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viernes, febrero 15, 2008

Fragmentos de cerámica. Ensayo de arqueología personal.








Advertencia: Esto es netamente personal... y quizás algo oscuro.

Lasciate ogni speranza voi ch'intrate


El montículo tiene ya un altura respetable; acumulación de desechos y de rastros, es un tell que se alza solitario en una región poco hollada. Los nómades pasan a distancia prudencial de las embrujadas, piensan, estancias de los reyes de antaño.

Aquí vivió un pueblo. Aquí tuvo su morada mi espíritu durante más de cuatro décadas. Aquí fui feliz. Aquí lloré.

La melancolía se apodera de mi piqueta al iniciar la excavación. Los primeros niveles, casi al ras del suelo, son los más dolorosos. Los más profundos, en contacto con la roca (no vanamente llamada) madre resultan los determinantes. En el tramo medio se superponen los estratos de mi vida.


Las convenciones y la obligación me imponen atravesar casi diariamente la aparentemente lisa superficie del tell. Cuando voy a buscar a mis hijos, pero también cuando releo las crónicas de los últimos días del desaparecido asentamiento, resuenan monocordes los caramillos de antaño. Pan domina a veces entre las ruinas pobladas de búhos ululantes. Otras, es Lilith quien se insinúa, pero la más de las veces se trata del desdichado espectro del Si Hubiera; nefasta aparición que eriza mis cabellos y enerva mi ánimo.

Nivel 43. El último y más doloroso. Restos de proyectiles de una guerra perdida de antemano, un ábaco de suma cero, rotos mosaicos imposibles de recomponer a menos que se acepte que esa mueca horrorosa sea, en realidad, mi propio rostro en el año de la Lamentación.

Nivel 40. La decadencia y la bacanal. Orgiásticos murales ornan la fachada de un palacio cuajado de arabescos. Caracteres hebreos; mene, tequel, ufarsin y Belzazar sintió miedo…

Érase un mercader que ofertaba, insensato, sus bienes más preciados. Érase un osado soberano que imitó la torpeza de Candaules; por la ventana Giges espía y la Reina, inocente y lasciva, lo convoca. De nada servirá culpar a los oráculos, fueron claras las advertencias de la Pitia, Zeus enceguece a quienes quiere destruir.

Nivel 30, o algo así. Cerámica pintada a mano de tosca elaboración. Anuncios de preñez y edificaciones restauradas. Se añade un ala al Palacio Viejo, los conflictos están ocultos bajo la laca descascarada. Todo pende de un hilo, el espectro abominable agita su sombra de Balrog.



¿Qué hubiéramos sido si hubiésemos sabido? Como dioses, dijo Nehustán, si tuvieseis presciencia.

Nivel 25. Los cimientos del Palacio Viejo. Ánforas pintadas al esmalte con escenas religiosas. Indicios del culto al Hijo y a la Diosa. Himnos escritos en las paredes con letras miniadas. Estilo clásico incipiente en búsqueda de expresión. Revueltas sofocadas por la acción de los Pontífices, restos quemados.

Niveles 16 a 20. Preclásico. Primeras cerámicas de torno, inseguridad en el diseño y los motivos. Influencias externas con elementos locales predominantes. Fin del Culto Patriarcal. Manuscritos en palimpsestos. Dichos de Epicuro y Leyes de Moisés. Los pueblos que olvidan su Historia están condenados a repetirla. Reprimid, mes amis, reprimid, siempre quedará algo. Los deseos ocultos se agazapan, rabisu, en las sombras sicut leonis, buscando a quien devorar. Testimonios de las Leyes de Roma y las ofrendas de Cartago. Serás lo que debas ser, dijo el Pater Patriæ, y sino, no serás nada, nada, nada, nada como la de Artaud…

Me detengo un instante. Estoy en el nivel quince, un joven con polera de cuello alto eternizado en una escultura de recuerdo y alabastro. Hierático, mira con ojos de Ejnatón en busca de una improbable Nefertiti a quien adorar; como no la encuentra dirige su oración al dios del Disco Solar (Jata, llamado Atón, llamado Yahvé, llamado Padres de la Orden del Seráfico Padre San Francisco) y se aliena en la mejor tradición feuerbachiana.

