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viernes, mayo 16, 2014

El Jesús histórico.

Creíamos que era un fenómeno social de las clases subalternas. El grito de los explotados del Imperio. Un buen día, cuando el calendario cambiaba de "antes de" a "después de" los oprimidos alzaban a uno de ellos como su Mesías.
Los religiosos puntualizaban: más aún, Dios mismo se hace pobre y oprimido.
Después, Theissen mediante, vimos que un tal Pablo Saulo se codeaba con los ricos y aceptaba que ellos pagasen la comida de los pobres; a cambio el apóstol predicaba sumisión.
¡Traidor!, gritamos. Pablo secuestró el movimiento de igualdad, le puso los grilletes de la esclavitud, que no condenó, y las vendas del patriarcado.
 "Quédate donde estás".
 "Mujer obedece a tu marido."
Por suerte estaba el Otro, el Galileo, ese Luther King con máscrítica y aquel Che sin violencia que Leonardo y tantos otros encontraban en los textos del evangelio.
Era un campesino.

Era un vagabundo.
Anunciaba la liberación de los oprimidos.
Condenaba al infierno a los ricos y echaba del Templo a los mercaderes.
El Liberador.

Después.

Después leímos con más cuidado y repasamos las páginas omitidas.

Sus discípulos no eran tan pobres, uno tenía asalariados y otros hasta una esclava. Alguno incluso frecuentaba la casa de Sumo Sacerdote, cerca del poder, y otro era cobrador de impuestos.
Daba limosnas y cenaba con los ricos.
Despreciaba a los extranjeros.
Anunciaba poner la otra mejilla, tolerar el abuso, vagabundear a cambio de casa, comida y curaciones.

No, no podía  ser.

Lo mataron los poderosos. El pueblo le gritó ¡Hossana!. Él no podía ser como los otros. Era rebelde, era revolucionario, era todo aquello que nos gustaría que fuese.

¡Traidores!

Los cuatro evangelistas transformaron su mensaje. Lo hicieron aceptable para los griegos y romanos. Sus palabras de lucha se perdieron entre parábolas arameas y germánicos "sitz im leben".

Sí, sí, eso fue. Más atrás, más atrás todavía.

En lo más profundo de la Biblia, cava, cava con paciencia, encontrarás el evangelio Q. Allí está su mensaje subversivo, allí esta el Dios del Pueblo, allí están el materialismo y el feminismo, el ecologismo y la convivencia, la lucha de clases y la praxis revolucionaria. Cava, cava, cava más. En los cuadernillos populares hablaremos de este Jesús latinoamericano, explotado y combativo, puño en alto, convocándonos al Reino de los Cielos y la Victoria Siempre. Si no fue así, asi nos gustaría... al menos mientras el Papa lo permita, que ahora es de los nuestros...