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lunes, julio 09, 2007

7 maravillas 7

El día 7 del mes 7 del año 7 (2007, claro) una organización privada decidió difundir en Lisboa una lista de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.
Cuestionada por muchos, desde la UNESCO al gobierno egipcio, llenó de legítimo orgullo a los países agraciados con la votación (se hacía por Internet o SMS y votaron unos 100 millones de personas) y decepcionó a los no elegidos; como sucede con toda votación.

Las maravillas clásicas; el término usado era theamata; "lo que hay que ver",
eran las siguientes, según listas procedentes de los escritores bizantinos (a veces discrepantes):

1. Las Pirámides de Gizeh.

2. Los Jardines Colgantes de Babilonia (se duda de su existencia)

3. El Sepulcro de Mausolo, tirano de Halicarnaso, en Asia Menor (de aquí nuestra palabra Mausoleo)

4. El Templo de Artemisa (Diana) en Éfeso, Asia Menor, actual Turquía.

5. El Coloso de Rodas o estatua gigantesca de Helios en esa isla hoy griega.

6. La Estatua de Zeus en Olimpia, Grecia, esculpida en oro y marfil por Fidias.

7. El Faro de Alejandría (o la Puerta de Ishtar en Babilonia para otros).

Todas ellas, excepto las pirámides y la puerta de Ishtar (reconstruida), han desaparecido y de hecho algunas no fueron contemporáneas.

Las nuevas maravillas; podés leer más en http://www.new7wonders.com/index.php?id=633 son:

  1. La Gran Muralla de China.
  2. El Taj Majal en la India.
  3. La ciudad de Petra en Jordania.
  4. El Coliseo en Italia.
  5. Chichén Itzá en México.
  6. Machu Picchu en Perú.
  7. El Cristo Redentor del Corcovado en Brasil.

Por protestas del gobierno egipcio las piramides fueron declaradas fuera de concurso y "maravillas honorarias" sea lo que sea lo que eso signifique.

Todo concurso es discriminatorio y relativo. Votar siempre es dejar a alguien como perdedor y, realmente, no estoy muy de acuerdo con esa ideología que divide al mundo entre "winners" y "loosers" ¿desde qué parámetros?...

Sin embargo, me presto al juego como juego y también elijo mis propias maravillas con los siguientes criterios:

sólo una por continente (a tal efecto consideré al Asia como dos, dada su diversidad cultural), que permanezcan en pie,

que tengan cierta historia (por eso no incluí a las Petronas de Kuala Lumpur o a la Ópera de Sidney)

y que simbolicen un logro de la Humanidad en algún aspecto.

Las pirámides las mantuve (espero me perdone Hawass) en atención a ser el único puente entre las maravillas clásicas y las modernas.

Aún así, me fue difícil la selección.



He aquí mi lista personal de maravillas, invito a cada uno de ustedes a darnos a conocer la que prefieran.

  1. América: Teotihuacán (México) el lugar de origen de la cultura tolteca, representante de una cosmovisión difundida por toda América (motivos teotihuacanos se han hallado incluso en Córdoba, Argentina)
  2. Asia Oriental: Angkor (Cambodia) donde la piedra parece florecer en esculturas, sitio de convivencia de las religiones hinduista y budista.
  3. Asia Occidental: Cúpula de la Roca (Palestina) símbolo de los tres monoteísmos abrahámicos pues se levanta donde estuviera el Templo de Jerusalén, está diseñada con criterios de los cristianos orientales y consagrada a la memoria del viaje a los cielos de Mohammed. De alguna manera es una esperanza de reconciliación entre esas tres creencias demasiado llenas de sangre pero portadoras de valores que aún reivindicamos.
  4. Europa: Torre Eiffel (Francia) monumento al desarrollo industrial pero también a la Revolución que dio origen a la primera cultura planetaria, símbolo de democracia, libertad, igualdad y fraternidad aún en ciernes.
  5. África: Timbuctú (Mali) la gran ciudad de los cuentos y los santos, recuerdo del gran poder y la magnífica espiritualidad de los hombres y las mujeres del África subsahariana, esperando su futura resurrección.
  6. Oceanía: Moais de la Isla de Rapa Nui (Chile) el remoto enclave de los pueblos polinesios, imagen de una ilusión y una catástrofe que podríamos repetir si no frenamos el deterioro ambiental.
  7. Gran Maravilla: Pirámides de Gizeh (Egipto) las primeras grandes construcciones de los humanos que aún sobreviven, creadas en base al ingenio humano tras centurias de ensayo y error, alimentaron los sueños de los hombres y las mujeres durante cuatro milenios.




