No creo en Dios, es decir, soy ateo.
No es algo de lo que me jacte, simplemente siendo monoteísta he dado el siguiente paso lógico, no creía en ningún dios excepto uno, privilegio injusto de una Tradición que me he preocupado de subsanar.
Me molestan, sin embargo, aquellos que despotrican contra la Iglesia con los manidos argumentos de siempre; el oscurantismo, la Inquisición, las diversas formas de represión o la alianza con el poder.
¡Cuidado!, no digo que sean argumentos inválidos, sólo señalo que no le hacen ningún favor a la causa, si la hubiera, del ateísmo y tampoco habla muy bien de su formación cultural. La Iglesia, especialmente la católica romana, es mucho más que eso.
Sucede que sus atacantes, y sus defensores, se limitan al panfleto.
Es, no obstante, importante que avancemos un poco más si queremos entender la vigencia, y hasta cierto indeterminado punto la importancia, de esta tradición religiosa en nuestra sociedad.
La dialéctica de la Iglesia, desde ella misma
Entre estas dos proposiciones, a saber:
un verdadero teólogo,
cosa que no son la mayoría de los obispos y otros representantes eclesiásticos,
debería suscribir ambas.
En buena teología católica la Iglesia es una Santa Pecadora;
aunque los Santos Padres preferían decir Prostituta.
Santa en cuanto a sus fines, algunos de sus miembros y su fundador.
Pecadora por su inmersión en el mundo y su condición de "peregrina" (término, de paso, que se refleja en el sustantivo parroquia que, justamente, significa comunidad de peregrinos).
Es decir que al enumerar todos los males que le debemos a la Iglesia incluso sus representantes más lúcidos no sólo no deberían negarlos, sino que hasta los reforzarían como medio de mostrar la Gracia de Dios; por eso, en el Medioevo, se decía que: “el agua de la vida puede brotar hasta de las fauces de un perro muerto”
La presencia del mal en el seno de la Iglesia señala, para sus miembros, que, mientras espera el Juicio divino, la comunidad de los fieles está sujeta, también, a las tentaciones del "dios de este mundo".
Todo esto hablando desde la Teología católica más estricta, sea tomista o escotista.
Por ello, desde un punto de vista dialéctico, sería un error ser menos abiertos que la misma Iglesia.
Dos Iglesias conviviendo
La Iglesia que anunció el fin del reino del César en el Apocalipsis,
que proclamó la insatisfacción más radical respecto del Estado y de la sociedad,
la iglesia que vio en la Historia mucho más que un ciclo de repeticiones y enseñó a buscar una sociedad ideal al final del camino humano (que la llamara Reino de Dios no viene, ahora, al caso, era mitología, pero de la buena),
la iglesia que estimuló el pensamiento al punto de generar herejía tras herejía (llevando con ello adelante una renovación de la anquilosada filosofía tardoantigua),
la iglesia que generó el surgimiento de nacionalidades en toda la cuenca del Mediterráneo,
la iglesia que suscitó nuevas concepciones del arte, que renovó la poesía y la prosa, que mantuvo la cultura a punto de ser anegada por las hordas bárbaras,
que roturó los bosques salvajes de la Galia y Germania,
que adoptó los festivales paganos y que introdujo, en la herencia hebrea, la ausente figura femenina.
La iglesia que avanzó en misiones a países entonces desconocidos,
que hizo soñar a la Europa hambrientas con un Reino Milenario,
que sancionó moralmente el infanticidio y que intentó dictar leyes internacionales (treguas de Dios) entre los turbulentos barones feudales.
La iglesia que prohijó a los primeros humanistas,
que dio origen al género literario de la utopía,
que generó el movimiento revolucionario más influyente hasta la llegada del marxismo (me refiero al joquinismo reinterpretado por los franciscanos),
que denunció la explotación indígena en América,
que sentó las bases de la modernidad con los pensadores de la Escuela de Salamanca y con los teóricos de la escolástica.
La Iglesia que en América Latina fue semillero de revolucionarios, tanto en las guerras de Independencia como en las guerrillas de los años 60.
La Iglesia que denunció abusos y torturas, la que buscó crear puentes en la Guerra Fría, la que se renovó en el Concilio Vaticano,
la que actúa día a día en las villas miseria.
Esa Iglesia representó un avance en la civilización, preparó o defendió la democracia moderna, fue y en parte es un faro para iluminar conciencias.
Es la Iglesia que proclamaba, como lo hizo Juan XXIII:
In necesariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus charitas
La Iglesia que admiró el reino de los Césares desde la Carta de Clemente hasta la Historia de Eusebio,
la iglesia que se entregó con armas y bagajes a la discrecionalidad del estado imperial,
la iglesia que expulsó a la insastisfación radical fuera de la Ciudad y creó hordas de monjes fanáticos e ignorantes,
la iglesia que se conformó con este mundo y retorció los textos evangélicos para calmar al rico y glorificar al sufrimiento,
que anunció, en lugar de la comensalidad abierta del Nazareno un "patriarcalismo de amor" que mantenía el status quo ante y que sancionaba desde la nueva religión el clientelismo romano.
La Iglesia que persiguió el pensamiento alternativo,
que negó un lugar a las mujeres y puso en los altares la imagen inalcanzable de la Madre Virgen asexuada,
la Iglesia que condenó el placer sexual dándole veneno a Eros (él, por supuesto no murió, pero degeneró en vicio).
La iglesia que quemó herejes,
la que sostuvo a déspotas,
la que obliteró culturas enteras.
La Iglesia de los duques, marqueses, condes y otros asesinos similares; dispuestos a torturar, rapiñar, violar y matar para defender sus privilegios mal habidos.
