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sábado, agosto 25, 2007

Atlantis... (final abierto)


Atlántida en la modernidad


Ignatius Donnelly, el yanqui que "reinventó" la Atlántida

Donnelly era uno de aquellos talentosos yanquis que asombraban al mundo del 1800 con su desenfado, su espíritu de empresa, sus múltiples talentos y su irreverencia por la cultura establecida. Escritor, político, investigador y excelente publicista; publica, en 1822, Atlantis: The Antediluvian World donde se propone probar, y concluye perentoriamente, la realidad de la Atlántida y su papel como “cuna de la civilización”. Recurre, para ello, a un método todavía vigente y que cualquiera puede ver en acción con sólo sintonizar alguno de los canales de documentales; abrumar al lector. Lo hace con citas incompletas o fuera de contexto, numerosas peticiones de principio (afirmar lo que no se ha probado), tautologías y tal enorme repertorio de falacias lógicas que hace que sea muy difícil de refutar.

No, no se puede decir que Donnelly mienta; sólo retuerce la verdad hasta hacerla irreconocible.

Según Donnelly tanto el Génesis como la mitología griega (e incluso la escandinava) tienen como escenario la Atlántida, la cual también le sirve para explicar fenómenos tan diversos como las migraciones de pueblos, las presuntas similitudes culturales entre egipcios, mayas, incas y demás (las diferencias cronológicas no importaban...), el culto del Sol y hasta el origen de la tecnología del hierro.

Mapa de Donnelly; el Imperio de Atlantis

Con adaptaciones e innovaciones (la más notable la de Charles Berlitz, en los setenta, atribuyendo a los atlantes una tecnología de avanzada) la imagen de Atlántida que popularizó Donnelly en las decenas de reediciones de su obra, sigue siendo la vigente en la actualidad; remozada por el cine y con el ocasional añadido de una Atlántida que aún sobrevive, bajo el mar. Ya forma parte de nuestra cultura y no son pocos quienes creen en la existencia, pasada o presente, de aquella isla que resume en su nombre los sueños de una perdida edad de oro.

Charles Berlitz, aún recuerdo esas tardes de siesta leyendo sus mitologías...

En la Internet es posible encontrar numerosos sitos que intentan “probar” la existencia de la Atlántida (unos pocos son escépticos, pero están en una relación de 10 a 1), algunos la sitúan en el centro del océano Atlántico, más exactamente en la cordillera submarina que, como un espinazo, lo recorre desde Islandia hasta las cercanías de la Antártida, agregan que tanto las Azores, como las Canarias y las pequeñas Ascensión y Tristán da Cunha son restos de antiguas montañas atlantes.

Otros la buscan en la cercanía de las Bahamas, especialmente desde que un vidente estadounidense llamado Edgard Cayce predijo el resurgimiento de la isla en la década del ’60 y algunos buzos detectaron una presunta muralla de piedra en ¡1968! (lo cual fue visto como prueba de la exactitud del profeta norteamericano).

No faltan quienes se sienten capaces de describir, con lujo de detalles, la historia, la religión, la filosofía y hasta las costumbres de los antiguos atlantes, bien sea por deducciones, bien por comunicación con “sus espíritus”, dichas descripciones (algunas se pueden ver por la señal de cable Infinito) coinciden más con las concepciones modernas de la New Age que con lo que se sabe de las civilizaciones antiguas.


Un poco por todos lados... mapa que muestra las localizaciones propuestas para el continente perdido.

Donnelly, Berlitz y sus epígonos han “corregido y aumentado” las indicaciones de Platón, han sembrado en la mente moderna la creencia en la realidad de la Atlántida y, sobre todo, han contribuido a crear un mito perdurable que, como todos los mitos, nos sirve para explicar ingenuamente aquello que nos asombra, nos intriga o simplemente nos conmueve.



Atlantis; interpretada como una civilización submarina...





Una gran civilización, avanzada, poderosa pero que, por olvidar los valores más básicos de la moralidad, perece en un terrible cataclismo y sólo sobrevive como una leyenda. ¡Qué relato más extraordinario!

Imagen idealizada de Atlantis... un paraíso perdido.

Valiéndose de él, grandes narradores como Burroghs, el creador de Tarzán, y especialmente J.R.R.Tolkien, el autor del Señor de los Anillos, quien la llama Númenor, han dado una nueva entidad literaria al viejo mito.

Númenor, la Atlántida según JRRT.

