); otras, le histeriquean a Finlandia, que es un tipo medio andrógino de 30 años, que vive solo en un ático sin amueblar y se la pasa hablando por el móvil con Corea. Corea (la del sur) vive pendiente de su
hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico
cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando
pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa.


Estados Unidos,
el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque le quiere quitar sus pistolas.

Israel es un intelectual de 62 años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, Alemania, el camionero, no lo vio y se lo llevó por delante. Desde ese día Israel se puso como loco.
Ahora, en vez de leer libros, se lo pasa en la terraza tirándole piedras a
Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.


Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los
repuestos, hasta que un día le robaron un repuesto a la motoneta de Estados
Unidos y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.


El mundo estaba bien así, hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con
la Perestroika y tuvieron como docena y media de hijos. Todos raros,
algunos mongólicos, otros esquizofrénicos.


Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los
habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama
Kabardino-Balkharia. Un país con bandera
, presidente, himno, flora,
fauna...y ¡hasta gente!


A mí me da un poco de miedo que aparezcan países de corta edad, así, de
repente. Que nos enteremos de costado y que, incluso, tengamos que poner
cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes. Y yo me pregunto:
¿Por qué siguen naciendo países, si los que hay todavía no funcionan?

viernes, junio 22, 2007

Ubi dubium ibi libertas

Donde haya dudas, libertad.
La frase, latinajo, no procede de algún liberal a ultranza o de sectores vinculados al escepticismo; por el contrario.
Quizás sorprenda, pero es una expresión de la teología católica más linajuda; nada menos que San Agustín fue, o dicen que fue, su autor.

Los guardianes de la fe que desconocen lo que cuidan.

Es que, en estos tiempos de chatura intelectual (nunca tuvimos tanta investigación y más que nunca esa investigación queda fuera de cualquier discusión cotidiana) se dicen y escriben muchas cosas desde la desinformación más absoluta.
El periodismo, gracias en nombre de la familia, es uno de los responsables de esta banalización permanente y aunque no es la intención de esta columna el echar culpas sí se permite recomendar a la amable lectora y al gentil lector que desconfíen, por principio, de las tajantes afirmaciones de los periodistas, tanto más si son formadores de opinión, con extremo cuidado si conducen un programa mañanero por la radio, del todo si hablan de temas de los que nada saben.
Como de historia.
O de religión.
Aunque hay que agregar a este espectro de desinformados descuidados también a muchos que andan por ahí de voceros. En el caso de la religión curas, obispos y papas incluidos.
Uno, que alguna vez chapoteó en los resbaladizos terrenos de la teología católica, no puede menos que sonreir conmiserativamente al leer o escuchar las barbaridades que dicen, desde el punto de vista teológico, copetudos representantes de la religión.
Es que el hecho de poseer una ordenación eclesiástico no implica, de por sí, saber mucho de teología y, desde que muchos laicos se acercaron a esta disciplina, ser teólogo o teóloga no es privilegio exclusivo de los "cuervos". Mucho más sabe Hans Küng, un laico católico alemán, de teología que la mayor parte de nuestros obispos argentinos.
Hay muchos que defienden una doctrina que desconocen y llegan hasta el punto de asumir como esenciales posturas que, en el mejor de los casos, son sólo de una parte de su institución.
Esto viene al caso porque se suele decir, y repetir hasta el hartazgo, que la Iglesia Católica está contra el aborto y que defiende la sacralidad de la vida desde la concepción misma. Y que ha sido así desde siempre, haciendo de esta supuesta "doctrina" una verdadera piedra de toque para, como sucedió recientemente en México, excomulgar a los legisladores que aprobaran una ley acerca de la interrupción del embarazo (uno se pregunta porque no excolmulga a los traficantes de armas, o a los dictadores... pero dejémoslo por ahora). Cruzadas por la vida, día del niño por nacer, alianzas estratégicas con los sectores más reaccionarios, todo parece valer para esta lucha que la Santa Madre mantiene contra los que se complace en llamar asesinos abortistas.
Se podría pensar que hay cosas que la Iglesia no negocia.
Se podría creer que su propia doctrina está implicada en este debate.
Se podría inferir que la condena del aborto es propia de la Iglesia desde la antigüedad.
Y se estaría, en todos los casos, más que equivocado.

