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miércoles, mayo 30, 2007

De lunas azules


Muy contenta Belén, mi hija, vino con la noticia:
¡Papi, papi, el jueves vamos a tener una luna azul!
¿Una qué?- pregunté mientras jugaba con Daniel.
Una luna azul, lo dijo la seño...- agregó; imaginando mi siguiente comentario remató- no me preguntes qué es... pero se va a ver azul. Si no me creés- generación web al fin y al cabo- buscalo por Internet.
Y así lo hice.
Uno tras otros los medios masivos de nuestro país se copiaban la noticia:
Luna azul
decía uno
azulada
agregaba otro
se verá la luna de un intenso color azulino
adjetivaba el de más allá...
así estará nuestro cielo
se regodeaba el más audaz, como epígrafe de una foto bañada en suave luz cian.

Pero...

¿De verdad tendremos una luna azul sobre la gris ciudad de Rosario?

Sí es cierto, el jueves, o viernes según se mire, tendremos la ocasión de contemplar la luna azul... espectáculo al cual se sumará la ocultación, por parte de la Blanca Señora, de la brillante estrella Antares en la constelación de Escorpio.

Me temo, sin embargo, que debo, una vez más, desilusionarlos. No veremos a la luna de color azul. No esta vez al menos.

Luna azul es la traducción literal de la expresión anglosajona "blue moon" (belewe mone en inglés medio) y alude a un suceso extraordinario, raro o directamente imposible (como decir:el día del arquero).

Ahora bien; como todos sabemos los meses del años son determinados, más o menos, por las fases de la luna, es decir que en cada mes calendario podemos ver las siguientes fases: Luna Nueva, Cuarto Creciente, Luna Llena y Cuarto Menguante... fijate en el almanaque del almacenero para más datos...

En contadas ocasiones, sin embargo, puede pasar que en un determinado mes podamos ver una vez más, antes de su final, la Luna Llena. Cuando esto sucede se dice (en los países de habla inglesa) que estamos en presencia de una Luna Azul.
Por supuesto esto no significa que nuestro satélite cambie, real o aparentemente, de color; sólo es una manera de indicar la rareza del fenómeno.

De hecho en un primer momento Luna Azul indicaba la cuarta luna llena de una estación, dando un año solar de ¡trece meses! con claras connotaciones de mala fortuna; por una de esas inexactitudes que tanto me fascinan una revista astronómica interpretó mal el término y le dio la acepción actual:la segunda de dos lunas llenas en el mismo mes calendario.

Añado, de paso, para los amantes de lo oculto (sí para vos, que pinchás muñequitos de cera...) que la segunda Luna Nueva en un mes, obviamente menos perceptible, se llama

Luna Negra
y está especialmente indicada para llevar a cabo operaciones de brujería...


Todo esto, simple de entender y fácil de hallar en una somera búsqueda "googlera", fue ignorado por los medios (argentinos, los más) aludidos que prefirieron delirar con lunas de tonos turquesa o cielos de color tan "azzurro" como la camiseta de la selección italiana de fútbol... siempre con esa irresponsabilidad tan amena que manejan frente a los despachos de las agencias de noticias.

Pero...¿veremos alguna vez la luna del color del cielo, del color del mar?

¡Por supuesto!, pero esto no depende de las fases de la luna y, por lo tanto, nadie puede predecir cuando va a ocurrir



El color de nuestra acompañante nocturna es de un amarillo desvaído, casi como el de la arena mojada; la vemos, empero, tan blanca por el contraste entre su brillo y el del oscuro cielo circundante... en ocasiones al crepúsculo, por ejemplo, las partículas de polvo (en suspensión) en el aire nos permiten tener una imagen de ella en diversas variedades de rojo... dado que filtran los demás ,colores.
Pues bien, por el mismo fenómeno, si en el aire hay partículas de un determinado tamaño (cerca de 1 micrón o sea una milésima de milímetro) entonces éstas actúan como filtro del rojo y permiten el paso de la luz azul dándole esa tonalidad al satélite natural de la Tierra.
¿Y cuando pasa eso?
Cuando hay ceniza en el ambiente, sobre todo después de una erupción volcánica (los años que siguieron a la del Krakatoa fueron pródigos en esta tonalidad) o de una intensa, muy intensa, quema de pastizales.

Bueno Belén, dije al teléfono,esta es la explicación de la luna azul... lo investigué en Internet y...

