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martes, enero 13, 2009

Gaza, sin simplismos





Desde el comienzo de la ofensiva militar, murieron 917 palestinos y más de 4.300 resultaron heridos en la Franja de Gaza, según informes palestinos.

Por el lado israelí han muerto 13 personas, nueve soldados y cuatro civiles alcanzados por los cohetes de milicianos palestinos. (Télam)

En su concisión la noticia es clara ¿qué clase de guerra es ésta donde mueren 900 de un bando y 13 del otro?

Asimétrica, la llaman los teóricos del ¿arte? de la guerra. Injusta podrían decir los primeros tratadistas del derecho de gentes. Otros apelativos se me ocurren pero uno sólo engloba a todos: tragedia.

Y la tragedia no es solamente para los cientos de muertos de Gaza, abarca más, mucho más. La tragedia es la de una tierra demasiado santa, la de dos tradiciones religiosas que son traicionadas en lo más puro que pueden tener, la de naciones y culturas milenarias, la de la Humanidad incapaz de salir del círculo de hierro de las armas.

La condena a las acciones de Israel es casi unánime, poco ayuda a comprender la postura del Estado judío (apoyado por gran parte de su población) el apoyo, solitario, de los Estados Unidos. Las imágenes hablan por sí solas y sesenta años de terrorismo, ocupación, jactancias, invocaciones al dioses ausentes, resoluciones incumplidas y desprecio por los derechos humanos en ambos "lados" hacen que en este tema, en esta tragedia, haya poco lugar para la reflexión.

Intentaré, empero, no ser simplista. Hace tiempo que quiero escribir sobre la situación en el Cercano Oriente y, realmente, suspendí varias veces la redacción del artículo con "temor y temblor".

Admiro profundamente la tradición judía. Respeto en gran medida, aunque la conozco menos, la cultura islámica; especialmente la de los sufíes. Reconozco valores propios en la herencia cristiana que ha contribuido a formarme. No creo en sus dioses, pero encuentro mucho de bueno en la moral de las religiones abrahámicas.

Es por eso que esta guerra, en un plano diferente al de la cuestión humanitaria, me resulta especialmente dolorosa. Si es un crimen, y lo es, matar a un ser humano ¿no es criminal también destruir una cultura? ¿no es un acto salvaje tracionar lo mejor de nosotros mismos, de nuestras tradiciones y valores?

Sería muy fácil, amén de mentiroso, quedarme con las sentencias al uso.

Israel el agresor y las víctimas palestinas en una versión; lamentablemente no desprovista de veracidad.



Así lo ve el mundo árabe (http://www.youtube.com/watch?v=IfhI9qln4M8)

El islamismo terrorista que pone a sus ciudadanos como escudos humanos frente a un pueblo pacífico que sólo quiere defenderse, en la otra forma de contar la historia, tampoco ésta ¡ay! del todo incorrecta.

Así lo ve Israel (Aish Latino)

Sería cómodo ponerse en la posición de aquel juez que decía a uno y a otro que ambos tenían la razón. Hamas es terrorista e Israel es agresor; escuchando a cada uno, por encima de las bombas, cuentan versiones tan diferentes en su parecido que uno se siente tentado a conceder a los dos la razón en este conflicto interminable.

Quizás esto suceda porque la razón, o la lógica occidental, tengan poco que hacer aquí. Quizás desde el momento en que se hace intervenir a esa entidad fantástica llamada Dios, todo discurso meramente humano queda destruido desde su base. Quizás suceda que se peque de ingenuidad al analizar el conflcito en términos de pueblos en lucha, o aún de tradiciones culturales, cuando la realidad es que en ese tablero de ajedrez (nunca mejor empleada la comparación) de montes, desiertos y nombres evocadores intervienen jugadores ajenos que manipulan pasiones, mitos, esperanzas y vidas en procura de diminutos intereses económicos.

La historia, que siempre he considerado mi aliada, se vuelve también poco menos que inútil en estas regiones de Oriente. No sólo porque judíos y palestinos han dado una nueva confirmación, rotunda esta vez, a ese viejo dicho que señala que "la verdad es la primera víctima de toda guerra" sino porque la misma historia de Canaán, Israel, Abar Nahara, Judea, Samaría y Galilea, Palestina, Tierra Santa y tantos nombres más está ocultra tras montañas de escorias mitológicas y construcciones hipotéticas.

Nombres antiguos para nuevas realidades, apelación a dudosas continuidades, reescritura de los testimonios, mapas fraguados y versiones contradictorias entorpecen cualquier intento de pensar históricamente la realidad de estas tierras. Si le añadimos la falacia de los anacronismos, los nacionalismos inventados, las frases fuera de contexto y los párrafos de los libros santos tergiversados, aumenta geométricamente la imposibilidad de entender los orígenes de este conflicto.

Y esto es terrible, porque no hablamos de cuestiones ociosas, sino de la vida, y la muerte, de millones de personas. De nosotros mismos, por más lejanos que nos sintamos de esta guerra ¿o nos hemos olvidado de la AMIA?

Un esfuerzo, menor en medio de tanta muerte, vale la pena para entender lo que sucede.

Mañana: Breve (e imparcial) historia de un conflicto

2 comentarios:

Anónimo dijo...

gustavo cuantas guerras hay en este instante?cuantas guerras habra mañana?cuantos chicos,personas,de carne y hueso mueren por dia en este civilizado? mundo? millones basta hechar una miradita por ahi a africa...miradita por aca gran bs as. miradita mexico...y podria seguir al infinitum...israle-fundamentalistas al fin y al cabo porque el territorio se los dio usa-quiere:gas petroleo caucho diamantes tierras,espacio...total el millon de palestinos que vive en gaza son pobres,no generan riqueza,joden bah!que mejor que quemarlos con fosforo liquido? bah pavadita...NO NEGRITO,NO ME LA CREO! yo no creo en dioses,ni en iconos ni en ...en fin es largo!
un abrazo ctero!
lidia

Gus dijo...

Tampoco creo en dioses, como podrás ver, el problema es que los que son carne de cañón en estas guerras sí creen en ellos y que esa creencia los lleva a matarse mutuamente en nombre de algún dios...