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domingo, diciembre 29, 2013

Molto gustoso

Abro la ventana de la que será, por una semana, nuestra habitación. A lo lejos las estribaciones más bajas de los Alpes. Estoy en la tierra de los antiguos vénetos, sobre una colina cuyo nombre evoca lo que fue en el siglo XIII; Castello.

Viajar es algo más que recorrer paisajes. Es compartir un lugar con otros; conocer la tierra y descubrir sus gentes. Es vivir en la privilegiada paradoja de estar ahí sin ser de ahí.
Contemplo con ojos asombrados, de niño, casi, este "paese" a tanta distancia del mío. Me siento a la mesa con parientes de mi esposa, intento hablar con ellos, intentan hacerse entender... anabilidad y distancia, costumbres tan parecidas y diferentes a la vez.
Tomo un café en el único bar del pueblo, un parroquiano habla de la gran cantidad de inmigrantes y recuerda a los colonos italianos de la Cirenaica... ecos del desaparecido Impero Italiano.
Volvemos (torniamo) a casa para cenar; no en vano una de las frases que más estoy usando en estos días es: molto gustoso...

miércoles, diciembre 25, 2013

Ahora sí será bitácora...

La Enterprise se acerca a un planeta desconocido, en off se escucha la voz del capitán:
"Bitácora de vuelo, fecha espacial..."
67450.1, diría, si fuera hoy.
Estas palabras marcaron mi infancia suburbana, viaje a las estrellas desde mi patio trasero...


Cuando comencé este blog el nombre vino casi sin pensarlo; bitácora de vuelo. Vuelo por mis fantasías, mis obsesiones, mis deseos. El mundo visto desde el puente de una nave estelar que se interna "... donde nadie ha llegado antes".

Pasado mañana el vuelo será real. La bitácora recogerá las impresiones de un viaje verdadero.

Un destino que a veces pareció inalcanzable. Un viaje que no creí poder realizar. Pasado mañana, a esta hora, estaré cruzando el Atlántico y el Ecuador rumbo a la más occidental de las penínsulas de Asia, a la Tierra Media, a las comarcas que recorrieron los padres de mis padres. Europa es mi destino.

Nuestro destino.


Desde siete años a esta parte mis sueños tienen  la maravillosa cualidad de cumplirse. De la mano de la mujer que amo recorreré esas tierras que hasta ahora sólo visité en mis lecturas.

Europa. Mucho más que un destino turístico o unas vacaciones diferentes.

Es el regreso, el retorno a la casa de mis antepasados. De mis maestros. De la lengua que hablo, las mitologías que explicaron mi mundo. De las ideas que me hacen ser lo que soy.

Mientras preparo, y peso con cuidado, las valijas, envuelvo los regalos y compruebo que los papeles estén en orden imagino esas calles que, en en el fondo, se me antojan irreales. Repaso los itinerarios por ciudades cuya historia, céltica, romana, medieval, moderna, conozco porque es parte de la mía propia. Ensayo palabras en lenguas que sólo recuerdan mis genes. Miro, con los ojos de los libros, los paisajes de montañas que acunaron el sueño de mis bisabuelos. Espero el encuentro con la familia de mi compañera y me demoro en anticipar cenas junto al hogar mientras la nieve, que desconozco, cae mansamente sobre calles apenas iluminadas.

Soy argentino, sudamericano orgulloso de su tierra, pero soy, también y sin contradicción, europeo en el exilio. Por eso este viaje es volver  casa.

Y espero compartirlo con ustedes.




lunes, octubre 28, 2013

¡Ganamos, perdemos...!


En la red social se preguntan por los resultados de las elecciones. 
Transcribo el post de Hernán Brienza: “¿… por qué en el 2011, con todos los medios en contra, un 54 por ciento de los argentinos votó a CFK y hoy, con todos los medios en contra, sólo un 32 por ciento votó al FpV? Si los medios siempre estuvieron en contra -incluso Clarín, claro- ¿por qué la gente cambió su voto?

Como buen porteño, el amigo ve al país como un gran patio trasero, idéntico de Ushuaia a La Quiaca (lo que me sorprende viniendo de alguien tan “viajado”) y a las elecciones como una suerte de test de popularidad.

Es un enfoque que considero, con el respeto que Hernán me merece, errado e insuficiente a la vez.

Se trató de elecciones de legisladores, diputados en todos los distritos y  senadores en algunos, y hasta comicios locales en otros;  en Santa Fe, por ejemplo, concejales de sus ciudades. Esto marca una impronta donde lo local es lo más importante.
Sin embargo, y sin contradecir lo anterior, es una campaña que se nacionaliza por la ubicuidad de los medios. Hay que considerar ambos factores a la hora de explicar los resultados, resultados que eran esperados por otra parte.

Me animo a esbozar una respuesta desde lo político local, cada uno verá si le parece o no. Si se palica o no a su particular "patria chica"



Cada distrito tiene su propia historia, dinámicas distintas y hasta estilos si me apuran.