Espero con ansias sus comentarios y sus propias propuestas de maravillas (creadas por el ser humano) del mundo.



domingo, julio 08, 2007

Patria indígena... Llaqta, Suyu, Mapu, Tetâ...


En estos días estoy estudiando como cambia nuestra visión de la Historia Argentina si la miramos desde la perspectiva de los descendientes de sus primeros habitantes, bien llamados indígenas.

No creo en los nacionalismos extremos, mucho menos en esas historias sesgadas que están de moda donde, so pretexto de oír la "voz de los vencidos", se los aisla del resto de la humanidad, se proyecta sobre ellos ideales anacrónicos o se les atribuyen hechos y actitudes que no existieron. Es, con todo, una reacción explicable dado el silencio con que fueron cubiertos durante largos siglos. Nuestros ancestros indígenas ¿quien puede asegurar que no posee alguno? no fueron siempre héroes, no tuvieron esa especie de aura "ecológica" que muchos les atribuyen, aunque ciertamente respetaban mucho más que los invasores a la Naturaleza, siquiera por temores mágicos, no formaron una entidad cultural única, ni se opusieron sistemáticamente a la invasión. Eran mujeres y hombres que vivieron, como nosotros, una historia que no pudieron elegir y, frente a ella, se posicionaron; resistiendo, contemporizando, escondiendo o luchando... hay que decir que generalmente con mayor dignidad que sus invasores.


En el nacimiento de la nación argentina, una nación inexistente entonces, una nación creada, una nación que es multiétnica y plural, la presencia nativa fue permanente y, en muchos casos, fundamental.

Acostumbramos a pensar en el Virreinato del Río de la Plata como un gran mapa compuesto por los territorios de cuatro repúblicas actuales; Bolivia, entonces el Alto Perú, Paraguay, Uruguay y Argentina más algunas regiones del Brasil (Río Grande, Paraná) y Chile (Antofagasta).


Sin embargo nada más lejos de la realidad; el Virreinato era un territorio rodeado, por el norte y por el sur, por extensos dominios ocupados por los pueblos originarios y no se piense que se trataba de la frontera de unos pueblos civilizados con hordas bárbaras o de territorios reivindicados por la Corona española porque no era así. Existían tratados formales, algunos se remontaban al siglo XVII, que reconocían a los pueblos originarios unos territorios bajo su exclusivo dominio.

La presencia del indígena, tanto el sometido como el libre, fue una constante durante el periodo colonial.

Los "indios" encomendados del Noroeste estuvieron presentes desde entonces como artesanos y campesinos explotados. Algunos de ellos perdieron sus marcas de identidad, otros las conservaron en la oscuridas, muchos las recuperaron en estos últimos años.

Los guaraníes, colaboradores entusiastas del mestizaje, fueron la base poblacional del Paraguay y la fuerza de trabajo que hizo posible el surgimiento y apogeo de las Misiones Jesuíticas.


Los comenchingones fueron habituales en las ciudades de la intendencia de Córdoba y los huarpes y pehuenches en las de la región cuyana.

Los libres; abipones, qom, wichí eran el terror de los vecinos santafesinos pero también una presencia familiar en la imensidad del Chaco.

Los libres; mapuches de los más diversos pueblos eran frecuentes visitantes de la nueva capital del Virreinato, la ciudad puerto de Buenos Aires, donde estuvieron en 1806, ofreciendo sus servicios contra los británicos y en 1810 donde, dice el propio Virrey depuesto, estuvieron en el Cabildo Abierto del día 22. El mismo 25 los lonkos Quintelén, Negro, Epugner, Errepuento y Vitoriano firmaron, junto a los winka, el petitorio que pedía la renuncia definitiva de Cisneros. No era la primera vez; en las invasiones inglesas los indígenas habían ofrecido sus servicios contra "los colorados" y desde entonces hubo una constante, aunque silenciada, presencia de los pueblos originarios entre las tropas patriotas.