Pero mi hijita ya se había quedado dormida.

lunes, mayo 21, 2007

La pregunta

El Sr. W. había muerto, no había nada que hacer. En vano los intentos de reanimación, en vano las medicinas de avanzada en vano, también, las técnicas de prolongación de la vida. Estaba muerto y eso era concluyente.
Así lo afirmó una junta médica y así quedó asentado en los registros.
Por eso fue una gran sorpresa cuando, tres días más tarde, como Lázaro emergió de su tumba.
Había sido depositado en la morgue en razón de no sé que pleito legal, cuestión de herencia supongo, y al amanecer del lunes (su muerte tuvo lugar a las 18 horas del jueves) un aterrorizado empleado del lugar debió ofecerle un sustancioso desayuno.
De inmediato el hecho dio la vuelta al mundo.
No se trataba, en efecto, de esas resurrecciones que difunden Selecciones o el Heraldo de la Ciencia Cristiana; míseros veinte minutos en el umbral del más allá. No.
El Sr. W. había estado muerto a todos los efectos por un período de 84 horas y dieciseís minutos exactamente.
Los medios, oliendo la noticia, acudieron de inmediato al Hospital I. donde reposaba el resucitado, que así comenzaban a llamarle.
Se convocó, también, a los principales referentes religiosos de la nación; curas, pastores, rabinos, ulemas y hasta un monej budista de paso por la capital. Científicos de todas las ramas del saber, desde los rígidos popperianos de la Facultad de Ciencias Exactas hasta los excéntricos lacanianos de la Escuela Psicoanalítica local, pasando por trasnochados marxistas, devotos existencialistas y exaltados panteístas.
Ni hablar de los políticos, presentes sin saber muy bien para qué.
Un prolijo enfermero trajo al Sr. W., bata blanca, rostro afeitado, sonrisa misteriosa, quien ocupó el podio de honor en la sala de conferencias colmada de público.
El director del Hospital hizo una breve introducción, que nadie escuchó, e indicó a los presentes que, dado el estado de salud del paciente, sólo permitiría una pregunta.
De inmediato los presentes comenzaron una acalorada discusión acerca de quien de ellos tendría la posibilidad de formular, por primera vez, una pregunta a un ser humano venido de la muerte.
Se barajaron muchas posibilidades, obvias las más, sagaces algunas, fuertemente polémicas un gran número.
Por fin un hombre de ciencia de edad madura, reconocido por sus aportes en el campo de la Física de partículas, se impuso sobre los demás y habló.
- ¿Lo vio usted?- dijo en un susurro que los circunstantes amplificaron de inmediato- ¿vio usted a Dios?- repitió como para dejar en claro el contenido de su interrogante- ¿cómo es?
El Sr. W se tomó un momento para responder, volvió a sonreír enigmáticamente y afirmó:
- Sí; ella, es negra.


jueves, mayo 17, 2007

Recuerdos de otros tiempos

A raíz de algunas canciones que estuve escuchando y de las preguntas de amig@s de un Foro escribí estas reflexiones que les traslado aquí.
(Lo siento Gra, tampoco hoy pongo un chiste, mi fuerte no es el humor; no ahora al menos... quizás la próxima)

En mi ya lejana juventud, era miembro de una agrupación católica enlistada en lo que se llamaba la Teología de la Liberación.
Recuerdo que nos pasábamos las noches cantando las canciones de la Nueva Trova cubana, en fogones de campamento, en noches de oración, en ceremonias y en cumpleaños; uno de mis mejores amigos componía variantes sobre ella y recuerdo que la imagen del Che (rosarino, como nosotros) se nos confundía con la del Flaco de Nazaret, mientras soñábamos con la Revolución.
Con la que aún sueño.
La que aún pretendo construir desde el pie...
Mis más entrañables CDs son los que contienen Hasta Siempre, Canción del Elegido (del, a mi juicio, mejor poeta en lengua castellana; Silvio)

También recuerdo las Peñas entre guitarras, libaciones de dudoso vino y sabrosísimas empanadas, de los primeros 80. Peñas que nunca estaban completas sin el Hasta Siempre, El prisionero de Tiltil o aquella que empezaba: Yo pisaré las calles nuevamente de lo que fue Santiago... y los cumpas chilenos se llenaban de nostalgia...
Las primeras de estas reuniones las hacíamos en secreto, eran los últimos días de la dictadura, y era nuestra forma de sentirnos ligados a nuestros treinta mil hermanos mayores desaparecidos, de resistir... las otras fueron en el entusiasmo de la recién recuperada democracia, muchos de los que volvían nos hablaban de su Exilio, y los sobrevivientes se trenzaban en discusiones que, para los más jóvenes eran un eco de esos años setenta, por los cuales sentíamos la nostalgia de lo no vivido.