Pero, en fin; ¿hubo alguna Atlántida?

Si por Atlántida uno quiere referirse a esta imagen moderna; una gran civilización prehistórica ubicada en el océano Atlántico, la cual pereció al hundirse la isla en los abismos del mar, la respuesta es un categórico no.

La geología nos dice que es imposible que un continente se hunda, islas aisladas, especialmente las de origen volcánico como Islandia, pueden surgir y desaparecer en la plataforma continental del Atlántico, pero ninguna de la entidad que se le asigna a la Atlántida y sin duda no en tiempos más recientes que el pleistoceno, es decir decenas de miles de años antes de la supuesta existencia de esta civilización.

Por otra parte la cultura que se le atribuye a estas gentes, prescindiendo de las infundadas exageraciones de Berlitz, no puede ser anterior al quinto milenio a.C.; agricultura y ganadería desarrolladas, uso del metal, construcción de barcos y muelles, empleo de la escritura y existencia de un estado organizado son descubrimientos que, todo lo más, pueden datarse entre el 4.000 y el 3.000 antes de Cristo.

En el 9000 u 8000 a. C., el ser humano recién estaba dando, y en el Medio Oriente, los primeros pasos en la domesticación de plantas y animales; hay pruebas incontrovertibles de esto.

Una cuestión diferente es ceñirnos al relato de Platón y preguntarnos si esa descripción de la magnífica isla; “más allá de las Columnas de Hércules”, no contiene un trasfondo de realidad.

En otras palabras; ¿fue un mero invento del filósofo o se basó en antiguas, bien que exiguas, tradiciones?

Localizaciones de Atlántida en el ámbito del Mediterráneo.

Algunos creen que la mejor respuesta a esta pregunta es la propia frase atribuida a Platón: “quizás este relato no sea un invento” (no está en los diálogos, sino en un escrito de Posidonio, un escritor posterior), es decir tal vez haya algún leve resto de historia en todo ello.

¿Es posible que algún griego, no necesariamente Solón, quizás Platón mismo , haya tenido acceso a viejas tradiciones egipcias sobre una isla hundida?, ¿no habrá usado el filósofo este cuento para ilustrar su tesis, es decir; mostrar al Estado ideal en funcionamiento?. Si así fuera la Atlántida sería una creación platónica sobre la base de una leyenda antigua.

Es un hermoso argumento y quien esté interesado en él puede leer el delicioso libro de J.V. Luce “El fin de la Atlántida” (edición en inglés 1969, en castellano Ediciones Destino 1975 y 1993) donde este simpático estudioso británico intenta demostrar que Platón se inspiró en antiguas crónicas egipcias las cuales, a su vez, recogían testimonios sobre la isla semi mítica de Keftiú.






Cnossos, el palacio minoico: ¿el modelo de Atlántida?

Keftiú, que en la Biblia aparece como Kaftor, no es otra que Creta y, según Luce, la civilización cretense con sus palacios, sus navíos y su culto del toro







es el modelo de la mítica Atlántida; el filósofo griego habría agregado su localización occidental (las columnas de Hércules corresponden a Gibraltar) quizás por comprender mal una frase egipcia sobre “los pilares de occidente”, la lejanía en el tiempo (900 en lugar de 9000 años), el puerto circular, inspirado en el de Cartago


El puerto de Cartago, probablemente sirvió de inspiración al diseño platónico


y otras maravillas salidas de su frondosa imaginación. Finalmente, dice Luce, la civilización cretense (mejor conocida como minoica) cayó a causa de una catástrofe natural; la erupción del volcán de la isla de Thera y el tsunami subsiguiente, la destrucción de Atlántida, entonces, sería un calco de este cataclismo histórico.


Mapa e imagen satelital de la isla de Thera, a cuyo volcán se atribuye la desaparición de la civilización minoica.


Cuando uno lee a Luce (quien parece un hábil abogado y, de hecho, la última parte de su libro está presentada como un juicio oral) convence de inmediato; sólo exhibe pruebas circunstanciales, es cierto, y los datos más modernos contradicen su cronología sobre el final del mundo minoico, pero nos deja pensando...









¡Sería tan fascinante que la antigua Creta fuese la mítica Atlántida y que el recuerdo de su gloria, anterior a Homero pero tan cercana a nuestra sensibilidad, hubiese quedado guardado, como en clave, en las armoniosas palabras de Platón!

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