San Martín, casi sin dudas mestizo, requirió para sus granaderos la presencia de guaraníes de las misiones, descendientes de los que enfrentaran la entrega de sus tierras ancestrales a los portugueses. Para el Libertador los "indios" eran "nuestros paisanos"; un ejemplo para la lucha por la liberación sudamericana.

El ejército del Norte, aquel que sufrió las mayores privaciones en la dura campaña del Alto Perú, contaba en sus filas con guaraníes y collas.

No en vano nuestra Bandera ostenta al Inti del Tawantinsuyu, nuestro himno menciona a las tumbas del Inca y nos considera "sus hijos y el los dos primeros cañones de la patria llevaron los nombres de Mangoré y Túpac Amaru.

No fue un detalle pintoresco de Belgrano la propuesta de un soberano de la estirpe incaica; el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica (no de la chiquita y esquiva Argentina que vino después) ya había hecho pública la declaración de la Independencia tanto en castellano como en qeshwa y aymara, darle el poder a un descendiente de Túpac Amaru y hacer del Cusco la sede de gobierno de la "nueva y gloriosa nación" hubiese sido, quizás, la consumación lógica de aquella política americanista.


El acta del Congreso en castellano y qeshwa

Antes de ello, en la que fue nuestra primera declaración de Independencia; el Congreso de Arroyo de la China convocado por Artigas, también habían hecho acto de presencia los pueblos indígenas.

Los años que siguieron cambiaron muchas cosas. Las divisiones existentes se hicieron más hondas, la guerra civil se abatió sobre los campos del desmembrado Virreinato y las esperanzas de aquella primavera, cuando criollos e indios pelearon juntos por la misma Patria, se helaron bajo las frías razones de los "civilizados".

Hoy los pueblos indígenas, preexistentes a la artificiales divisiones de la Patria Americana, se levantan nuevamente. No sólo reclaman, pretenden ser partícipes con su cultura, su lengua, sus tradiciones de una sociedad que creció dándoles la espalda.

Nosotros también nos levantamos y nos reconocemos como sus hermanos, como parte de una misma realidad multiétnica, como descendientes de una misma sangre (una muestra genética del 2005 reveló que el 56% de nosotros tenemos antepasados indígenas:http://www.clarin.com/diario/2005/01/16/sociedad/s-03415.htm), como herederos de 10.000 años de historia argentina.

Etnias indígenas en la Argentina (Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Ind%C3%ADgenas_de_Argentina)









sábado, julio 07, 2007

Disquisición para un dolor de muelas



El atroz, espantoso, abominable ¡Neguijón! (no me vengan con el Necronomicón, Abdul Alhazred no sabía cuál era el mayor horror del Universo)











¡El gusano de las muelas! ¿quien que haya sentido alguna vez ese insoportable dolor, que se hace más terrible a medida que aumenta el fin de semana y se cierran las guardias odontológicas, no ha experimentado en carne propia el aguijón del terrible Neguijón?. Porque ese es el nombre del terrible monstruo, no por pequeño menos destructivo; flagelo enviado por Dios para que purguemos nuestros pecados, azote de los hombres y con una malignidad mayor que el mismísimo demonio Asmodeo.
Todos los pueblos han creído, quizás con la razón que da el dolor, en la existencia del terible diablo que se aloja en las piezas dentarias. Neguijón era el nombre que se le daba en el Siglo de Oro (y es también el título de una novela del escritor peruano Fernando Iwasaki, nacido en Lima, 1961) y como un anticipo del igualitarismo por venir atacaba a todos por igual; ricos y pobres, santos y pecadores, mujeres, hombres, indios, negros y hasta al mismísimo rey. No existía, claro (¿seguro?) pero ¿de que otro sitio podían proceder esas punzadas, ese latido, aquella destrucción lenta y torturante de los dientes?.
En las sociedades antiguas, que reducían todo a la dimensión religiosa, supersticiosa si prefieren mis amigos creyentes, no podía caber duda que tantos males que se abatían sobre el hombre caído sólo podían proceder de seres malignos, a medio camino entre entes mágicos y ángeles oscuros. Había, claro está, remedios pero era evidente que sólo resultaban efectivos cuando eran acompañados de las oraciones apropiadas, sin ellas la corteza de sauce, por citar el ejemplo de Josmag, carecería por completo de acción. Modernos y positivistas rechazamos estas creencias fruto de etapas, nos gusta creer, superadas en favor de la ciencia fría, dura y objetiva. Si te duele la muela, camarada, tómate una de estas y, como dicen los médicos yanquis, "llámame por la mañana".
En vano echamos a estas entrañables creencias por la puerta de entrada; se nos cuelan de nuevo por la ventana.
No está mal, después de todo sabemos que esta especial combinación electroquímica que es nuestro cuerpo hay mucho más que sinapsis y neurotransmisores; la conciencia, esa especie de virtualidad de base física, juega un rol fundamental y su influjo es determinante a la hora de producir la cura. Cuentan que, carezco de la cita precisa, un día el matemático y filósofo Blaise Pascal sufría un horrible dolor de muelas; sin embargo, puso toda su atención en la resolución de un problema, concretamente el de las curvas cicloidales (¡vaya afición!). Cuando logró su cometido, dicen, se dio cuenta de que su dolor había desaparecido.
¿Volveremos, entonces, a la magia y a los conjuros contra el viejo Neguijón?
No estaría mal, en algún punto, pero sería un falso retorno (fundamentalista le decimos algunos) la modernidad no puede, ¡no debe! ser obliterada pero como buenos dialécticos sí podemos recuperar, con conciencia de sí, la vieja magia y saber, como intuyó el genial Blaise, que la virtualidad tiene su lugar en la curación.