El caso de Santa Fe, por ejemplo.
En nuestra provincia era cantado que ganaba  Binner.
Por varios motivos.
El principal es que Rosario, Santa Fe alguna de las ciudades del sur y Reconquista rechazan de plano al gobierno nacional. Es un clima social compartido incluso por trabajadores que han mejorado su nivel de vida, que acceden al plan PROCREAR y se benefician de las políticas nacionales pero no consideran que eso sea determinante para su apoyo. Tal vez si fueran elecciones presidenciales…
La impronta “bárbara” del gobierno nacional los asusta. No se ajusta a las formas republicanas.
El control para la compra de divisas y otras medidas económicas, aunque no las entiendan muy bien, les parecen lesivas de los derechos individuales, de los que hacen un culto.
Tienen la idea de que la política de Derechos Humanos es la responsable de la inseguridad.
Creen que la provincia de Santa Fe, y Rosario en particular, han sido perjudicadas adrede por el gobierno federal. Sienten que los castigan por ser diferentes, por no ser sumisos.
Estas ideas han sido difundidas ampliamente por el frente (partido socialista y sus satélites) gobernante y ampliadas por un aparato que incluye los medios locales; esos que en la Capital suelen ningunear.
Un botón de muestra, un hecho que podría parecer menor: el 20 de junio, en Rosario, es un día de orgullo local. La aldea de La Capital y canal 3, se pavonea con sus banderas y su monumento, sus periodistas locales que pueden salir de la rutina, sus autoridades que aparecen en el centro de la escena y la idea, que a los rosarinos les fascina, de que son el centro de las miradas del país (léase Capital Federal). Que venga el Presidente, sea cual sea, es una cuestión de honor. Ahora si en ese acto aparecen banderas partidarias, si se destaca la militancia como continuidad política de la historia, si se convierte en un escenario para realzar la figura de la Presidenta, en detrimento de las comparsas locales, se levanta el coro de voces airadas cual antiguos patricios romanos ante el pan y circo de los césares. Protesta el gobernador, en voz baja, protesta la intendenta y protestan los corifeos locales en los medios. Y con eso basta, muchos rosarinos protestan también, sobre todo los que comentan en las redes sociales.
Es posible que el votante medio (¿existe?) no esté del todo conforme con Fein, la intendenta de Rosario, con Bonfatti, el gobernador, pero no trasladan este malestar a la figura de Binner, a quien consideran distinto, mejor, la gran esperanza blanca de la democracia republicana.
El discurso de la normalidad (el mismo que le "dicta" Tomás Abraham) se hace eco de en muchos sectores para los cuales problemas como el narcotráfico creciente son “culpa” de las políticas sociales de la Nación y “trampas” tendidas a un político al que consideran honesto, previsible y republicano.
La presencia de Obeid no ayudó a mejorar las cosas, los K lo votaron por lealtad partidaria (se comieron el sapo) y nada más. Es verdad que recuperó parte de la fuga de votos que generaba el “chivo” Rossi, pero no logró convencer al resto de la población. Hay que reconocer que fue un grave error de Cristina imponerlo, aun cuando no hubiera otro.
La figura de Miguel “Krusty” Del Sel se benefició de la alianza con la gente de Reutemann, que conserva su aparato provincial y sus aceitados contactos con los chacareros de la Pampa Gringa y el norte provincial. Amén de eso redondeó unos votitos más con su imagen de tipo común, campechano, distinto al “aburrido” Binner y al “peroncho” Obeid, los reutemistas aunque lo parezcan no son peronistas del palo. En Rosario, el acierto desde el punto de vista de imagen, de sumar a una periodista local con cierto encanto, sin demasiadas ideas (condición sine qua non para ser parte del PRO)  y simpática también aportó a la victoria del payaso de Springfield… digo, de Santa Fe.

¿Entonces?

En Santa Fe, al menos, primó la idea de la “defensa del territorio provincial” ante el supuesto avasallamiento K.
El discurso del oficialismo no tuvo fuerza ante la imagen negativa de los candidatos locales del FpV frente al prestigio (a pesar de todo) y el aparato de Binner.
La prédica de los medios nacionales; muy lejos como para escuchar a los santafesinos, pero demasiado cerca para ser escuchados, fue un apoyo extra para la derrota kirchnerista, pero no determinante.

¿Entonces?

La victoria de los sectores opositores no es una victoria de un grupo consolidado, mucho menos homogéneo. Coinciden en lo que no quieren, concuerdan en la prédica de un republicanismo vacío y hasta es posible que convengan en políticas macroeconómicas contrarias a las actuales; que no son tan heterodoxas como todos repiten, y hasta ahí. Se van a enzarzar en una política de egos, serán incapaces de construir poder, excepto el massismo que se vincula al gran factor de poder; el colectivo de “jefes territoriales” llamado peronismo, y terminarán diluyendo su victoria en discursos, gestos y denuncias.

La victoria, esto es lo lindo, todos festejan (¡hasta el PO!), del FpV tampoco es la gran cosa. No por lo que dicen los sicofantes de TN; es decir porque ganaron en “el país que no importa”, sino porque se cimenta en lealtades efímeras, dispuestas a cambiar de bando así como así (a la manera romana los peronistas terminan gritando: vivat qui vincit!). A la primera de cambio se van con Massa como si tal cosa, al fin y al cabo Massa lo hizo al irse del FpV…
Tendrán mayoría en las cámaras, eso sí y el kirchnerismo conserva sin demasiadas averías su capacidad de maniobra, si bien depende demasiado de la Jefa Espiritual de la Nación 2.0… La lucha por la sucesión será desgastante y hasta ahora, desde estos pagos, es una incógnita.

¿Entonces?

Entonces a seguir apoyando este ¿modelo?, ¿relato?, ¿estilo? llamado kirchnerismo como la mejor posibilidad real de cambio, como camino para recuperar la política y como expresión de un amplio, más amplio que el mero recuento de votos, movimiento social transformador nacional y popular (disculpen el lagrimón setententista).
Si bien los votos no se suman, ya lo dije, hay siete millones de argentinos, poco más, poco menos, que quieren inclusión social, estado de bienestar y alineamiento latinoamericano… y quedan otro par de millones que, con diferencias que parecen insalvables pero no lo son tanto, también pretenden algún tipo de cambio social.

No está todo tan mal, muchachos. Festeje también usted, amigo Brienza.

martes, junio 25, 2013

Costillas y mitos

 (a propósito de La Costilla de Adán, programa de género)



Un error común, agravado por siglos de literalismo y por fundamentalistas de toda laya, es creer que los mitos son mentiras desvergonzadas.
Nada que ver.
Un mito es explicación. En forma de cuentito, en un relato (que es lo que significa mythos), en una historieta que intenta develar verdades que no se pueden decir de otra forma.
El de Adán y su costilla es un mito fundante, así dicen los antropólogos, de nuestra cultura judeo cristiana. Cultura que es más, mucho más, que creencia religiosa y mandamientos varios.
Repasemos la historia.
Adán, barro amasado en el que alienta un no se qué de divino, está solo en el Paraíso. Solo con todo un jardín a su disposición. Solo y aburrido, se presume. Solo y solitario que no es lo mismo… pero es igual.

