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viernes, julio 23, 2010

Como me convertí en Héroe de la Unión Soviética Final


 Última parte del cuento.
Epílogo Regreso al Futuro

Han pasado cuarenta y ocho años desde que me fui.
El Tupolev 445 de Aeroflot me lleva con rapidez al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, es el 23 de julio de 2010, tengo noventa años, casado, con tres hijos, seis nietos y no recuerdo cuantos bisnietos. Dos veces héroe de la Unión Soviética, ahora retirado pero consultado de tanto en tanto por los Primeros Ministros de los diversos estados socialistas (incluido el obsecuente del camarada Tony Blair), con una hermosa dacha a orillas del Egeo (mi única condición cuando Rusia obtuvo Estambul y la Turquía Europea) y rodeado del afecto de miles de camaradas en todo el mundo. Mi último viaje fue a los ex Estados Unidos, para asesorarlos en su desastrosa política económica.

Llevo cuarenta y ocho años evitando acercarme a mi patria, incluso cuando los ministros argentinos viajaron a Moscú para refinanciar la deuda externa (el FMI se trasladó a la URSS en 1990) rehusé encontrarme con ellos. Ahora no tiene importancia, ahora puedo regresar.

Hasta el aire era diferente cuando aterrizamos. Dejé que el resto de la comitiva se encontrase con el Presidente Zamora para gestionar la franquicia (desde 1970 ya no exportamos la revolución, simplemente concedemos una franquicia y ellos corren con los gastos) y me escabullí, en mi silla de ruedas, hasta una salida lateral.

¡Qué diferente la Buenos Aires de 2010, de la Buenos Aires de 2010 que yo recuerdo!
¿Mejor o peor? No puedo decirlo, son socialistas desde hace poco y los cambios suelen ser lentos. Por lo pronto no veo villas miseria, ni tampoco grandes autopistas; ¿parece bueno, no?

Un automóvil me lleva velozmente hacia el norte, busco una ciudad y una dirección que cuidadosamente he evitado desde que pude conocerla; allí podré hacer un definitivo balance de mi vida...
Pienso en todo lo sucedido en estos más de cincuenta años.

La Unión Soviética es la primera potencia mundial; una potencia, debo decirlo, no siempre justa, ni demasiado democrática, pero que es admirada (e imitada) en todo el mundo. Los valores del socialismo siguen vigentes, pese a las “cestitas festivas” y el auge de Redinter, la conexión mundial de computadoras que revolucionó la manera de comunicarse, incluso parece que la rebeldía de izquierda se potenciase a medida que pasa el tiempo. Y, después de los que creé en los años 70, tenemos nuestros propios grupos contestatarios, surgidos espontáneamente y a los que no podemos controlar. Los partidos están en descrédito, es verdad, y quizás no sea ajena a esto mi costumbre de dar regalos a sus presidentes, secretarios y demás, pero los soviets se han independizado de ellos y cada día se hacen más rebeldes a nuestras directivas.

Todavía no hice del fútbol una pasión, pero estamos en eso, desde 1978 (cuando el mundial en Rusia) tenemos periodistas deportivos perfectamente imbéciles, algo es algo...

El resto del mundo es socialista o está en vías de serlo, la Argentina, junto con Papúa y Andorra, eran los únicos estados capitalistas que quedaban y ahora los tres compraron la licencia para ser considerados oficialmente marxistas, así que por ese lado ya no hay problemas. Quedan, podrían decir, los Estados Unidos, já, por favor, ¿alguien puede pensar seriamente que esos cuarenta y pico de estados semiindependientes puede contar para algo?, tienen suerte si no se los incorpora México en un par de décadas...

Hace poco volví a ver al Che, no lo hacía desde el 68, no hablamos de política, simplemente jugamos al ajedrez, pero antes de irme me dejó flotando una pregunta:
- ¿Valió la pena todo esto, Gustavo, no hiciste del socialismo su contrario en el proceso?

Estoy llegando a Rosario, en esta calle vive un hombre de cuarenta años a quien conozco bien y de quien ignoro todo, creo que él será el único que pueda contestarme la pregunta.

FIN

2 comentarios:

Bob Row dijo...

Hola Gustavo: hacía tiempo que no visitaba tu blog y coincidí con la publicación de tu relato ucrónico.
Ignoro si el planteo es original (no estoy muy actualizado) pero me gustó.
No sólo la anécdota argumental sino la escritura misma, con esa ambigüedad chanta-culposa, duplicada por los datos autobiográficos.
Como siempre, leerte es una caricia para la inteligencia. Saludos.

Albacete dijo...

:D