Ahora, si me disculpan, voy a atarme una piel de culebra (¿dónde consigo una a esta hora, en Peressotti?) en torno de la cabeza y a quemar alabastrites molidas ¡porque no doy más con este dolor de muelas!

jueves, julio 05, 2007

οφελον ανειχεσθε μου μικρον τι αφροσυνης αλλα και ανεχεσθε μου

¡Ojalá me tolerasen ustedes un poco de locura!, sí, ¡tolérenme! dice Pablo en la cita que encabeza este blog. Lo hace cuando, herido, se defiende ante la comunidad de Corinto.
Lo que siguen son unos cuantos versículos donde se gloría de su misión apostólica...

San Pablo, por El Greco


Hoy quiero ser un poco jactancioso.
Hoy quiero caer en la inmodestia, no suena bien, lo sé. No es lo que corresponde ni lo políticamente correcto. Sin embargo a veces hace falta este ejercicio de lo que una mirada superficial calificaría de orgullo.
¿Por qué no?
¿Por qué tener vergüenza en decir lo que uno tiene de bueno?
¿Qué hay de malo, esencialmente, en el elogio?
Voy a hacer el mío, les propongo a ustedes también tomarse un tiempo para alabarse, para decirse todo lo buenos, lo importantes, lo "grandes" que son.
Que conste, porque..., bueno, la inculcada modestia puede más, que lo hago en un momento muy especial de mi camino; en el fondo de un pozo, a medianoche y con esa espada que conoció Damocles sobre mi cabeza...

He cometido infinitas tonterías, algunas serias, otras graves, unas pocas han roto los límites de la legalidad (son de las cuales menos me arrepiento, quizás por ser argentino), más de las que quisiera han herido a mis semejantes... ¡esas son las que de verdad duelen!
¿No lo hiciste también vos?
¿No nos pasamos los días cometiendo pequeñas o grandes torpezas, memeces, bobadas o necedades?
Sin embargo nunca intenté lastimar a nadie, a lo sumo reaccioné con brutalidad, herido y acosado, pude entonces ser un agresor, sí, pero eran movimientos reflejos... nunca busqué la destrucción de aquellos que me rodean. Aún a aquel que considero mi mayor "malefactor" he dejado de desearle malaventuras. Ojalá prosperes "Giges" sólo espero que no siga siendo a costa mía...