Un paseo por la Historia.
San Antonino de Florencia se llama el personaje de la imagen. Puede que sorprenda a algunos, pero este hombre, hoy santo, estaba a favor de la libertad de elección; es decir de de acuerdo con practicar un aborto temprano en el caso en que la vida de la madre estuviese en peligro. Se manifestaba, por lo demás, de acuerdo con la medicina de su propio tiempo, el siglo XV, y con una antigua tradición eclesiástica.

La Biblia no condena el aborto. En el libro del Éxodo se limita a fijar la pena pecuniaria por el aborto a consecuencia de una golpiza ¡y la fija en menos del valor de un ser humano!. La supuesta palabra divina no consideraba, entonces, al feto como equivalente a una persona.

Durante casi quince siglos la Iglesia no habla del tema, incidentalmente Tertuliano (siglo III) se refiere a un tipo de aborto (el practicado como emergencia) "crueldad necesaria", pero apenas hay otras opiniones.
La gran pelea en esos años es el infanticidio y las congregaciones religiosas se esfuerzan, con dudoso éxito, en su erradicación. Se fomenta la entrega de los hijos no deseados en adopción pero, en el contexto europeo medieval de endémica pobreza, muchos niños y niñas "expuestos" mueren en muy poco tiempo (si viste la película El Perfume sabrás a que me refiero).
Los teólogos debaten, en estos años, acerca del momento en que un feto es plenamente un ser humano; en sus términos, acerca de cuando recibe el alma. El consenso lo situaba entre los tres y los cinco meses. Preguntado San Agustín acerca de si los fetos abortados participarían de la Resurrección dijo tajantemente que no ya gregó que tampoco se levantaría para resucitar todo el esperma derramado durante la Historia (¡menos mal!).
La postura tradicional de la Iglesia en todo este tiempo, pese a la escasez de textos, parece ser que el aborto dentro de los primeros meses de embarazo no constituye un asesinato.
Las únicas condenas al aborto en los tiempos medievales corresponden a casos de brujería o a ideas equivocadas respecto del desarrollo del embrión... muchos creían que el esperma contenia pequeños "hombrecillos" (homunculi) que se desarrollarían en la fertilidad del vientre materno; de ahí la pregunta a Agustín: ¿era asesinato la masturbación?
A partir de la irrupción de la modernidad ¿cambió algo esta postura?
El jesuita Thomas Sánchez escribió, en el siglo XVII, que todos los teólogos contemporáneos estaban de acuerdo en considerar lícito el aborto efectudo para salvar la vida de la madre.El Vaticano, en 1869, respondía a la misma cuestión omitiendo pronunicarse al respecto y considerando que competía a los teólogos dirimir el asunto.
Más tarde, en 1962; Karl Rahner (ningún desconocido ni marginal en el campo de la reflexión cristiana) decía: "No se puede interpretar a través de las definiciones dogmáticas de la Iglesia que asumir que el salto a persona-espíritu ocurre sólo durante el transcurso del desarrollo del embrión, sea contrario a la fe. Ningún teólogo proclamaría la habilidad de probar que la interrupción intencional del embarazo [aborto] es en cada caso el asesinato de un ser humano."

Fue en los años 30 del presente siglo cuando la Iglesia, jaqueada por una modernidad que no comprendía, comenzó su cruzada por una sexualidad más represiva y un orden familiar inconmovible. Así el papa Pio IX en la encíclica Casti Connubii se volvía contra una tradición de siglos al afirmar perentoriamente que
que la anticoncepción y la esterilización atentaban contra la naturaleza y el aborto, contra la vida. Antes no era visto de este modo y, ciertamente, no todos los católicos (lo que se llama el Sensus Fidelium) lo considera así actualmente.

Durante los últimos años la Iglesia, Concilio Vaticano II mediante, se ha atrevido a modificar estas visiones victorianas, y abrirse, tímidamente y con cierto retroceso en la década pasada, a nuevas posturas acerca de los derechos humanos, la mujer y la sexualidad. Sin embargo en este aspecto, que considera demasiado sensible, se aferra a concepciones no sólo represivas, sino incluso a contramano de su propia tradición. ¿Por qué?