Dios, que todavía no es el súper ser sino un artesano voluntarioso, se preocupa. Hay algo en Adán que no anda bien, algo que, a falta de mejor sustantivo, podemos llamar nostalgia.

Adán está triste. ¿Qué tendrá Adán?

Adán no tiene compañía. Adán no encuentra un semejante. Adán no se refleja más que en el estanque… y la monotonía cansa, hastía, embola.
Todavía no inventó el si al menos, pero va camino a eso.


Dios, todavía no un airado dictador, procura que su chico, su obrita maestra (era un principiante y qué principiante no cree que lo suyo es lo mejor), su consentido esté feliz.

Como el Pastor que será en días por venir, Dios conduce a los animales a la presencia de Adán. Alguno de ellos, piensa, le servirá de compañía.

Adán sonríe tristemente; ¡este Dios y su ignorancia de lo que quieren los humanos!
- No, Señor, no- dice- ni el perro, ni el gato, ni el caballo o la gaviota son compañías para mí.
- ¿Ninguno?- pregunta el Creador un tanto mosqueado. Sus animales son magníficos, veloces y astutos, fieles y regalones, hermosos y variados. ¿Cómo puede ser que Adán no encuentre en ellos lo que busca?
Y el relator nos aclara el misterio.

Ninguno de ellos, dice, era una ayuda adecuada
¿Ayuda adecuada?
Eso dice el texto. Las palabras hebreas son más explícitas, y confusas también.
Ninguno de ellos, dice en hebreo, era ezer kenegdó
¿Ezer quenequé?


Detengámonos un rato en esta expresión que los traductores vierten como ayuda adecuada, compañía idónea o ser capaz de ayudarlo. Si traducimos con mayor cuidado encontramos que ezer kenegdó significa otra cosa.
Ayuda contra él…
¿Contra él?


A ver. 
Dios dice esa famosa frase: No es bueno que Adán esté solo, le haré una ayuda en su contra…

- No,  si es por eso, - habría dicho Adán- ni te molestés... con una mano yo...

Nada, no dice nada.

Y se jode. O no.

 
Acto seguido Dios duerme al confiado muñequito de barro y, como todos sabemos, le practica cirugía mayor sin autorización de la obra social. 

Le quita una costilla, sutura la herida, y con la costeleta obtenida fabrica esa Ayuda en Contra prometida: la Mujer.

¿Ayuda en contra?

Adán no necesita alguien que lo sirva. No le interesa la fiel compañía de un perro, el interesado ronroneo de un minino, el sometido galopar de un matungo. No, nada de eso es Ayuda contra Él.

Adán no quiere una imagen de espejo. Alguien que piense sus pensamientos. Alguien que comparta su manera de ver las cosas.

Quiere quien le haga la contra. Quien le rompa las pelotas. Quien le diga: ¡Te lo dije!, cada vez que se manda una macana, que lo acaricie con ternura, y reproche, cuando vuelva magullado de jugar a la pelota con un quirquincho bola.

Una ayuda que mire todo desde el otro lado. Una leal oposición (eran otros tiempos, claro). Una antagonista para trenzarse en combates que lo derroten con una lágrima, con un beso o con el apretado nudo de sus piernas.

Dios, por una vez, lo entiende.

Dios, por una vez, comprende la soledad del hombre incompleto.

Dios, por una vez, hace un milagro.

Así, dice el mito, apareció la mujer.

" No de la  cabeza para superarlo, 
ni de sus pies para ser pisoteada.
De la costilla, para ser su igual.
Cerca de su corazón,  para ser amada".

viernes, junio 21, 2013

All the world's a stage





Quien ande por acá, presupongo, es inteligente. Quien se de una vuelta por este blog, que se actualiza a las cansadas, sabe de que va la cosa. Por eso no entraremos en la manida cuestión de la política o la no política. Vos y yo sabemos que la no política es, simplemente, una de las tantas opciones políticas posibles.
Esto claro vamos al asunto.


Hay un teatro del poder. Lo sabían los mandamases del Antiguo Régimen, lo puso por escrito Moreno, prentendía ¡santa simplicidad iluminista! hacerlo desaparecer por decreto, lo hicieron funcionar todas las dictaduras (es decir Estados) que en el mundo han sido... en especial la burguesa, que se destacó por disimularlo. Los actos oficiales, las efemérides en especial,  son ese teatro del poder, la puesta en escena de los valores, actitudes, resignaciones varias y entusiasmos surtidos que fomentan los que mandan. Como en toda obra que se precie hay movimiento, hay conflicto, hay un lenguaje corporal y verbal, hay mutis por el foro y hay escenografía. Lo llaman protocolo... bueno, es una palabra cómoda.

Hay, además, un contexto.

A veces se olvida. Puede ser fatal, puede carecer de importancia, según el caso y la apuesta política del poder.

Contexto


Día de la Bandera. Por esas cosas del calendario escolar se superpone sobre el día de la muerte de su creador. Que le vamos a hacer, hasta la locutora oficial se confunde. Una lástima, porque Manuel Belgrano es uno de esos "próceres" que tienen mucho para decirnos en los tiempos que corren, en todos los tiempos por lo demás. Quizás por eso quede esacamoteado por su creación, para que hablemos de colores, de cielos y mantos de Nuestra Señora en lugar de  economía política, educación y ese sueño por el que entregó la vida; la Revolución.

Día de la Bandera en Rosario. El día en que la industriosa, la comercial, la liberal y autosuficiente ciudad sin fundador y sin prosapia aparece en el mapa. Rosario se prepara para ser la protagonista, la ciudad que Belgrano eligió para darnos la Bandera. Si no es cierto, al menos nos lo creemos por un día. El 20 de junio nos gusta olvidarnos del cinismo y del negocio.