Hoy mi hija Belén, y el pequeño también a veces, cantan estas canciones (mi nena bailaba a los dos Hasta siempre... y cantaba cuatro guerilleros bajan para el Sur) y son la continuidad, a su modo, con diferencias, en sus tiempos, de la lucha de nuestro pueblo por la segunda y definitiva independencia...
Hasta la Victoria!!!!!

sábado, mayo 12, 2007

Un libro para niñas

Leí a Louisa May Alcott hace ya muchos años, en mi infancia de omnívoro lector. Recuerdo con placer una ajada edición de Hombrecitos, me fascinaba ese peculiar colegio internado y las aventuras de los "pibes", también he de haber hojeado Mujercitas pero, con todo, mi favorita era "Una niña anticuada". El libro era de mi hermana y ella, quizás por reacción al "traga" de su hermano, nunca lo había leído...
No podía, no puede aún, existir un material impreso a mi alcance que no devore con pantagruélico goce de modo que me agencié del libro (colección Robin Hood, tapas amarillas) y me fui a mi rincón preferido de lectura: las ramas medias de un árbol de mandarinas. Allí, entre el aromático perfume y la permanente oscilación, me sumergí en el mundo de aquellas niñas de la burguesía norteamericana de la segunda mitad del siglo que, entonces, era el pasado. No sabía nada de todo esto, ignoraba, felizmente, contextos, ideologías, subtextos y géneros literarios; Eco, Bajtín, Barthes vendrían en un futuro que se me antojaba tan remoto como aquellas románticas peripecias de aquellos tres amigos; la niña del título, cuyo nombre he sugestivamente olvidado (y no pienso acudir a Google para remediar las razones de mi inconsciente), su amiga Fanny y el rebelde y entrañable Tom con quien, en secreto, me identificaba.
Mucha moralina había en esas páginas, mucha defensa del puritanismo que a mí, a tantas décadas, dos guerras mundiales y una revolución sexual reciente de todo aquello, me parecía increíble; la censura del baile, la represión de los sentimientos, el llanto en silencio, las convenciones respecto de varones y mujeres, la permanente voz de la autora, o de la niña, criticando a la "high society" con voces venidas del Mayflower, todo ello era un toque de exotismo que poco tenía que ver con mi mundo de asaltos, así les llamábamos a los bailes, de escuela mixta, de ver a mis vecinitas en bikini, de conversar con mis veijos en la mesa familiar... en ese verano del '75, una sociedad abierta que pronto... pero eso es otra historia.
A través de Una niña anticuada me asomé, por vez primera, al mundo femenino; a un mundo, con el perdón de los teóricos de la Historia, que no era tan diferente en sus anhelos más profundos. Conocí los celos, las rivalidades, el desengaño, el amor callado, la generosidad, los recovecos, en fin, del alma femenina. Exploré los primeros recodos de un río por el cual ya no cesaría de navegar; la mujer. No era, claro, la mujer de mis tiempos, ni siquiera la más modosita de mis compañeritas de primaria se parecía a la niña de marras, pero ¡cuánto en común había entre sus sentimientos y los de aquella protagonista creyendo que Tom la había olvidado! ¡Cómo se hubiesen entendido si se trataba del vestido para el baile, o de esa mirada, indicio de secretos, o de la carta donde no se preguntaba por ellas!. Era un mundo nuevo y, devorando esas mandarinas tan fragantes, un Gustavo de 11 años desembarcaba en sus playas.
Louisa M. fue muy importante para alimentar el lado, digamos, romántico de mi personalidad. Ese que me hace, a veces, estar casi a punto de entender por qué llora mi hija, a que se debe la mirada de mi ex esposa, o cual es la razón del silencio de alguna de mis amigas.
Una de ellas dijo una vez, supongo que en plan de elogio y después de momentos sublimes, que yo era muy capaz de conectarme con mi lado femenino; confieso que es verdad, estoy muy cerca de comprender a las mujeres (por supuesto muy cerca, para un varón, equivale a una distancia mensurable en parsecs) y a veces me siento extrañamente identificado con sus deseos, sentimientos y necesidades, no dura mucho, claro está, y al poco tiempo vuelvo a cometer una barrabasada masculina, pero ese fugaz momento de conexión lo debo, en gran parte, a esas tardes de mandarinas y de lectura de aquel "libro para niñas".

miércoles, mayo 09, 2007

Reflexiones en voz baja




No sé si habrá un camino
de regreso
a esa habitación hoy tan solitaria
a tus noches
a la risa sin motivo


Nos amamos y fue bueno
que así fuera
aun si no encontramos un sendero
que retorne
nada podrá ya destruir aquello
que un día hace tiempo
nos unió

Mia no puedo ya decirte
Aun cuando deseara encontrar
Regreso a tus besos
Irreversible, dijiste, acaso con razón
Algunas cosas no pueden renacer
Nunca con la fuerza del pasado
A pesar de ello aún sueño con
tu Nombre