Buscar este blog

lunes, abril 05, 2010

Patria indígena


En estos días he vuelto a leer nuestra Historia. Exigencias de la docencia, pero también el placer de reconocerme en ese pasado común.


No creo en los nacionalismos extremos, mucho menos en esas historias sesgadas que están de moda donde, so pretexto de oír la "voz de los vencidos", se los aisla del resto de la humanidad, se proyecta sobre ellos ideales anacrónicos o se les atribuyen hechos y actitudes que no existieron. 

Nuestros ancestros indígenas ¿quien puede asegurar que no posee alguno? no fueron siempre héroes, no tuvieron esa especie de aura "ecológica" que muchos les atribuyen, aunque ciertamente respetaban mucho más que nosotros la Naturaleza, siquiera por temores mágicos, no formaron una entidad cultural única, ni se opusieron sistemáticamente a la invasión. Eran mujeres y hombres que vivieron, como nosotros, una historia que no pudieron elegir y, frente a ella, se posicionaron; resistiendo, contemporizando, escondiendo o luchando...

En el nacimiento de la Nación Argentina, una nación inexistente entonces, una nación creada, una nación que es multiétnica y plural, la presencia nativa fue permanente y, en muchos casos, fundamental.

Acostumbramos a pensar en el Virreinato del Río de la Plata como un gran mapa compuesto por los territorios de cuatro repúblicas actuales; Bolivia, entonces el Alto Perú, Paraguay, Uruguay y Argentina más algunas regiones del Brasil (Río Grande, Paraná) y Chile (Antofagasta).
Sin embargo nada más lejos de la realidad; el Virreinato era un territorio rodeado, por el norte y por el sur, por extensos dominios ocupados por los pueblos originarios. 

Existían tratados formales, algunos se remontaban al siglo XVII, que reconocían a los pueblos originarios unos territorios bajo su exclusivo dominio.
La presencia del indígena, tanto el sometido como el libre, fue una constante durante el periodo colonial.

Los "indios" encomendados del Noroeste estuvieron desde el principio, como artesanos y campesinos explotados. Algunos de ellos perdieron sus marcas de identidad, otros las conservaron en la oscuridad, muchos las recuperaron en estos últimos años.

Los guaraníes, colaboradores entusiastas del mestizaje, fueron la base poblacional del Paraguay y la fuerza de trabajo que hizo posible el surgimiento y apogeo de las Misiones Jesuíticas.


Los comenchingones fueron habituales en las ciudades de la intendencia de Córdoba y los huarpes y pehuenches en las de la región cuyana.

Los libres del norte; abipones, qom, wichí eran el terror de los vecinos santafesinos pero también una presencia familiar en la imensidad del Chaco.

Los libres del sur; mapuches y pampas  eran frecuentes visitantes de la nueva capital del Virreinato, la ciudad puerto de Buenos Aires, donde estuvieron en 1806, ofreciendo sus servicios contra los británicos y en 1810 donde, dice el propio Virrey depuesto, estuvieron en el Cabildo Abierto del día 22.  El mismo 25 los lonkos Quintelén, Negro, Epugner, Errepuento y Vitoriano firmaron, junto al winka, el petitorio que pedía la renuncia definitiva de Cisneros. Fueron tan protagonistas de la Revolución como Berutti, Castelli o Rodríguez Peña...

En la Guerra de Independencia hubo una constante presencia de los pueblos originarios entre las tropas patriotas.

San Martín, casi sin dudas mestizo, requirió para sus granaderos la presencia de guaraníes de las misiones, descendientes de los que enfrentaran la entrega de sus tierras ancestrales a los portugueses. Para el Libertador los "indios" eran "nuestros paisanos"; un ejemplo para la lucha por la liberación sudamericana.

El ejército del Norte, aquel que sufrió las mayores privaciones en la dura campaña del Alto Perú, contaba en sus filas con guaraníes y collas.

No en vano nuestra Bandera ostenta al Inti del Tawantinsuyu, nuestro himno menciona a las tumbas del Inca y nos considera sus hijos. No sin motivo los dos primeros cañones de la Patria llevaron los nombres de Mangoré y Túpac Amaru.