Bandera, Belgrano, Rosario, Patria. Los recuerdos a flor de piel. El guardapolvo blanco de la lejana infancia, las manos ateridas, "aquí está la Bandera idolatrada", "el mejor promedio será abanderado", "¡sí, juro!"... la infancia se mezcla con el orgullo local, con ese plesbicito cotidiano que se llama Patria y con el tibio sol otoñal. La máquina escondida de la tradición funcionando a pleno. No por saberlo dejan de brotar las lágrimas o estremecerse el impreciso rincón del sentimiento.

 Actores y escenario

Alberdi dijo, lector de segunda mano de Hegel, que acostumbrados a un monarca, necesitábamos un presidente fuerte. Algo así como un rey pro témpore. Jefe de todos los jefes, cabecilla supremo, detentador del poder. Los constituyentes, recordando las lecciones de don Juan Manuel, le hiceron caso. Nuestra constitución nos dio ese Presidente Rey que tan bien casa con nuestro atavismo.
Los viejos reyes eran tipos especiales. Pastores del Pueblo, decían al unísono Homero y David, los tipos que se interponen entre la ira de los rapaces dioses y el manso pueblo ovejuno. Si todo iba bien, era por la mera presencia del monarca, si las cosas fallaban... entonces el rey debía morir. ¿Suena familiar? Es la idea.

Las reinas son algo especial. Despìertan pasiones vedadas a los reyes varones. Es verdad que se puede dar la vida por... quien sea que ocupe el trono; pero por una dama la vida se da con una sonrisa en los labios. Es verdad que se puede guillotinar, o descerrajar un balazo al grito de sec semper tyrannis, al cualquier monarca que uno odie; pero nadie más que una mujer despierta ese aborrecimiento que lleva a poner en duda su conducta sexual o garrapatear viva el cáncer...

Tenemos reina, digo presidente, o presidenta que no es tan correcto gramatical como políticamente, y reina viuda, además. Las reinas, o las presidentas viudas, son algo de cuidado. Casi tanto como las, hoy inexistentes, reinas vírgenes. Avanzan lanza en alto conduciendo a la tropa a tomar ciudadelas, vengar agravios, dar vuelta tortillas, si uno se descuida.

Nuestra presidenta es una de estas mujeres de excepción. Guste o no guste. Se la siga o se la denoste. Ha marcado con su estilo la última década. Es un hecho, no un juicio de valor.

Todos los demás actores políticos, a su lado, parecen comparsas de una ópera que la tenga como protagonista: "Cristina, o la Voluntad de Poder" la titularía un improbable Verdi criollo. Por más que escucho no encuentro a nadie que pueda hacer un dueto con ella; Binner,  se me antoja un Rigoletto, tan risible como patético.
Cristina quiere poder y lo quiere para cambiar el país según su propio proyecto. Quiere poder para poner su sello en esta época. Quiere poder para hacer las cosas que cree necesarias. Quiere poder para sí y para ordenar el estado a su manera. ¿No es esta la definición de alguien que hace política? Claro que sí, pero algunos la olvidan y creen que  un  político, perdóneseme el oxímoron,  limpio es alguien que toma el poder para no ejercerlo sino cuando no hace falta... Un político así no sirve ni para administrar un consorcio.

Primera actriz, prima donna, del Acto del 20 de junio de 2013, Cristina.

En el reparto Mónica Fein, con un rol deslucido y secundario que intenta (¿fallo del guión?) tomar protagonismo y marcar la cancha. ¿Le salió mal o quiso provocar la respuesta de la soberana? Por momentos el acto pareció esa típica comida familiar entre parientes que no se aguantan...  
- ¡Lindo peinado, cuñadita; ¿lo hiciste vos o pagaste por eso
- ¡Hermosa tu casa, che, que suerte que te presté la plata!

Tirar la lengua y después criticar lo que dijo "esa".
Elogiar en público y guardar el comentario socarrón para teléfono... o tweeter.

El teatro del poder es tanto solemnidad como paso de comedia... y hasta grotesco.

Conflicto

 No le gusta que no le salgan los planes. ¿A vos sí?
Cuando vas a pedir permiso para salir antes del laburo y te ponen esa cara que sabés y te dicen:  
- No, che, hoy no podés retirarte hasta las seis...
Volvés al escritorio con tu mejor sonrisa y le comentás a los compañeros:  
- No puedo irme. Tiene razón. Que bueno que me hizo entender. Qué sería de nosotros sin el supervisor...
¿De verdad lo harías?
Ella tampoco.
Le cayó mal lo de la Corte, para el... huerto le cayó. Y estaba caliente.Y lo dijo en el primer micrófono que tuvo a su disposición. ¿Querían que hablara de color del cielo y la abnegación belgraniana? Belgrano, por lo poco que uno lo conoce, tampoco se hubiera callado...
La bandera la he recogido, y la desharé para que no haya ni memoria de ella, ...pues si acaso me preguntaren por еllа, responderé que se reserva para el dia de una gran victoria ..., y como esta está lejos, todos la habrán olvidado....
Algo así hubiera dicho, con su característica ironía.

Quiere cambiar la Justicia. Por una serie de razones. Algunas de ellas atendibles, otras quizás menos, pero es su proyecto. Lo defiende. Pelea por él. Quien no entienda esto y se plantee un discurso de circunstancias, aséptico, no conoce a la Presidenta, no sabe lo que pasa a su alrededor, es un poco ingenuo déjeme que le diga. Buen tipo, seguro, pero ingenuo.


Puesta en escena.


La obra gustó, diría un crítco, pero fue previsible.

Todos los actores cumplieron el rol que tenían asignado y ninguno se esforzó por disimularlo. Actuaciones correctas en una puesta con características particulares por el contexto, pero este marco de excepción no logró despertar más que un pasajero interés en la audiencia.

