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martes, junio 10, 2008

Encomio de la Filosofía de la Praxis








El marxismo, prefiero el término filosofía de la praxis, es el intento más serio y completo para crear un socialismo capaz de vincular las aspiraciones de los y las trabajadoras con la crítica social y con un proyecto político definido aunque no prefijado.

Marx y Engels, sus más importantes teóricos, pero no los únicos, fueron capaces de una gigantesca síntesis que recogía lo más avanzado de los saberes de la época, a saber:

  1. la filosofía clásica alemana, especialmente Hegel,
  2. la sociología, o mejor la sociología histórica, francesa de Thierry y Guizot
  3. la economía política británica con sus dos grandes pilares; Adam Smith y David Ricardo (según la clásica formulación de Lenin).

Contra lo que suele suponerse el marxismo no condena la obra de la burguesía, por el contrario, se vale de ella para intentar el paso siguiente; la toma del Cielo por asalto, en bella frase, por parte de los obreros y obreras del mundo. Democracia, productividad, ciencia aplicada, ateísmo, disolución de las relaciones sociales feudales y estado de derecho son, para la filosofía de la praxis, logros que deben colocarse en el haber del capitalismo y que deberán ser perfeccionados por la democracia socialista del futuro.

Con el arma incontrastable de la dialéctica, a mi juicio única manera de entender la realidad, y aplicándola con sagacidad al examen de la sociedad moderna; Marx logra formular una concepción del mundo y de la historia que, en sus grandes rasgos, no ha sido superada.

Equipado con este "Gran Relato", el socialismo se convierte en la opción política y cultural más avanzada de los siglos XIX y XX . A mi juicio, también de la actualidad.

La historia posterior del socialismo, ganado en su casi totalidad por el marxismo, es larga y no la voy a hacer aquí.

Sería fácil hacer énfasis en sus errores y crímenes, como también lo sería criticar a las personas de sus forjadores.

Sería también; inútil, esfuerzos parecidos se han hecho con todas las instituciones humanas y poco es lo que avanza nuestra comprensión de la Historia con tales formas de crítica barata. Como ejemplo tómese el libro de Karl Deschner acerca del cristianismo intitulado "historia criminal" magnífica recopilación de hechos que no explican nada.

Tampoco tiene sentido, como se hizo en otro tiempo, una apología simplista del socialismo marxista basada en la antidialéctica postura de malos y buenos, catalogados según las preferencias del autor.

Ninguno de los dos es mi camino.

El marxismo, entiendo, debe ser ponderado en relación a cuatro formas en que puede presentarse y que son, a menudo, confundidas.

En efecto, el marxismo es:

  1. un sistema de pensamiento
  2. una crítica social
  3. una síntesis histórica
  4. un proyecto de sociedad.

En lo que respecta al primero; la filosofía de la praxis tiene el mérito innegable de ser un abordaje de la realidad que emplea la dialéctica para hacerlo y que, a diferencia de Hegel, se mantiene tozudamente en el terreno del materialismo.

Para un ateo es una de las opciones más coherentes en filosofía pues trabaja con la realidad concreta y explica, a mi juicio de manera altamente eficiente, los cambios a que esa misma realidad está sujeta.

Su gran falencia aquí, su punto ciego, es la concepción limitada de racionalidad que privilegia sólo algunas formas del Logos (razón intelectual y acción orientada a fines) dejando de lado otras (razón utópica y acción orientada a medios, por ejemplo), lo que podríamos llamar su intelectualismo que, en este aspecto, lo ha llevado a un peligroso acercamiento al positivismo.

Acerca del segundo, el marxismo es la más demoledora arma de crítica jamás concebida.

Devela con una lucidez implacable las miserias de la sociedad burguesa, pero no lo hace desde la nostalgia por el feudalismo, sino desde la perspectiva de una sociedad más avanzada.

No pretende juzgar la moralidad o inmoralidad de los actos, sino su relación con el desarrollo de la Humanidad y con la satisfacción de las necesidades de los explotados; lejos de condolerse por los "miserables" los exhorta a desentrañar las causas sociales de esa miseria.

Esta crítica posee elementos que pueden aplicarse a cualquier sistema social, incluso y sobre todo los que se llaman a sí mismos socialistas, y no en vano los gobiernos dictatoriales de muchos de estos estados obreros (la URSS en primer lugar) han comenzado persiguiendo a los intelectuales marxistas cuando estos intentaban aplicar la crítica a sus propios camaradas.

El lado oscuro de esta crítica se asienta en que no es realizada por un sistema de inteligencia artificial (supuestamente desapasionado) sino por personas formadas de carne, de sangre, de ira y de afectos... el frío cinismo, la desilusión y la soberbia, que niegan incluso el valor humano del error, han sido las más nefastas consecuencias del marxismo en tanto crítica social.

Como síntesis de la Historia el marxismo no tiene rival.

Todas las demás explicaciones del devenir humano se quedan cortas ante su premisa: no es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia... , a lo sumo son notas a pie de página que matizan o puntualizan puntos específicos, pero la causalidad fundamental; la estructura social sigue siendo la piedra maestra sobre la que se edifica todo el edificio de la Historia, al menos si pretendemos que ella sea una ciencia y no, como querría Raymond Aaron, un anecdotario.