No fue, tampoco, un detalle pintoresco de Belgrano la propuesta de un soberano de la estirpe incaica; el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica (no de la chiquita y esquiva Argentina que vino después) ya había hecho pública la declaración de la Independencia tanto en castellano como en qeshwa y aymara. 

Otorgarle el poder a un descendiente de Túpac Amaru y hacer del Cusco la sede de gobierno de la "nueva y gloriosa nación" hubiese sido, quizás, la consumación lógica de aquella política americanista.


Antes de ello, en la que fue nuestra primera declaración de Independencia; el Congreso de Arroyo de la China convocado por Artigas, también habían hecho acto de presencia los pueblos indígenas. Los guaraníes de Andresito lucharon con valor por una libertad y una justicia que, todavía, les está siendo negada a sus descendientes.























Los años que siguieron cambiaron muchas cosas. 
Las divisiones existentes se hicieron más hondas, la guerra civil se abatió sobre los campos del desmembrado Virreinato y las esperanzas de aquella primavera, cuando criollos e indios pelearon juntos por la misma Patria, se helaron bajo las frías razones de los "civilizados". El indígena, marginado, se encerró en su propios reductos contentándose con el saqueo y el retorno a las costumbres de antaño. Ni uno, ni otro quisieron, o pudieron, aprender del otro.

Hubo, no obstante, intercambios permanentes y alianzas esporádicas. Rosas combatió a algunos y pactó amistad con otros. Muchos gauchos, no solo Fierro, buscaron el amparo de la toldería así como parcialidades enteras se "asilaron" en territorios bajo el control del winka. Poco a poco, sin embargo, la incomprensión mutua hizo de las suyas; el gaucho exiliado no entendía las costumbres nativas, el "indio" asentado se resistía a los requerimientos del naciente Estado.
Así se llegó a la guerra.
Guerra civil, por muchos motivos, durante la cual el indígena sufrió la misma suerte del gaucho. Fue derrotado y terminó como un extranjero en su propia tierra. Recuerdo pintoresco de estampas populares, domesticado santito de la casas humildes, lectura obligatoria de libro de primaria, nombres a memorizar del pasado remoto.

Hoy los pueblos indígenas, preexistentes a la artificiales divisiones de la Patria Americana, se levantan nuevamente. No sólo reclaman, pretenden ser partícipes con su cultura, su lengua, sus tradiciones de una sociedad que creció dándoles la espalda.
Nosotros también nos levantamos y nos reconocemos como sus hermanos, como parte de una misma realidad multiétnica, como descendientes de una misma sangre como herederos de 10.000 años de historia argentina.


Las fotos que ilustran esta entrada fueron tomadas de la muestra
Huellas de Gaby Herbstein

3 comentarios:

lidia dijo...

gus como estas informado,esa es la parte que mas me gusta de vos, pero hoy,presente,actualidad, esos aborigenes, no existen ,ni en el mapa,con todos sus derechos de tierras,avasallado...y entonces que....como, cuando,porque, en mi no estara nunca la respuesta...
interesante laburo extra,
un saludo
un abrazo
lidia-la escriba

Gus dijo...

No es tan así, los pueblos originarios viven, actúan, se organizan y recuperan sus espacios. Ahí están los huarpes de Cuyo, los conocí en mi viaje al Atuel, y los mapuches de Neuquén, con sus emprendimientos cooperativos y su lucha por la tierra. Ahí están los qom (tobas) de mi ciudad, con su escuela bilingüe y su participación política. Los mbyá de Misiones, los collas de Jujuy (uno de ellos, maestro, lo conocí en la Carpa Blanca cuando estuve ayunando) y los wichí del Chaco. El ejemplo del gran Evo Morales los enorgullece y cada vez más personas recuperan su orgullo de ser indígena. Amiga, querida amiga Lidia, el país es mucho más que Bs As o los documentales de los multimedios. La Argentina está viva, y sana y crece y produce en mil y una formas. Hay mucho de malo, hay pobreza, corrupción, injusticia e insolencia, pero hay trabajo, hay dignidad, hay organización... No es que sea un optimista ingenuo, es que abro los ojos y miro.
Con mis cariños
Gustavo.

marina dejean dijo...

Hola, interesante la nota, me gustaría saber quien es el fotógrafo/a al que pertenecen esas fotos. Gracias y saludos.