Algunas situaciones llegan a aburrir, por lo redundantes. Que cada cosa que haga Cristina sea festejada hasta el paroxismo por sus seguidores y criticada sin misericordia por sus detractores termina por quitar todo encanto a la presentación.
Basta que Crisitna bromee para que los cristinéfilos rían a mandíbula batiente y repitan el chiste en FB con proliferación de me gusta mientras que los cristinófobos alzan las manos al Cielo invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, para que un rayo la fulmine por su blasfemia.

Así las cosas el acto fue político, como debe ser, y esto por ambas partes que esperaban que fuera así. Como una gresca en el patio de la escuela; con Canal 3, y un poco menos el 5, gritando: ¡Pelea!, ¡pelea!, ¡pelea!

¿Lo positivo? Uno no es quien para decirlo, pero en mi opinión falsamente modesta, que la política, la patria, el proyecto de país, la historia, como quieran llamarla está viva, despierta las pasiones populares y pone en tensión a la sociedad para buscar su destino. Es estimulante. Significa que estamos vivos y queremos hacer cosas... No es poco.

¿Lo negativo? Quizás lo mismo. La vitalidad se agota en la discusión sin propuestas. El entusiasmo decae cuando el protagonismo aparece de un solo lado. No es culpa de ella que la oposición sean tan imbécil, pero se echa de menos a Néstor, con su capacidad negociadora y su guiño de ojos.

A la salida del teatro

 - ¿La viste a la yegua? ¡Usar un acto para hacer polìtica! ¡Dónde iremos a parar!

- ¿Acaso Belgrano no hacía política cuando creaba la Bandera contra la "acordada" del Triunvirato?

- No podés comparar a un prócer con estos ladrones. Ni el himno cantaron.

- ¿Cómo no? Fue una manera original de ejecutarlo.

- ¡Por favor, pibe! Con el himno no se juega... ni con la República, por otra parte.

- ¿Quién hace polìtica ahora?

- Ustedes empezaron, con esos pibes de las agrupaciones... coparon el acto.

- ¿Prefiere a los pibes mirando por la tele?

- Prefiero a las familias, a la celeste y blanca, al desfile y al juramento de la enseña patria.

- Hubo familias, hubo gente que no era militante. Le concedo que el acto fue político... son los tiempos que vivimos.

- Los tiempos de estos bárbaros, dirás. Los militantes de otros partidos no vinieron a imponer sus ideas.

- O no se notaron. O no estuvieron. ¿Se da cuenta que sólo ella puede moviliar tantas pasiones?

- ¡Se cree una reina!

- Quizás lo sea, señora mía...






 




sábado, abril 13, 2013

Ella y su bolso


Soliloquio de un varón perplejo.



Hay momentos en los que uno se pone reflexivo.
Momentos para abstraerse de lo fenoménico y enfocarse en lo importante (como dice mi psicóloga cuando le digo que no me parece que aumente la sesión).
Momentos de contemplación.
Una buena música y algo para beber son siempre buenas compañías para estas excursiones mentales.

Esta noche quisiera que fuera uno de esos momentos.
Esta noche quisiera llevar su atención, amable oyente, hacia uno de los grandes misterios del mundo moderno.
Misterio que contemplamos a diario, sin percibir la profundidad, complejidad y multiplicidad que contiene. Y nunca mejor dicho contiene porque vamos a referirnos a ese enigma, ese oscuro objeto de deseo para todas las mujeres: el bolso.
El bolso, cartera en su variedad elegante, maleta si de un viaje se trata es un misterio netamente femenino sobre el que, sorprendentemente, Arjona aún no ha expresado su opinión… ¿qué tiene que ver Arjona con esto?, preguntarán ustedes… y yo pregunto a mi vez… ¿Y qué tiene que ver Arjona con la música?
Pero estoy divagando. Volvamos al bolso, que es como decir volvamos a ese insondable abismo donde mis amables amigas pueden guardar las cosas más inverosímiles… objeto fantástico porque, como el Aleph borgeano, es capaz de contener todas las cosas.


Sábado a la noche.
La acompañamos a su departamento. Cine, la peli romántica que a ella le gusta, cena, la pizza que permite el presupuesto, caminata hasta la casa de ella.
Ya estamos frente a la puerta. Cerrada, claro.
-         Esperá, dice ella, acá tengo las llaves.

Entonces comienza la búsqueda, el operativo, el rastrillaje de las escurridizas llaves.

Ella se apoya en la puerta, si hay un parapeto mejor, y comienza la maniobra.
Que consta de varios pasos.
No es cualquier cosa, claro.
Primero procede a tomar el bolso con ambas manos y balancearlo con entusiasmo; ni más ni menos que empujando al sobrinito en la hamaca o agitando una coctelera. Este movimiento, allegro molto vivace, provocará un característico rumor metálico que indicará, sin ninguna duda nos dice ella, la presencia de las llaves dentro del bolso.
-         ¿Dónde?
-         Ahí mismo- responderá como si indicara algo evidente.
-         ¿En qué parte?- insistirá uno, que ya empieza a mirar a ambos lados al calle vacía y le gustaría estar en el ascensor para continuar la historia de esa noche…
-         Adentro del bolso, esperá que enseguida las saco- su sonrisa es tan linda que uno deja que ella continúe la operación.

Hasta el momento no he conocido mujer que no haga sonar su bolso primero para verificar la presencia de las llaves; es casi una ley natural, física o quizás una constante universal, como la gravedad, vaya uno a saber.
Terminada esta primera fase del operativo, podríamos llamarla sonora o polifónica porque no sólo suenan las presuntas llaves, comienza la parte dos.

Es la etapa táctica.
No por que se proceda con arreglo a cualquier tipo de estrategia… sino porque se basa exclusivamente en el tacto, con independencia del uso de cualquier otro sentido.

Aquí el parapeto es particularmente útil. Si tal muro no estuviera, nuestra bonita acompañante optará por sentarse en el piso, provocando en su acompañante la necesidad de sentarse a su lado… cosa no tan difícil como lo será levantarse luego ¡qué uno ya no tiene veinte años!
 El rostro de nuestra amiga, y el nuestro por reacción, se convierte en un reflejo de las alternativas de la búsqueda; desolación o expectativa… ¿Dónde están las llaves de…?

