Hoy, a los 45 y un par de meses.
Hoy, en la mañana fría y soleada.
Hoy y en este lugar, un modesto bar del centro, afirmo, para quien pudiera interesar, que se ha terminado mi adolescencia.
Tengo para mí que en el decurso de los sucesos humanos (¡vaya solemnidad!) este delicioso y tormentoso período que precede a la vida adulta se prolonga más y más. Alejandro era un rey y general exitoso a los treinta años; hoy, por el contrario, estaría terminando un postítulo y viviendo en la casa de sus padres; el violento Filipo y la manipuladora Olimpia... ¡son dos mil trescientos años de distancia!
Estudié, trabajé, me casé y tuve hijos sin dejar de ser un perfecto púber en muchos aspectos de la vida y, más importante, en mi alma. Como dice Sabri; jugaba a ser grande, pero era un pendejo y hacía, claro, cosas de pendejo.
Fue con la separación (nobleza obliga) que empecé a darme cuenta que se había terminado la joda. No fue hasta esta última semana que caí en la cuenta de que empezaba una vida mejor, adulta, plena y responsable, un placer que supera al mero goce improductivo y torturante.
Asumir esto, tiempo y caricias, golpes y satisfacciones, me llevó un cierto tiempo y tal vez me calumnie a mí mismo retrasándolo tanto. Lo cierto es que hoy dejo ir definitivamente al pibe, melancólico y esquivo, aficionado a la mentirilla tonta y a las excusas tardías, para darle lugar al hombre que quiero ser.
Un tipo masculino sin clichés ni impostaciones de voz, capaz de sostener sus convicciones sin agredir y sin sentirse agredido, que se para frente a un curso y ya no se cree un genio o un idiota.
Orgulloso de ser Gustavo Rubén Bessolo, un hombre común (que no es sinónimo de mediocre) que ya no es "el chico Odol Pregunta" (Gustavito, el que sabe, como decía mi nona y yo, iluso, me lo creía) ni el irresponsable, tortuoso, vago y mal entretenido que aceptaba sin beneficio de inventario.
Hoy, en la mañana fría y soleada.
Hoy y en este lugar, un modesto bar del centro, afirmo, para quien pudiera interesar, que se ha terminado mi adolescencia.
Tengo para mí que en el decurso de los sucesos humanos (¡vaya solemnidad!) este delicioso y tormentoso período que precede a la vida adulta se prolonga más y más. Alejandro era un rey y general exitoso a los treinta años; hoy, por el contrario, estaría terminando un postítulo y viviendo en la casa de sus padres; el violento Filipo y la manipuladora Olimpia... ¡son dos mil trescientos años de distancia!
Estudié, trabajé, me casé y tuve hijos sin dejar de ser un perfecto púber en muchos aspectos de la vida y, más importante, en mi alma. Como dice Sabri; jugaba a ser grande, pero era un pendejo y hacía, claro, cosas de pendejo.
Fue con la separación (nobleza obliga) que empecé a darme cuenta que se había terminado la joda. No fue hasta esta última semana que caí en la cuenta de que empezaba una vida mejor, adulta, plena y responsable, un placer que supera al mero goce improductivo y torturante.
Asumir esto, tiempo y caricias, golpes y satisfacciones, me llevó un cierto tiempo y tal vez me calumnie a mí mismo retrasándolo tanto. Lo cierto es que hoy dejo ir definitivamente al pibe, melancólico y esquivo, aficionado a la mentirilla tonta y a las excusas tardías, para darle lugar al hombre que quiero ser.
Un tipo masculino sin clichés ni impostaciones de voz, capaz de sostener sus convicciones sin agredir y sin sentirse agredido, que se para frente a un curso y ya no se cree un genio o un idiota.
Orgulloso de ser Gustavo Rubén Bessolo, un hombre común (que no es sinónimo de mediocre) que ya no es "el chico Odol Pregunta" (Gustavito, el que sabe, como decía mi nona y yo, iluso, me lo creía) ni el irresponsable, tortuoso, vago y mal entretenido que aceptaba sin beneficio de inventario.
¿Me preguntás cómo me siento?
Bien, viejo, muy bien.
Hay cosas que faltan (¡y tantas!) pero ellas ya no me impiden crecer, vivir, sentir, amar y ser amado; doy gracias a la Historia (esa divinidad de los ateos) por la falta de esas cosas y de otras que todavía ignoro... de no ser así estaría muerto.
Y estoy vivo, escribiendo, sintiendo, respirando a pleno este aire renovado de la mitad (¿llegaré a tanto?) de mi vida.
