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domingo, marzo 29, 2015

La risa



Respuesta biológica o forma de comunicación, la risa nos define como humanos.
Signo de confianza o señal de relajación, nos complace, nos alivia, nos hace parte de n grupo. Nadie ríe solo. Aún en el encierro más absoluto reímos con otros, presentes o en el recuerdo. Compartir la risa, contar el chiste, buscar la complicidad es uno de los gestos que nos hacen parte de algo mayor que nosotros mismos; un signo de cooperación.

Signo frágil por lo demás, signo efímero. Nada hay menos risible que explicar el humor. Se vive junto, se siente, no se analiza… porque entonces se convierte en otra cosa, en objeto de estudio, en cosa. Es como la relación amorosa, se resiste a la manipulación lógica. Quizás eso explique el temor que sienten ante la risa los dictadores y los neuróticos. Y los intolerantes que son la mezcla de ambos.

Los diccionarios han reservado poco lugar a la risa, al humor, al chiste.

La escuela, tristemente, también solía excluir de su currícula la risa. Quien no ha padecido aquel severo: “¿Y usted de qué se ríe?” O el consabido: “A ver, cuéntelo, así nos reímos todos”. La risa se asociaba a la vergüenza, a lo prohibido, a la culpa. Por supuesto, dado que la risa es liberadora, en la misma condena estaba su redención porque nos reíamos aún más ante el reto severo…

Temida y deseada. Liberadora y subversiva. Placentera y equívoca. La risa es la protagonista de la Historia no menos que las lágrimas o las pasiones.
Son innumerables los dioses o espíritus que se asocian con lo cómico. Sin olvidar aquellas fuerzas sobrenaturales que son naturalmente bromistas.

Los hebreos relacionaban la risa con el acto sexual, numerosos pasajes de la Biblia en los que el reír aparece cercano al amarse… Posición que comparten con los esquimales, entre otros; reír con una mujer es lo mismo que compartir el amor con ella…
Entre los griegos la palabra para expresar la risa (una de las dos, de hecho), significa también “brillo” o “resplandor”; la alegría es la luz, el humor es saludable y, nos cuentan los poetas, los dioses ríen en sus banquetes.
Sócrates usaba el humor como elemento de enseñanza, Platón, al contrario, inició la estirpe de los que condenaban todo tipo de regocijo.
Aristóteles escribió un libro sobre la comedia. Es una de sus obras perdidas, quizás, como sugiere Umberto Eco en El Nombre de la Rosa, porque los doctos temían el elogio de la risa.
El pueblo, que no hace caso de sesudos discursos, siguió riendo durante toda la Antigüedad…


 
 


De Jesucristo, dijo alguien, sabemos realmente que lloró, pero los evangelios nunca nos dicen que riera. Profundos pensadores han debatido el asunto con conclusiones tan diversas como imprecisas. Nadie dejó escrito que riera, nadie dejó escrito que no lo hiciera...

Lo cierto es que los cristianos si rieron alguna vez fue en los comienzos de su historia, porque poco a poco fueron adoptando aquel gesto adusto que hizo reflexionar a Nietszche; “Si fueron redimidos, quisiera verlos felices…”
Como con todas las cosas de este mundo, si muchos no reían y condenaban la risa, otros encontraban el modo de hacerla parte de la vida.
Y en los villorrios, las aldeas, los campos y las ciudades medievales la risa aparecía por todas partes. Muchas veces en boca del cura de pueblo o del fraile aficionado al canto y la bebida…
Los franciscanos, sobre todo, fueron célebres por su sentido del humor.
El propio san Francisco de Asís era un personaje que reía, cantaba y celebraba la vida.
Con el Renacimiento renace, también, la risa.
La comedia adquiere vuelo propio y un lugar, conseguido a fuerza de codazos y pantomimas, en la gran literatura.
Voces aisladas se alzan, todavía, contra ella, contra la risa, contra la alegría de vivir, pero cada vez son menos.
Y sin embargo, cuán poderosas. Cuán terribles con sus libros prohibidos y sus cómicos censurados.
La risa, escribe Umberto Eco en su novela,  libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos también el diablo parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable. Cuando ríe... el aldeano se siente amo porque ha invertido las relaciones de dominación... la risa sería el nuevo arte capaz de aniquilar el miedo...

 

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