Realmente no tengo respuesta a esta pregunta, pero es cierto que la postura que asume el Vaticano y algunos seguidores incapaces de pensar por sí mismos, no es en modo alguno la única posible dentro de la tradición católica. Invito, pues, a los católicos que accedan a esta información que la difundan, que tomen protagonismo y que, si en verdad aman y respetan su fe, la defiendan incluso de aquellos que dicen protegerla.

Más datos al respecto en:La Actitud Católica Moderada respecto a la Anticoncepción y el Aborto (http://www.religiousconsultation.org/Spanish_translation.htm)

jueves, junio 21, 2007

Trampa para el ojo (si lo preferís en francés: trompe l'oeil)



El tipo pasea por las calles de París.
De pronto se detiene, sorprendido. Allí adelante están violando la ley.
No se trata, descubre, de delincuentes y el único "crimen" que se comete es contra la cordura que, en nuestro mundo, parece ser el bien más escaso. La naturaleza se altera y la física se desacata, un travieso surrealismo parece haberse apoderado de esta esquina de la Rue George V...
¿Qué le ha sucedido a esta señorial mansión?
¿Ha sido atacada por el desquiciado espíritu del Barón Hausmann?
¿Reside algún Dalí en sus inmediaciones?

Nada de eso.
El edificio, que fue sede de la Cruz Roja, había sido adquirido por una compañía financiera y estaba en proceso de remodelación... pero la "rue" en cuestión es un sitio muy pituco de París y no era cuestión de tapar los andamios con una media sombra al estilo "Peatonal Córdoba en visperas de elecciones". ¿Qué hacer, pues?.
Con la tranquilidad de quienes tienen algunas cuestiones más básicas ya resueltas, la companía en cuestión pidió a una empresa publicitaria (Athem, una de las "tops" parisinas) que diseñara ocho grandes telas para cubrir con ellas los 2500 metros cuadrados de la fachada.
Pierre Delavie (¿que otro nombre sino?) fue el encargado de ejecutar la efímera obra para lo cual utilizó una técnica pictórica que juega con la perspectiva y recibe el nombre, ya internacionalizado, de trompe l'oeil; en un neologismo que no me pertenece: trampaojo.
El escultor Frédéric Beaudoin fue quien, a su vez, trabajó en poliestireno imitaciones de las mansardas y cornisas para, jugando con el efecto, colgar los enormes tapices que, por unosmomentos, engañan al ojo haciéndole creer que vive un sueño en los barrios elegantes de París.
Las tramposas telas serán retiradas, si no lo han sido ya, cuando la financiera Blee
ker comience sus operaciones en el edificio reciclado; desde ese momento no habrá que temer más asaltos a la razón o engaños al ojo... aunque, claro, habrá que estar atentos a la trompe le poche!

Se agradece la inestimable ayuda de la srita S.B. en la traducción de los artículos originales.

martes, junio 19, 2007

Breves...2: De libros




Tres libros le bastaron, a Amr Ar Rashid, para exponer sus doctrinas impías.
Un libro le bastó, al juez, para condenarlo.
Esa noche, en el Reino de los Cielos, Amr Ar Rashid recibió, como compensación, una entera biblioteca.

domingo, junio 17, 2007

Una historia perfecta... ¿por qué tiene esa medida la trocha del ferrocarril?

He aquí una de esas historias que explican todo, que nos dejan con una inexplicable sensación de orden en el Universo y nos hacen sentir, sólo por saberla, perspicaces.
Como no quiero que se queden sin gozar de ese simple placer, aún los tres que leen este blog, se las acerco aquí.