Y doy gracias, porque no hice solo este camino, pero de eso escribiré otro día.
Bien, viejo, muy bien.
Hay cosas que faltan (¡y tantas!) pero ellas ya no me impiden crecer, vivir, sentir, amar y ser amado; doy gracias a la Historia (esa divinidad de los ateos) por la falta de esas cosas y de otras que todavía ignoro... de no ser así estaría muerto.
Y estoy vivo, escribiendo, sintiendo, respirando a pleno este aire renovado de la mitad (¿llegaré a tanto?) de mi vida.
Y doy gracias, porque no hice solo este camino, pero de eso escribiré otro día.
8 comentarios:
HEY! MUCHO TIEMPO SIN POSTEAR!!...
Me encanto tu nota, lo q escribiste..
te entiendo aunque quiza tenga 21 años a veces tengo miedo a lo que venga, no quiero dejar de ser una nena de secundario, me da miedo enfrentar responsabilidades. Me asusta muchisimo saberme adulta...Pero supongo q todo se da, maduramos y entendemos...y eso es de a poco...
Cuando tenga 40 te cuento si me volvi una adulta jugando a ser pendeja.... o asumi la edad y la ame por completo!!
besos...
Gracias por tus palabras y espero, a los sesenta y pico, que me cuentes como te va en la vida... en ese futuro que no puedo ni imaginar.
No siempre dejar atrás al niño/jovén es malo, madurar es una aventura acorde al momento de cada vida. Algunas veces, apesar de los intentos, quiere surgir en mí esa adolescente que quería escaparse de las responsabilidades, el "yo no fui" o "no se de que me hablan" busca asomarse, pero rápidamente es acallada por estos 41 años que llevo encima, y mis 11 años de separación que me obligaron a madurar se impone; el hacerme responsable de los actos terminan haciendome sentir bien. Realmente me alegro que puedas tomar tu "crecimiento" en forma conciente, y no olvides que este nuevo camino no lo recorres solo, además de tus hijos y Sabri, estoy yo para apoyarte y acompañarte. Bienvenido Gus a esta nueva etapa. Besos y sabes que te quiero mucho.
gracias a la conciencia pura-la tuya-iras creciendo mas y mas...pero soy portador de malas noticias...el picoanalisis die que el hombre-generico-madura cuando muere...
que va a hacerle amigo,compañero,camarada...
eso si la vida la marcaras vos,siempre
lidia-la escriba perenne
con mucho afecto!
www.deloquenosehabla.blogspot.com
Querido Gus:
Yo soy más optimista,estoy segura que te espera la plenitud, hacerse cargo de los errores por inmadurez te saca culpas y te aseguro que no los volvés a cometer.
Bienvenido al mundo de los adultos, y felicitaciones porque, según dicen, en el continente de los hombres maduros, hay pocos (yo no encontré ninguno)así que Sabri es una privilegiada. Con cariño. Griselda.
y la adolescencia de tu bella hija,te pasara rauda por encima!!!!!y tendras que decir tantas vece no,que te pido :no te canses...los jovenes son eso:jovenes energicos,que pasan raudos,muy,por tu vida...
no es de mala onda,solo te cuento lo que me paso a mi...
besos camarada de buenas palabras
lidia-la escriba
gu te cuento publique un libro en internet en bubok.com ahi esta si quere leerlo se llama "CANCIONES PARA PODER VIVIR Y RESISTIR" gracias amigo mio
un abrazo
lidia-la escriba perenne
www.deloquenosehabla.blogspot.com
Hola a todas... un gracias grande por leer (me). Lidia, como ves estoy de vuelta, y pese a los nubarrones, sigo siendo apostando a la vida. Decir no, qué cosa, tan mala prensa que tiene el pobrecito no... pero "NO" es una bonita palabra sobre la que alguna vez escribiré algo en palabras perdidas.
En cuanto a tu libro, ya lo estoy buscando, en cuanto lo lea, promesa alargada en el tiempo, algo te contaré.
El camino del crecimiento, del hombre cabal que decía Adler, es claro que nunca termina... ¡bendita sea la Diosa de que así sea!
Gri, no sé si Sabrina tendrá o no suerte, pero sí puedo decirte que yo la tengo por estar con ella, pero sí puedo afirmar que la amo de una manera tan diferente de como amé antes que me resulta plena y liberadora... sin omitir que hay momentos en que... bueno, para decirlo suavemente: ¡no es nada fácil la convivencia!
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