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viernes, junio 16, 2006

Una nueva rebeldía, la rebeldía revolucionaria

Un tipo que respeto más de lo que él sospecha, docente él, sugirió una vez frente a la problemática de un grupo de chicos particularmente conflictivo (con delincuencia, drogas y demás circulando entre ellos) que los levásemos a dar clases a la plaza, que redujésemos los contenidos, que debatiésemos la solidaridad y el mutuo respeto, que los tratásemos, en fin, como un grupo de amigos antes que como estudiantes, en sus palabras, “que los contuviésemos”
La misma vieja receta de la inútil rebeldía, el mismo progresismo bien intencionado, en este caso de raíz cristiana, que busca a la ovejita perdida, la venda, la cura, pero jamás, jamás, deja de tratarla como “pobre ovejita pecadora” irresponsable de sus actos y objeto de la misericordia de los “bien pensantes”
Pobres chicos, pensaba él (y yo hasta no hace tanto) ya bastante los perjudica la sociedad, hacen bien en escapar de ésta, hacen bien en rebelarse, ahora hay que guiarlos hacia una rebeldía correcta, hay que entenderlos, no hay que exigirles, no hay que retarlos (caricaturizo, claro, un poco), hay que seguirles la corriente de su “cultura” y esperar que en ellos madure la rebelión hasta que comprendan que solos no logran anda y hasta que apuesten a la solidaridad.
Nada más contraproducente.
Porque por ese camino se llega a la inanidad, porque terminan siendo un “jefecito” que se da todos los gustos mientras los demás roban para él, o termina tempranamente con su vida.
Ellos buscan, piden, gritan por un proyecto alternativo, por un poco de orden en sus vidas, por ser personas libres.
No el orden fascista, ni el orden burgués, sino el orden revolucionario.
El orden de la disciplina trabajadora, el orden del estudio, el orden de las evidencias científicas y de los textos correctamente escritos.
Habría que releer las cartas de los alumnos de Barbiana pidiendo “más contenidos”, para “ser más libres”
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