La Iglesia de las Cruzadas,
de los pogromos,
de los saqueos a pueblos lejanos.
La Iglesia que bendijo la conquista,
la trata de esclavos,
el derecho divino y la “guerra justa”.
La Iglesia que sancionaba a los librepensadores,
que impedía el desarrollo de las artes,
que quemaba libros,
que alzaba Santas Alianzas, que canonizaba a tiranos.
La Iglesia que bendijo a Franco, a Hitler, a Mussolini y a tantos tiranos.
La Iglesia de los Kennedy, de los Columbus Knigth, del Opus Dei y de Fraternitas.
La Iglesia que en el Concilio Vaticano I proclamó el dogma enervante de la infalibilidad papal,
la que aún hoy niega el acceso al sacerdocio a hombres casados y a mujeres,
la que está contra el control de la natalidad e impide la despenalización del aborto con excomuniones que no aplicó con los Videla, los Pinochet o los Trujillo.
La Iglesia que apoya a la derecha más recalcitrante en Polonia y se alía con EEUU como antes lo hizo con el Imperio.
Esta Iglesia fue una rémora y una afrenta a la dignidad humana.
Con su vileza contaminó de odio la civilización occidental, con su represión propició la creación de seres humanos mutilados, incpaces de amar y sujetos a la bota del opresor.
Esta es la Iglesia que proclamó:
Extra Ecclesiam nulla salus.
Ambas coexisten todo el tiempo, ambas son parte de la Historia, ambas interactúan, se influencian, se mezclan y se combaten…
ni una, ni la otra, juntas y en oposición permanente.
No seré yo quien defienda a una institución en la cual no creo (y a cuyo dios tampoco acepto) pero, a diferencia de numerosos ateos, no odio, no abomino de la Iglesia; la respeto como se respeta a una anciana a quien se le toleran ciertos caprichos y de quien se tiene a bien olvidar sus “pecados” de juventud.
Claro, cuando la viejecita se pone a dar órdenes o se altera, prefiero ignorarla a la vez que intento evitar que, en su senilidad, se dañe a sí misma o a otros…
6 comentarios:
excelente blog Gus, lo seguiré con mucho interés. Un saludo
Totalmente de acuerdo contigo. Quizá el problema, tanto para quienes la defienden fanáticamente como para quienes fanáticamente la atacan, es que tanto unos como otros se niegan a evolucionar. Como la Iglesia moderna. ;)
El problema, estimada, es el pensamiento dialéctico (tema de mi próximo post, por eso el "chivo") al cual no estamos habituados.
En otro orden cuando hablo de la Iglesia me refiero a un colectivo multiforme que dista de ser monolítico y que engloba tanto dogmas como mitos, estructuras sociales y económicas, patrones culturales y prácticas diversas. Un error frecuente, a veces inevitable, es hablar de "la Iglesia" como si fuese una entidad coherente y vertical; ello no es (en el paso lo fue más o menos según la época) siempre así... en la "católica" conviven, coexisten y luchan tendencias políticas (en un sentido amplio) diversas... basta leer las noticias sobre el nuevo General de los Jesuitas para tomar conciencia de ello.
Te adjunto, y para todos los que pueda interesar, cuatro links que muestran la diversidad en esta multinacional inorgánica.
Miquel Sunyol: este cura me gusta mucho... es audaz y lúcido, vale la pena leerlo:http://www.tinet.org/~fqi/cast.htm
pero también está esta: http://aica.org/index.php
reaccionaria y obtusa.
pero la compensa (?) la de women priest que aboga por la ordenación de sacerdotisas cristianas: http://www.womenpriests.org/sp/default.asp
sin olvidar que hay otra como la que agrego aquí: http://www.corazones.org/diccionario/mujer/mujeres_sacerdotes.htm
que roza la imbecilidad vestida de teología...
Aclaro, ¿hace falta?, que no estimo especialmente a la Iglesia, pero no estar con A no implica, me parece, ser furibundamente anti A...
Gracias a vos y a "anónimo" por sus comentarios. Gracias a Ricardo por su mail personal.
Muchas gracias por los links.
Estoy contigo en que no estar con algo no implica estar contra algo... pero no se lo digas a los cristianos, pues contradigo a su Dios... ¿o quizá le doy la razón?
Jesús dijo tanto "Quien no está conmigo está contra mí" como "Quien no está contra mí está conmigo". Sutil diferencia quizá, pero para mí, muy significativa. ¿O acaso es lo mismo considerar amigos a todos los no enemigos que considerar enemigos a todos los no amigos?
Un abrazo,
Sibila
Muy interesante y sagaz tu acotación... ¿y si la frase del Flaco no fuera sino otra muestra más de la dialéctica divina?
Como sea, aspiro a algo más que una crítica simplista de la (s) Iglesia (s) (colectivo cristiano)y me parece que también es tu caso... hay mucha riqueza en su tradición mística...
muy buen texto... tiene razon en el sentido de que hay que ver las 2 partes, la iglesia tambien organizo mucho, ciertas civilizaciones,ayudo gente , etc... pero es comun caer en el odio hacia ella y olvidar sus cosas positivas, por una simple razon, el daño causado, las muertes, y demas fueron tan graves que opacan lo bueno que tuvieron. hoy en dia por suerte su poder de decision respecto a las decisiones politicas de los paises son muy inferiores a las de antes. y con respecto a los creyentes me parece estupido seguir a la iglesia cuando en la antigua biblia, estaba escrito que jesus no queria que nadie valla a rezar a ningun lugar ni edificacion ya que dios tenia que estar en los corazones de quienes tenian fe de el... son muy contradictorios e ignorantes, mal por ellos...muy buen post ;)
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