La fase táctica tiene una duración variable, pero nunca, jamás, resulta efectiva. Digamos que es perfectamente inútil, pero ninguna dama que se precie de tal dejará de llevarla a cabo. Es algo que se trasmite de generación en generación; consagrado por el uso, por así decir.

Llegamos, de este modo, a la tercera etapa, a la esperada fase tres, a la resolución del enigma planteado ante la puerta cerrada… a las dos de la mañana de un sábado… calle desolada, ruido de pasos….

Esta tercera parte corresponde al análisis, a la separación, a la disgregación de una entidad en sus factores componentes. Es como si se desarmara el motor del auto, se desmontaran los componentes de un equipo informático, o se procediera a una autopsia.

Ella comienza a extraer del bolso todos los objetos que guarda con el inteligente propósito de, por descarte, extraer las ansiadas llaves.

Uno se relaja, sí el varón es medio estúpido y no aprende de la experiencia, y se dice:
-         Bueno, enseguida van a aparecer. Al fin y al cabo, ¿qué tantas cosas pueden caber en un simple bolso?
Cartesianos por temperamento calculamos que el volumen del objeto, limitado, limita, por definición, la cantidad de objetos que contiene. Craso error que repetimos con la insistencia propia de nuestro género. Si uno hace las mismas cosas, dijo alguien que no sé si fue Einstein o Marcelo Tinelli, tiene que lograr los mismos resultados…


La poseedora del bolso comienza, entonces, el metódico proceso de vaciado del mismo. Los más diversos cuerpos materiales se apilan en mayor o menor orden, en el parapeto antes mencionado o se agrupan en torno de las lindas piernas de nuestra amiga…

Una enumeración exhaustiva de los mismos sería imposible. Hay algunos, sin embargo, que nunca, por ningún motivo, pueden faltar en ese misterioso receptáculo de lo inverosímil llamado bolso femenino:

Un cepillo para el cabello, con folículos pilosos de diversos tonos y colores  agrupados en alegre desorden entre sus cerdas… ¿Pero vos no eras rubia? dice el tipo, ignorante como todo macho de que las tinturas existen desde la más remota antigüedad.

Peine, para el ídem… y no, mejor no preguntar si el peine y el cepillo no vienen a ser casi la misma cosa, con idéntico fin. A menos que uno quiera una clase, teórico práctica, sobre el arte del peinado y sus importantes consecuencias estéticas… que lo hará sentirse un bárbaro procedente de los confines de la civilización, además.

Rimel: peculiar sustancia, de composición desconocida, que suelen usar para marcar con una delgada línea negra … bueno, no sé que se marca con exactitud, pero supongo que las pestañas o alguna zona aledaña. Esto se hace  con el fin de que se corra cuando lloran y uno se sienta más culpable de lo que sea que haya hecho mal…
Una dama que no tenga rimel en su bolso es siempre alguien de cuidado. Peligrosa. Puede ser una psicópata que en lugar de culpa quiera acomodarte un par de tiros cuando descubra en tu agenda el número de tu ex… Si no tiene rimel, muchacho argentino, aléjate de ella…