Tengo algunas habilidades, llamémosles de este modo, que si bien no son excepcionales pueden servir para hacerle la vida más fácil a más de uno (a más de tres también). Memoria, cierta capacidad de relacionar hechos, ortografía superior a la media (por el contrario la caligrafía es inexistente), poder de síntesis (a veces), una pizca de buen humor y algo de ingeniosidad.
Si la inteligencia se define por la capacidad de resolver problemas, y si esos problemas requieren de memoria y procesamiento de datos, entonces puedo decir que soy inteligente... tan inteligente como una PC cargada con Windows (a veces NT, otras 98 y en casos excepcionales, y trágicos, XP con varias sesiones abiertas e inestabilidad crónica).
Con estas aptitudes (en otro tiempo hubiese dicho talentos) nunca me he negado a echar una mano. Fuera quien fuera el o la que ha tocado a mi puerta jamás se ha ido con las manos vacías.
Un problema para mi hermosa hija, un juego para mi terrible Daniel, un texto para mi Amada, un resumen de historia de Francia para la mejor amiga que he tenido, un apunte sobre el calendario hebreo para alguien que tocó mi corazón o un teorema para la mejor docente de la escuela Puig (Alejandra, claro) han encontrado en mí los medios para su realización más o menos completa, los recursos de investigación, la dedicación más plena y en ocasiones hasta la obsesión.
¿Qué querés que te baje el tema de Patito Feo para ayer?
Dale, lo estoy haciendo ya, con video, tapa y todo.
¿Qué necesitás saber cuáles son los símbolos nacionales de Burkina Faso?
¿O cómo imprimir tarjetas de visita?
¿O que te cuente cómo fue que Gramsci terminó en cana?
¿Que me quede con los chicos porque tenés que salir?
Ahí estaré, ahora te lo hago, enseguida, contá conmigo, estoy al pie del cañón, por supuesto, on my way, tout de suite...

Y aún más. Te consigo la historia completa de Burkina Faso, te mando por correo las tarjetas impresas, te resumo la vida de Antonio, te escaneo la foto y te busco audio... me quedo con los chicos, te lavo los platos, hago la cama y te espero con un café.

Así soy, nadie me obliga, me gusta colaborar, ayudar, ser útil.

No sólo con los amigos/as; pocos, ¡ay!, en mi vida porque la amistad no es sólo dar, es también pedir y esto no ha sido nunca mi fuerte...

Con los chicos de la escuela (aborrezco la palabra alumno = sin luz) a los cuales he llegado a hacerle tareas o pruebas personalizadas (una para cada uno, con su propio nombre y ejercicios adecuados a su nivel de aprendizaje) o regalarles las fotocopias, o pagarles paseos (lo cual no es raro en maestros/as de la Puig), con chicos de la calle, con desconocidos, con mis colegas, con mis conocidos de foros de internet... con vos, que me estás leyendo. Para lo que necesités: acá estoy.

No hay muchos más méritos en mi vida.
Se puede resumir fácil: tengo habilidades (menores creo yo) y las pongo al servicio de quien lo necesita.

Algún día, más tarde o más temprano, me alcanzará la muerte; es decir la nada. Si algo puedo pedir, de antemano, para aquel momento será un epitafio más o menos así:

Hic iacet Gustavvs alias Gvsti

Nunca quiso lastimar a nadie.

Aunque,
más veces de las que quisiera,
lo hizo.

Era memorioso y un ávido lector.
Siempre intentó que esas capacidades sirvieran a los demás.
Fue docente y quiso ser escritor.

Si sus restos te son de utilidad, tómalos:
él ya no los necesita.


Falta un tiempo, sea como sea, para aquel momento. Sin embargo estas palabras, u otras similares, creo que me hacen justicia. Como ves sigo ayudando, ya compuse mi propia lápida ¿qué más querés?

Bromas aparte.
Humor negro afuera.
Es bueno de cuando en cuando hacerse un poco de autobombo, acariciarse un poco, mimarse el ego y decirse: "no soy tan malo, algo (o mucho) valgo"
Experiencia extraña en nuestra cultura cristiana, pese al ilustre antecedente paulino, pero reconfortante y necesaria.
Este ha sido mi elogio...

Ahora vos, lectora, lector, ¿por qué no intentás elogiarte a vos misma/o?

martes, julio 03, 2007

En mi cumple: Por favor, dibújame un cordero


Hoy cumplo cuarenta y tres años, lo que viene a significar que ya llevo 15705 días sobre la Tierra. ¡Cuánto tiempo desde que dejé el asteroide B 612!

Exiliado en este planeta vago por él entre reyes, banqueros, hombres de negocios, sabios y ecos.
Algún que otro farolero iluminó mis noches, compartí mesas con varios bebedores y me sedujeron varias serpientes, de algunas de las cuales guardo maravillosos recuerdos.

Mostré mis dibujos de boas a demasiadas gentes, también debí aprender a callar cuando sólo veían ante sí inofensivos sombreros.




Hallé una rosa, única, extraña, inquietante. La cuidé, la regué, quité los baobabs de su alrededor.

