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sábado, septiembre 20, 2008

De tristezas, esperanzas y filósofos occisos



Una de esas semanas...

Sitiado por la pena. Tragedias cercanas que golpean, desencuentros, deseos imposibles, enfermedades y el suspiro cercano de la muerte, esa compañía permanente que, nos complace imaginar, nunca se mudará a nuestra casa.

Tuve un dios que murió, bien muerto está, y una diosa por la que solo puedo sentir desprecio. No hay odio en mi corazón, no hay nostalgia excepto la de tanto tiempo perdido. Mis hijos serán libres y eso es lo que importa, yo, aún tullido, podré seguir mi marcha a trompicones, ella está a mi lado, no es adoración lo que me liga sino deseo, sino ternura, sino la suave sensación de una tarde compartida en el silencio de la siesta.

El camino ha sido solitario, nomen omen, pero no me quejo de lo andado. Caminé por húmedas selvas de lujuria, me extravié en fantasmagóricos senderos de mentiras, demoré mis pasos ante murales de otros tiempos y no fui avaro con mi mochila al emprender la jornada. Que los dioses bendigan su camino, es la madre de mis hijos, que los demonios perdonen su ignorancia, tampoco ella conocía demasiado de la vida. Que la maldiga es sólo consecuencia del dolor fantasma, la herida supura en ocasiones y no me siento muy ecuánime en esos días. Mis hijos sabrán algún día toda la historia, quizás sientan vergüenza, quizás me odien (sobre todo si es ella quien la cuenta) pero a la larga comprenderán que fue sólo ceguera mi pecado. Como sea no estoy arrepentido, valió la pena el riesgo, fue doloroso el precio, pero pude encontrarte y ello hace ganancioso mi balance.

Busqué amigos y dí con algunos que llevan muchos años enterrados. No puedo hablar con los hombres de ahora, poco los soporto y el sentimiento es mutuo, pero siempre es grato volver a los maestros. Escuché rugir verdades a Friedrich y Mijaíl me consoló en la tarde destemplada con la dulzura de su grito de rebelde. Siempre me guiña un ojo Karl, aunque no aprueba que pierda el tiempo con los filósofos de la miseria, es inútil discutir con él y sólo se calma cuando nos quedamos hablando de Historia hasta la madrugada. Es poco sano, lo sé, debatir con los muertos, pero ¿qué puedo hacer? Los contertulios no abundan en Beocia.

Dejo atrás temores, atriciones y tristezas.
Amanece un nuevo día y ella, que no es una diosa sino una mujer hermosa como debe ser, me despierta con un beso.
- ¿Dormiste bien?
- Tuve pesadillas- le contesto incapaz de una mentira- pero todas se han ido cuando ví tus ojos. Creeme, amor, ya las he olvidado.

4 comentarios:

Clara dijo...

Me gusta mucho como escribis te invito a visitar mi blog, también me gusta escribir, sobre todo poesía

Clara dijo...

Te vuelvo a mandar porque tuve un problema con el blog. Me gusta tu blog, lo voy a reconmendar

Gus dijo...

Gracias Clara me doy una vuelta por tu blog...

Gus dijo...

Pero Clara; ¿dónde está tu blog?