Polvera. En el 99,9 % de los casos con espejo integrado. Llegada aquí la búsqueda, nuestra gentil compañera la interrumpirá decididamente para abrir la mentada polvera y mirarse en el espejito… que está más sucio que el retrovisor de Raikonnen después del Dakar…
La polvera femenina es la envidia de un Van Gogh, un Gaugin o hasta un Miguel Ángel… tanta variedad de colores, tonos, matices en un espacio tan reducido. Para uno, que no es siquiera pintor de brocha gorda, la misma descripción del objeto plantea un problema: el del vocabulario. Varones y niñas aprendimos en la Primaria que hay siete colores del Arco Iris… sólo siete,  de los cuales el índigo sigo sin saber muy bien cuál es… Las chicas, en el curso de su vida, aprenden cientos, ¡qué digo, miles!, de colores. Colores con los nombres más inverosímiles: chocolate, petróleo, habano, fucsia (chocolate y habano me los imagino, aunque me parecen idénticos, pero ¿fucsia? ¿qué diantres es una fucsia?...)
Como sea.
La polvera es otro adminículo indispensable en todo bolso que se precie. Viene con una elegante brocha que, análisis forense mediante, testimonia las combinaciones de colores que su poseedora ha experimentado… como diría el orador, las palabras me faltan para describirlas.
Después de la polvera, inesperada como liebre de la galera o aumento de tasas y servicios, sale la agenda.
¡La agenda! Un estudio extenso de la misma llevaría más tiempo del que disponemos pero cabe destacar que siempre, sin excepción, esta agenda tiene dos características ineludibles, a saber:
Primero; está como indigestada de papeles, papelitos, documentos, manuscritos y hasta papiros supongo guardados por su poseedora desde tiempos inmemoriales, por si acaso.
El número de celular de la amiga de un compañero de trabajo que conoce a alguien que puede conseguir un turno en… convive con comprobantes de extracciones del cajero que datan de los tiempos del corralito, se codea con el ticket de la perfumería, la receta de esas pastillas para adelgazar que nunca se compró y esa servilleta que él le regaló en una noche romántica y escasa de soporte para escritura. Aclaremos que él no es uno, por supuesto, sino un él de hace mucho del cual ella dice que se olvidó…
Tantos papeles asoman entre las hojas de la agenda que ya parece un bibliorato… peor; un expediente de oficina pública, si bien en realidad no es sino un valioso repositorio documental, un archivo, que sintetiza los últimos quince años de vida de nuestra amiga.
La segunda característica de la agenda que vemos salir del bolso es que responde, puntualmente, a la personalidad de la joven en cuestión.
Prolijamente encuadernada en cuero negro, con sobrios apliques metálicos, definen a una mujer segura de sí misma, eficiente, secretaria competente y organizada.
 Colorida, con diseños geométricos o no figurativos indica una personalidad amante de las artes, imaginativa y un poco bohemia, pero sin salirse de los límites de lo establecido. Si los colores son estridentes, si notamos mandalas, símbolos indígenas, jeroglíficos mayas o runas estamos ante un ejemplar moderno de mujer hippie en busca de encontrar un compañero que le permita trascender más allá de los sentidos.
Una agenda con el diseño de Kitty, a su vez, es síntoma de una encantadora joven que se conecta con su niña interior, abierta a la fantasía, al juego… ¡e increíblemente caprichosa!
Y podríamos seguir; Maitena para las cuarentonas separadas que la juegan de feministas a la espera del inexistente príncipe azul, Coelho para las que se sienten profundas pero no tanto, Galeano o Mafalda indican diferentes niveles de compromiso social (el primero para docentes de Amsafé Rosario, el segundo para docentes que no se meten en política… pero se sienten “comprometidas”)
En cualquier caso; si ver la encuadernación de la agenda es una experiencia instructiva, mucho más lo sería el examen de su contenido. Tarea imposible pero que nos depararía inenarrables sorpresas… y evitaría esos malentendidos que terminan en el Registro Civil un año después… y en Tribunales pasados los cinco…
Dejemos de lado, con todo, este pedagógico recorrido por la agenda de nuestra compañera… y olvidemos los números telefónicos sin el 4 adelante, las direcciones de mail con dominio UOL y las diferentes claves del cajero, el correo y la sesión en la oficina… todas evocadoras de algún cumpleaños importante.
Dejémoslas porque ahora el bolso proyecta hacia el exterior unos cuantos bolígrafos, algunos de colores inverosímiles, dos resaltadores, el liquid paper, un par de sacapuntas, un capuchón que no corresponde a ninguno de los bolígrafos antes mencionados, clips, ganchitos mariposa, quizás alguna chinche, un rollo de cinta scotch, varias banditas de goma, grampas de la abrochadora, tres hebillas para el pelo y un lápiz que, contra lo que pudiera pensarse, no sirve para escribir sino para atarse el cabello… y otro que se llama delineador ¡vaya a saber por qué!
Un amigo mío jura que vio una llave de cruz y una Kalashnikov junto con esta miscelánea de objetos… pero se trata de un tipo exagerado… ¿para qué querría una llave de cruz una mujer?
-         ¿Ya encontraste las llaves?- pregunta uno con la mayor dulzura de la que es capaz, dulzura que no puede evitar un cierto tono de fastidio que ella podrá o no notar, dependiendo del grado de interés que tenga en nuestra compañía. Digámoslo de una vez, siempre lo notará (y peor aún, lo guardará en su disco rígido de un terabyte) pero si le resultamos atractivo, deseable o meramente necesario, hará como si le hubiésemos preguntado por qué está tan bella y nos contestará con esa voz que nos desarma:
-         Todavía no, dulce… pero tienen que estar por acá…
-         ¿Por acá?
-         Sí, lindo, en el bolso…- con una voz tan inocente que uno estaría dispuesto a testificar a su favor incluso ante un tribunal del pueblo en China.

Y sigue el repertorio de objetos en el bolso.
Billetera, no para llevar el dinero, que puede estar suelto, distribuido en diferentes monederos y escondido en el corpiño…
La billetera alberga diversas tarjetas, algunas con vencimiento en mayo de 1999, el pase de multijuegos del sobrinito, el carnet de Central, con el cupón de la última cuota paga firmado por Vesco, la tarjeta sin contacto del Bondi, cinco o seis tarjetas que testimonian sucesivos aumentos de la tarifa, un cospel del subte de cuando fue al recital de Sting y la entrada para ver a Soda Stéreo en San Nicolás… Junto con las fotos de la familia hasta la tercera generación en grado colateral, amen de ciertas instantáneas que, mejor no preguntar, están violentamente recortadas. A veces un envoltorio de Tubby 3 completa la galería de recuerdos que otras personas llaman billetera.
Un monedero, sin monedas. Un paquete de algo que alguna vez fue un alfajor. Un pendrive (¡mirá vos, así que estaba acá!, dice ella mientras comenta que tuvo que comprarse otro porque no lo encontraba… y que acaba de volver a olvidarlo). Una calculadora, cuya única función es hacer sumas. Y la lista sigue y sigue…

Tres encendedores.
-         ¿Fumás tanto?
-         No, tontito, uno es mío pero no funciona, el otro es de mi amiga que me lo prestó… el otro ¡qué cosa! No sé como apareció acá…

Aclaremos que la presencia del encendedor no implica que su portadora sea fumadora, parece que tiene varias utilidades, calentar la punta del delineador, derretir la punta de acetato de los cordones, prender las velitas del cumpleaños… y prestárselo a una amiga que olvidará devolverlo.

Los cigarrillos tampoco implican una fumadora. Pueden estar como recuerdo de una pareja que lo era, como resabio de un vicio que se intenta dejar o porque, benditas amigas, alguna de ellas se los olvidó en la oficina y cuando la vea se los devuelvo. Si las explicaciones no son verdaderas, al menos resultan verosímiles.

Dos, a veces tres, lápices labiales. Tonos inextricablemente distintos, al menos eso dicen porque para mí rosa hay uno solo.
Uno de estos labiales, curiosamente, tiene un extraño compartimento destinado a una diminuta pila, como la de los relojes, que amerita la pregunta.