Se ha cuestionado su economicismo, que no es tal si lee a Marx con detenimiento, o su unilinealidad, otro supuesto error que cae al acercarse sin prejuicios a los textos, sin embargo el mayor peligro de esta interpretación radica en que es tan completa que cae en la manía de creerse totalizadora.

Otro de sus defectos radica en que la genialidad del propio Marx (a semejanza de lo que sucedió en el arte después de Michelángelo), sumada a la coerción de los sedicentes gobiernos socialistas, ha hecho que casi cada obra de historia inspirada en la filosofía de la praxis cuente con una inmoderada cantidad de citas de los "textos sagrados", convirtiendo a la investigación histórica casi en una exégesis.

En cuanto al marxismo entendido como proyecto político hay que destacar que nunca presentó una "receta" revolucionaria y mucho menos un "relato" de la sociedad futura; se limitó a esbozar el rumbo probable de la historia en consonancia con las perspectivas de la lucha de clases en su época (de paso, la lucha de clases no fue un descubrimiento de Marx, ni un propósito suyo, sino un dato de la realidad).

De esta "hoja de ruta" arranca la dialéctica entre condiciones objetivas; "la historia está de nuestro lado" y subjetivas; "proletarios de todos los países, únanse" en el desarrollo de la revolución.

Buena parte de lo que se ha dado en llamar socialismo real es, como bien señaló Pablo Castellano, ajeno al marxismo y aún lo que considero su mayor falencia en cuanto proyecto social; la dictadura del proletariado no se corresponde necesariamente con la dictadura del partido único, de hecho hoy vivimos en regímenes pluripartidistas (o bipartidistas en el caso de los EEUU) que no son sino formas larvadas de dictadura de la gran burguesía.

El socialismo marxista, por cierto, no sólo no es incompatible con el Estado de Derecho, sino que aspira a perfeccionarlo, superándolo en un sentido inclusivo.

Las realidades políticas de los dos últimos siglos, la lucha encarnizada que debió afrontar, el desafío de nuevas condiciones económicas como el imperialismo y el keynesianismo (éste último reflejo de los avances del naciente socialismo soviético), la complejidad de las sociedades modernas, el surgimiento de nuevas agendas culturales (feminismo, minorías sexuales, ecologismo), la lucha a muerte con el fascismo (y su engendro bastardo; el nazismo), la guerra fría y la guerra cultural, junto con la miseria moral de muchos de sus conductores (pero las revoluciones no se hacen con ángeles, sino con hombres viejos que pretenden construir nuevas sociedades, como decía Jesús Ibañez) derribaron muchos de los sueños convocados por el marxismo del siglo XIX.

Sus crímenes fueron muchos y horrendos, desde todo punto de vista inexcusables aún cuando sólo representen una pequeña parte de los crímenes cometidos por las sociedades de clase que lo precedieron, resultan tanto más graves cuanto que el marxismo no se propuso, jamás, la destrucción del ser humano, sino su liberación integral.

A este respecto sólo cabe compararlo con la única otra institución social que tuvo un proyecto similar; la Iglesia Católica; entidades tan magníficas y tan terribles, como el mismo ser humano.



Para terminar, el marxismo lejos de ser una estafa fue uno de los más grandiosos experimentos de los seres humanos para construir el paraíso aquí, en la Tierra.


Fue causa de grandes heroísmos, responsable de la derrota final del nazismo, liberador de pueblos y de mentes.

Fue creador, por opción o por reflejo, de sistemas de seguridad social que están entre los mayores logros de la Humanidad.

Fue potenciador de talentos literarios, científicos, artísticos y sociales, cuna de activistas y foco de rebelión.



De un modo u otro todos tenemos que contar con Marx y su obra para dar cuenta de la realidad, sea aceptándola, sea cuestionándola.

Fue, también, gestor de numerosos atentados contra sus mismos principios, émulo en sus peores aspectos de la racionalidad burguesa (la ex URSS le debe su grandeza y su miseria) no pudo escapar a su propias contradicciones y terminó ligado a los destinos de una sola nación, aquella, justamente, donde Marx suponía que se implantaría en último lugar...

¿Y qué?

El fracaso, permanente o temporal, no lo sé, no implica mentira, error o inutilidad.

La caída puede ser el comienzo de una nueva arremetida, al modo de Anteo, contra la insolencia de los dueños de la tierra.

La semilla de la rebelión, tan vieja como Moisés, Jesús de Nazaret, Espartaco, o Thomas Muntzer no cesará jamás de tomar nuevas formas y el marxismo, aún si, cosa que no creo, desapareciera, no sería un fantasma incorpóreo, sino una presencia activa en la conciencia de los futuros luchadores sociales.

Al fin y al cabo aún no está dicha la última palabra de la Historia...



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Well for me its better to be more realistic.

Anónimo dijo...

It could widen my imagination towards the things that you are posting.

Gus dijo...

As say at France in May '68

Be realistic, demand the impossible. (Soyez réalistes, demandez l'impossible)