Un mural muestra la llegada de Marx con su séquito entre los que destacan Engels y Lasalle (este último un poco apartado), los espartaquistas y Lenin, Trotsky, el Che y, curiosamente, el Padre Joaquín Núñez OFM combatiente. Toda la escena es una mala copia de la Cœna Ciprianii regurgitada por Umberto Eco.

Biblioteca Básica del Asentamiento: obras dispersas en ladrillos de barro cocido, sucio y sin glosar.

¡Circulen, circulen, no hay nada para ver!

Sigamos descendiendo a ver que encontramos.

Niveles inferiores. Aquí comenzó todo. Hic Verbo Caro Factum Est (la inscripcipon está dañada y no es segura su lectura). Culpa, llanto, masturbación y sangre; la letra con sangre entra (¿vale la recíproca?). Polinomios y binomio cuadrado perfecto. Gustavo es taaaaaaaaaaannnnnnnnn inteligente. Gusti, Gustito siempre vas a ser el bebito de mamá. ¡Mamá, tenés cuernos!. Mami, te sacaste un muy bien. ¡Idiota!. ¿Para qué habrá nacido esta chica? ¿Por qué no vas a Odol Pregunta? Sabe tanto, vos que sabés, eso, eso, hínchate como un pavo real. Sos el mejor. Sos el peor. Pobrecito, capaz que sos el único a quien invitó y vos no vas a ir… sentite culpable de las decisiones que tomás. Todo mal. Incesto y trío, amalgama de mierda en torno a la Roca Madre. No hay Dioses y Edipo es Rey en Tebas al fin y al cabo CENSURADO es como decir Yocasta ¿no?

¡Y se acaba!

Figurinas de ángeles en el nivel 2, manchas de semen si eso fuera posible a tan tierna edad.

Represionestanfuertescomopiedrasunidassinargamasaentre
lascualesnosepuedeintroducirsiquieralahojadeuncuchillo
decastrarcomoelqueusóCronosenelmiembrovirilde
UranoquienhabíavioladoasumadreGaia(oGea)
enelmismoactoquedionacimientoaAfrodita VenusimposiblenoimaginarelcuadrodeBoticelli
enestaSacsahuamándeandesitaysangrey lutoyllantoymuerteesparcid
nolesveísdevorandocualfierastodopuebloquelogranrendir;Potosí, Cochabamba y La Paz, Rodríguez y Virasoro, el taxi me deja bien… y a todos les va bien menos a mí que nada tengo, nada soy y miro la vida pasar por la telé donde canta Marcel Torrant le chanteur de la téle…

En el nivel 0 hay una sugerente imagen de una madre-diosa que aplana las orejas de su hijo mientras le repite: vos me vas a querer…

Más allá sólo el silencio, la noche y la nada de la cual todos venimos.

Subo la escalera. Cuarenta y tres niveles hasta la cima arrasada del tell.

En la tienda, mate y soledad deseada, hago el inventario. Es extenso como lista de compras de domingo, cómo deseos de pequeño burgués. Prolijo y detallado ocupa 52 páginas de nombres y fechas. Apenas termino de redactarlo enciendo un cigarrillo y quemo los papeles. El humo entra, acre, en mis pulmones y me fumo con fruición de adicto todo mi pasado. Echo bocanadas al aire. Un mate, por favor.

De las ruinas rescaté numerosas estatuas de la Diosa. De las ruinas extraje una hoz de oro manchada de sangre paterna que es, lo supe sólo a los doce años, mi propia sangre. De las ruinas recuperé manuscritos apolillados. De las ruinas aprendí mucho aunque eran cosas que ya sabía.

He decidido acampar aquí. Nivelar el terreno y roturarlo a ver si crecen algunas hortalizas en la tierra abonada por quince mil (más o menos) días de Vida; del Neolítico a la Era del Desencanto del Mundo.

Un pozo me proveerá de agua y de recuerdos, que son tan necesarios como el agua, pero uno puede enfermarse si toma demasiada agua…




1 comentario:

Anónimo dijo...

Q ES ESTA MIERDA?????????