-         ¿Un lápiz de labios a pila?
-         No, tontito- en un tono que uno creería destinado a un niño de salita rosa, nivel inicial- es un juguetito… personal… si te portás bien te muestro como funciona.
-         No gracias, soy grandecito para los chiches.
Ella se ríe, ¿de qué?, ¡quién sabe! y sigue desenterrando cosas del bolso, morral o zurrón mágico…

Libreta de teléfonos, no confundir con agenda.
Teléfono celular. Extrañamente con un tono de llamada muy similar a ese que sonó, indiscreto, durante toda la película… y que nadie se molestó en apagar.
Estuche de lentes de sol; no importa que la haya pasado a buscar a las nueve de la noche. La mujer moderna no sabe donde y en qué condiciones podrá amanecer.
Estuche de lentes recetados (¿presbicia?, ¿no me dijiste que tenías treinta años?)
Pastillero, si ella es del tipo metódico, de lo contrario varias cajitas de medicamentos contra las más peregrinas pestes… cajitas vacías en su mayoría. La exploración posterior determinará que los blisters, o incluso las pastillas sueltas, vagan cual moléculas en estado gaseoso por todo el interior del bolso.
Pinzas (en plural) depiladoras. Alicate o cortauñas. Esmalte, dos frasquitos, quita esmalte, un resto de la caja de tintura con el código del último tono elegido (lleva el inverosímil nombre de caoba intenso o ceniza caramelo). Cargador del celular, modelo anterior al que lleva en el bolso, un par de auriculares, bolsita vacía por las dudas…

-         ¿Y las llaves?
-         ¡Querés tener un poco de paciencia! Están acá- el tono ya es casi maternal, no por el cariño, sino por lo terminante.
-         Acá ¡dónde?
-         En el bolso. Si me dejás buscar tranquila…

Pañuelos de papel, servilletas de papel, trocitos de papel.
Estampita de San Expedito, no por creyente, sino porque… ¡bueno, te vas a poner a cuestionar mis creencias!
Crema para manos.
Crema para el rostro.
Crema maquilladora.
Crema desmaquilladora.
Alcohol en gel… no vaya a ser que la gripe A…
Un chocolate.
Un bon o bon.
Un envoltorio de bon o bon.
El estuche interior de los huevitos Kinder, repleto de monedas.
Pinzas que parecen sacadas de un museo de la inquisición, pero que, explica bondadosa, son para rizar las pestañas…
Una caja de chicles.
Una linterna (a veces se corta la luz, aclara) y un cabito de vela (de cuando se cortó la última vez, dice).
Un saquito, por las dudas. Un sobrecito de azúcar, otro de edulcorante, uno más de café instantáneo.
El paraguas portátil.
Dos sobres de preservativos… el chico siempre dice que se los olvidó en el otro pantalón pero a ella “no la engañan más”.

Y al fin, en el fondo, en el último recoveco del bolso, allí donde nadie esperaba encontrar ya nada… relucientes, pulidas, mecánicamente perfectas… ¡las llaves!

Ella sonríe, uno también sonríe mientras relojea a esos pibes, gorrita y birra, que pasan por la calle, prueba las llaves, las gira, las saca, vuelve a ponerlas, las gira una vez más…

-         Dejame a mí.
-         Si yo no pude vas a poder vos, ja…
-         Pruebo, a lo mejor…

Pero nada. No giran, no abren. Los pibes están más cerca, las llaves están trabadas.
Ella se ríe, se ríe fuerte, uno la mira. ¿Risa de temor? ¿Habrá enloquecido? ¿Pasa algo gracioso?

En sus manos tintinea un, otro, manojo de llaves.

-         No lo vas a poder creer… las tenía en el bolsillo. ¿Vamos?

Y en menos de lo que lleva decirlo, el despliegue de objetos que portaba el bolso retorna a su inmensa, infinita, morada y uno la sigue obediente hasta el séptimo piso…
Sí, su bolso es un desastre pero, como diría el Indio; “ella es tan linda…”



domingo, abril 07, 2013

Opinando, que es gerundio...

Al modo de Juan de la Cruz... "decíamos ayer..."
No, no estuve preso en los calabozos de alguna de las Tres Santas. Tampoco cuestión de censura, más bien falta de ganas y exceso de trabajo.
Con las cosas un poco más ordenadas me siento y pergeño algunas ideas de esas que me andan dando vuelta.




Mucha, muchísima gente, opina. Lo bien que hace, opinar es un derecho, uno de esos derechos que le debemos a esa Modernidad tan denigrada por algunos. Opine, mi amigo, opine y comprométase con su opinión. Juéguese. No repita lo que otro dice, aporte lo suyo.
Más aún, avance más allá de la opinión y ensaye la argumentación. Busque elementos, racionales, compartibles, comprobables para defender su punto de vista. 
Razone, piense, escriba con mediana claridad. 
Y bánquese el debate, mi amigo. 
Bánquese que el tipo o la mina que están del otro lado opinen diferente, esgriman otros argumentos, busquen derribar sus tan caras certezas. 
No empiece con la cantinela: yo digo lo que pienso, merezco respeto... Nadie se lo está faltando cuando le dice que no, que no piensa lo mismo, que por A o por Z considera que usted se equivoca. 
Aguántese, incluso, algunas falacias y soporte firme los manidos argumentos ad hominem... sabrá que son el último recurso de quienes carecen de razones.
Si tiene ganas de ejercitar un poco ese deporte de riesgo llamado dialéctica aproveche para debatir con quienes no tienen las mismas ideas que usted, o con aquellos que las tienen parecidas, o hasta con esos que siempre se desconciertan cuando no pueden clasificarnos con comodidad. 
El debate, como tantas otras gimnasias, tiene varias ventajas.


Tonifica la mente.
Enseña la paciencia de escuchar al otro (y de bancarse las imbecilidades).
Fortalece las propias convicciones.
A veces, pero sólo en practicantes avanzados, permite clarificar lo que uno piensa y, lo mejor de todo, incorporar las ideas del prójimo para formular mas claramente las propias. Hasta puede ser que uno descubra que puede cambiar de opinión; lo cual no es tan malo como se dice por ahí. Coherencia es una cosa, obcecación, otra...

Por último, pero no menos importante, nos mantiene alertas ante tanto loro que anda por ahí creyendo que repetir consignas es lo mismo que pensar.


Y de eso, del debate, tratarán las próximas entradas de este blog que, como el Gato Félix (¿te acordás de Carlos Aurelio Martínez? ) renace de sus cenizas...

Y ahí te quiero ver...