El ancho de vía (trocha) de los ferrocarriles yanquis es de 4 pies y 8 1/2 pulgadas (más o menos 1,42 m). Un número extraño, no digan que no... pero todo tiene un motivo.
Verán.
Las vías de los primeros ferrocarriles norteamericanos fueron construidas por ingenieros ingleses, y estos usaban, como trocha, esta medida. ¿Por qué?, porque los primeros ferrocarriles fueron diseñados por las mismas personas que habían construido los tranvías a caballo y usaban este ancho entre las ruedas.
¡Claro que quieren saber el motivo!
Pues bien, los constructores de tranvías usaban las plantillas utilizadas en la fabricación de carruajes, en ellas el ancho era de 4 pies y 8 1/2 pulgadas.
¿Y esto por qué causa?
Porque de otro modo no hubiesen podido usar los viejos caminos ingleses que tenían este mismo ancho entre las banquinas...
Se preguntarán: ¿quienes construyeron los primeros caminos ingleses con ese ancho?
Pues los romanos; ya que esas eran las especificaciones para un carro de guerra romano: 4 pies y 8 1/2 pulgadas entre rueda y rueda. Esta medida era el promedio obtenido, por observación, del ancho de dos traseros de caballos.
Hay más aún.
Todos ustedes habrán visto los cohetes laterales del transbordador espacial. Éstos fueron construidos por una empresa del estado de Utah y los ingenieros querían hacerlos más anchos, no obstante, los SRB
(Solid Rocket Boosters, que así se llaman) deben ser transportados por ferrocarril y atravesar túneles apenas más anchos que la trocha; motivo por el cual hubo que respetar esas medidas y diseñarlos de manera que cupiesen en un vagón plataforma estándar. De manera que las caracteristicas de los impulsores de uno de los sistemas de transporte más modernos del mundo fueron determinadas... ¡por el ancho del trasero de dos caballos!


¡¡¡¡Hermosa historia!!!!

Es como las de aquel programa del Discovery Channel, Conexiones, ¿recuerdan?
Circula por Internet desde, al menos, siete años... la leí, incluso, en sitios dedicados a la astronáutica.

Y es más falsa que ancho de copas!

No es que sea una flagrante mentira; es cierto que los primeros trenes copiaron a los carruajes anteriores (pero existen al menos siete medidas diferentes de trocha, en Argentina usamos tres sin contar "la trochita" de Jacobacci), pero es incorrecto que los romanos usaran carros de guerra para otra cosa que no fueran carreras y desfiles, y, por lo tanto, que todos sus caminos tuviesen la misma medida.
Por supuesto tampoco es verdad que los propulsores del transbordador hayan sido diseñados teniendo en cuenta hipotéticos túneles ferroviarios; ¿alguien vio túneles de 1, 40 m de ancho...?

Una combinación de obviedades, datos falsos y extrapolaciones sin fundamento configuran una plausible explicación, es una lástima que sea incorrecta pero, como dijo alguien, "si tu teoría es verosímil, no te dejes engañar por los hechos"

viernes, junio 15, 2007

Breves... 1: Dioses


Él llegó, cansado, a la casa.
Preparó la cena.
Ella vino, en silencio, apenas unos minutos más tarde.
Comieron.
Hablaron con generosidad y sin reproches.
La luna se escondió detrás de los árboles bajos.
Ella se dejó caer en la cama.
Él apagó las luces y se tendió junto a la mujer.
Se amaron.
Fueron dioses esa madrugada.

domingo, junio 10, 2007

Un poema de Rafael de León (Profecía, fragmentos)



Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hace un mes
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquiera en mi caso,
se hubiera echado a llorar,
yo, cruzándome de brazos
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro
ni liarme a maldiciones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casado? ¡Buena suerte!
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte,
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi madre
que no te guardo rencor.
Porque sin ser tu marido,
ni tu novio, ni tu amante,
yo fui quien más te ha querido,
con eso tengo bastante.



Mas como es rico tu dueño,
te vendo esta profecía:
tú, por la noche, entre sueños
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que mi boca te besó
y te llamarás «¡cobarde!»
como te lo llamo yo.

Pensarás: «no es cierto no,
yo sé que lo estoy soñando»;

pero allá en la madrugada
te despertarás llorando,
por el que no es tu marido,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querido.
Con eso tengo bastante.

sábado, junio 09, 2007

La historia de Edgardo

Conocí a Edgardo en mi trabajo.
Sería exagerado decir que éramos amigos, especialmente porque no sé si Edgardo tenía alguno.
Un tipo raro, callado hasta la introversión.
Si algoi recuerdo de él, más allá del relato que cito más abajo, son sus inexplicables silencios.
Tipo amigo de lecturas; no puedo evitar asociar su imagen con la de algún libro, invariablemente poco común, y nunca el mismo, que llevaba a todos lados.

Estaba casado, hasta donde sabía, y parecía feliz con su esposa; Dafne y sus dos hijos.

Aquel día, el único en que realmente estuve cerca de él, nos habíamos reunido en una parrilla para despedir el año.
Recuerdo que participó con entusiasmo poco habitual en la algarabía general. Cantó en el karaoke (bastante torpemente por cierto), bailó y creo que tomó de más...

Lo llevé en el auto con otros compañeros.
Faltaban ya pocas cuadras para llegar a su casa cuando, no sé muy bien por qué, decidió sincerarse conmigo.
Escuché en silencio su relato, él no pretendía más, y luego sin decir una palabra lo alcancé hasta el pequeño departamento donde vivía.
Después de las vacaciones lo busqué en vano, nunca más volví a saber de él.

Esto es lo que me contó:

Como sabrás me separé hace cosa de un año.
Es una situación nueva para mí, algo que creí que jamás iba a vivir.
Pero en fin, aquí estoy y he, hasta hoy, sobrevivido.

Amo a Dafne, no puedo decir mi ex, no me sale, más que a nada en el mundo.
A Dafne y a mis hijos, por supuesto. Uno no descubre lo pleno y feliz que es hasta que lo pierde.

Con ella nos conocimos de jóvenes.
Dos torpes enamorados, aprendimos juntos a recorrer la vida.
Ella era dulce, callada, modesta como una violeta y pura como el primer hálito del mundo. Sencilla, compañera y, por momentos, se perdía en sus intesos paisajes interiores.
Yo era fogoso y osado, tímido ante lo desconocido y soñador de utopías sociales. Complicado, hablador, siempre huía de mi mismo.

Descubrimos, lado a lado, lo complejo que era el mundo.
Yo soñaba demasiado.
Ella callaba con frecuencia.

Siempre estuvo a mi lado, en mis iras y en mis angustias. Silenciosa y presente, tanto que era fácil para mí olvidar que estaba allí.

Siempre la acompañé. Atendía sus menores deseos; la insinuación de un vestido bastaba para que se lo regalase, flores por que sí y sin esperarlas, canciones susurradas al teléfono, versos torpes y apasionados, los platos limpios y la comida a punto: mi corazón entregado por entero y ella, mi Dafne, única divinidad de mi solitario culto.

Yo seguía soñando.
Ella seguía a mi lado.

Construimos una pequeña casa. Tuvimos hijos. Fuimos mirados y hasta, por algunas parejas amigas, admirados.

Un día fue la rutina.
Otro día fue mi cada vez más asidua ira, mi frustración y mi violencia artera.
Soltaba su mano en gestos de generosidad, pero me asaltaba el temor y la aferraba nuevamente; tan fuerte que la lastimaba.

Con el tiempo intentamos caminos poco trillados que fueron desastrosos para nosotros.

Quise que ella eligiese, ella lo hizo, pero no a mí.

Mis flores, mis poemas, mis atenciones, mis aniversarios puntualmente recordados, mi corazón no valieron nada ante el desamor que la había ganado y ante un rostro, vulgar pero mucho más simple que el mío, que empezaba a ocupar sus tardes.


Cuando supe que ya no me amaba quise luchar contra ello; me equivoqué una vez más y luché contra Dafne... sólo conseguí alejarla.

Una mañana decidimos separarnos.

Ella siguió sola, con los chicos, con la promesa de un nuevo amor, con su trabajo y sus llantos en la noche.

Yo seguí solo, con visitas de cuando en cuando, con la fantasía de una mujer demasiado buena para mí, con mi trabajo y con mis sueños fragmentados.

No volvimos nunca a estar juntos.

De ella no puedo hablar, cada vez que la veo está más silenciosa.

De mi puedo decir que me volví duro y cruel. Que dejé ir lo que podría haber sido mi nuevo amor. Que jamás volveré a reír, excepto en noches como esta, cuando rompo ese espejo que me tortura todas las mañanas mostrándome las marcas de mi soledad.

lunes, junio 04, 2007

A propósito de chistes, cinismo y política (casi una prédica)


Un chiste, idéntico a los que recibía acerca de De la Rúa, a los que reenviaba de Menem, a los que circulaban, con el nombre que quisieras, de cualquier político en cualquier, o casi, lugar del mundo...


Un gesto resignado, un comentario a medias cínico, a medias desesperanzado...

Un indignado análisis de café: "mirá como votaron estos p......... de XXXX, ahora que no se quejen"

Uno, cuatro, diez, cientos de variantes, en uno, tres, doce, centenas de países, territorios, dependencias, Estados Libres Asociados y demás.

Y me pongo a pesar en esta risa casi crispada de frustración.


Nos reímos de la corrupción de los políticos, así en bloque, nos mandamos ingeniosos mails o sms con "el último de…", nos quejamos de que todos son iguales. Y volvemos a nuestro trabajo, al día a día, a la ilusión de nuestro pequeño paraíso privado.

Cada tanto, como sucedió en la Argentina del 2001, nos indignamos. Llamamos al voto en blanco, o a Clemente ¿te acordás?, salimos a la calle en explosiones espasmódicas, gritamos (a veces con ambivalentes cacerolas en mano) "que se vayan todos", manifestamos con colores diversos (naranja, rosa, negro, verde...), nos ilusionamos con el cambio a la vuelta de la esquina.

Después...

Después nada, a seguir con la rutina.

Al trabajo, al estudio, a los menesteres de "ciudadanos privados", a la tele o a la compu…

Nada de eso está mal, por supuesto, pero todo eso colabora a que todo siga igual.

En una sociedad democrática hay una palabra que es clave, y sin la cual ella se vacía de sentido; esa palabra, lo habrás adivinado, es

participación

así, con minúscula, adrede, sin falsos protagonismos, apenas destacada en negrita

Votar cada cuatro (o cinco, o seis, o aun cada año) no es más que un triste remedo de democracia, un simulacro, un gesto arcaico de cuando nuestros “abuelos” del Tercer Estado se alzaron en armas, un reclamo de los primeros días del socialismo, un principio, valioso sí, pero sólo el inicio.

La democracia es participar en la vida política de manera cotidiana, asidua, insistente, casi.

¿Da trabajo?; claro.

¿Es incómoda?; un poco.

¿Es necesaria?; tal vez no, sobre todo si nos resignamos a elegir a un grupo de tipejos (y tipejas, porque en cuestión de género las mujeres no han sido tan diferentes como algunos queríamos creer, sino mirála a la Condoleza) para que hagan, en nuestro nombre, tremendas barbaridades, y depositemos en ellos, chivos emisarios de lujo, nuestras frustraciones… cosa que harán con gusto además…

Ojo, no postulo que nos convirtamos todos en políticos, si por tal entendemos alguien que hace de ello su profesión, no proclamo la necesidad de asambleas permanentes, ni soviets, ni mucho menos tribunales populares (¡aunque estaría bueno en algunos caso, no me lo niegues, che!). Mi propuesta es mucho más simple, mi reclamo de participación es modesto, minimalista si se quiere, sinérgico, si preferís que me exprese en términos de la ochentista Uno Mismo.

Participar.

En el club, en la vecinal, en la cooperadora escolar, en la parroquia o el culto si uno es religioso.

En las reuniones de copropietarios, en las asociaciones profesionales, en los sindicatos, en las movilizaciones, en la recogida de firmas o en el grupo ecologista de la zona.

En el partido que más coincida con nuestra visión de las cosas, aun si es un grupúsculo testimonial, en los debates y hasta en los foros de Internet.

No importa si se es de derecha, (rara avis en lo que a participación se refiere, pero todo es posible) de izquierda, verde, de centro, saduceo o anarquista.

No importa si nuestra voz suena débil, si nos sabemos balbuceantes, si no tenemos claro conocimiento de los mecanismos del poder.

No importa si la propaganda del cinismo, desmovilizadora en sí misma, nos dice que todo “se cocina” en los despachos oficiales. No importan las imágenes, repetidas hasta la saciedad por periodistas dizque “comprometidos” o por miniseries “realistas”, mostrando la, quizás, verdadera cara de la política; escondida en componendas y traiciones.

No importa porque, a riesgo de parecer ingenuo, creo firmemente que

Ø cada voz que se alza es

· un poco de poder que se recupera,

· un motivo menos para que “los que mandan” aleguen nuestro consentimiento,

· un pedacito de soberanía que recuperamos,

· un ejercicio de democracia que, no por despreciado, deja de tener su efecto.

Y porque, en todo caso, cuando no hacemos nada somos, al menos, cómplices de aquellos que pretenden erigirse en dueños de nuestras voluntades.