Me alejé de ella porque no podía entenderla.

Ahora estoy en el desierto, a mil millas de toda región habitada, preguntándome que será de aquella rosa que, sólo ahora lo sé, era diferente a todas las otras rosas.

El zorro me ha dicho que no se ve bien sino con el corazón. Intentaré seguir su consejo, quizás eso es lo que fui incapaz de hacer durante la mayor parte de los últimos cuarenta y tres años.

Cuarenta y tres años...

Cuarenta y tres...


Cuarenta y tres fueron las veces que el Principito vio las puestas sucesivas de Sol en un día de particular melancolía.

En su homenaje, escribo este blog solitario, también melancólico, pero esperanzado.

Ah, y te pido, visitante que cruzas este desierto:

S'il vous plaît... dessine-moi un mouton !

P D: También dedico este blog a esa rosa única, maravillosa, irrepetible... Alguna vez volveré a vos; duraznito en flor!

domingo, julio 01, 2007

En un día de elecciones (en el cual se elige bien poco)



Hace tiempo quería escribir estas líneas.
Me detenían el temor a mi propia incapacidad de expresión unida a ideas aún no suficientemente maduradas.
Hoy, cuando en la provincia de Santa Fe se "celebran" elecciones primarias, me demoro mirando a los resignados votantes y, en una tarde gris, escribo más que nada para aclarar mis conceptos.

Elecciones, democracia, ideales.

Hace ya veinticuatro años que venimos votando. Para muchos de nosotros casi un hábito, para otros todavía una sorpresa renovada, una enojosa cuestión para los más. Las elecciones, es cierto, no despiertan demasiado entusiasmo; sabemos, o creemos saber, de sobra que los profesionales de la política (mal llamados políticos) se cuentan entre los bichos más astutos y taimados de la Creación, poco esperamos de ellos y menos que nos digan la verdad. El voto es, entonces, una obligación molesta, una mansa costumbre impuesta que nos autoriza, cada cierto número de años, a elegir nuestra pequeña caterva de dictadorzuelos para dejarlos hacer lo que les plazca con nuestra vida durante el tiempo que dure su mandato... amén, claro, de enriquecerse en el cargo.
Es triste.
Es lo que hay, diría alguno.
Peor era la dictadura se animaría a afirmar, democráticamente, un vecino al tiempo que los demás asienten pero, por lo bajo, piensan: "no tan peor". El anhelo por el orden, la "mano dura", la justicia expeditiva y demás lindezas está a la vuelta de la esquina.
Para todos; para ese viejo caracamán, para la emperingotada maestra, para el locuaz tachero, para mí y hasta para vos... sí, para vos, no me mires con esa cara, que alguna vez también te quejaste de los políticos de m... y mandaste a la p. q. t. p. a piqueteros, sindicalistas o a los vecinos de Nuevo Alberdi que cobraron cinco lucas por las inundaciones.
Pueblo facho, el nuestro, con veleidades socialistas, a veces, pero de un socialismo a la Bellamy, ordenado, limpito, rubio... y dirigido por el mejor de los políticos: ¡uno mismo, faltaba más!
¿Es todo tan así?
¿Carece de solución este amasijo de corrupción, prebendas y trampas electorales?
¿Es la destrucción de todo cuanto hay, empezando por los políticos profesionales, la mejor manera de acabar con el problema... y con los que lo causan?

Los muchachos (y chicas, si las hubiera) del PCR llaman a no votar y seguir (?) en el camino del argentinazo triunfante para, y cito; "imponer un gobierno de unidad popular"

Algunos amigos/as (y otros/as que no lo son tanto) consideran que todo está tan mal que habría que sembrar varias bombas estratégicas (empezando por las sedes de los actores sociales más "reformistas" y los locales electorales) para alcanzar el
casi místico resultado, después de tal paligenesia, de una renovación de la vida pública; no se sabe muy bien de qué manera.

Ciertas gentes, con las que comparto el lugar de trabajo, maldicen despreocupadamente a los políticos, los curas, los sindicalistas y los negros villeros haciendo gala de un ecléctico cinismo para, después, reproducir en pequeño (con sus alumnas y alumnos, por ejemplo) lo mismo que critican.

Yo mismo, last but not least, me conduelo de la existencia de un partido de izquierda al que no me de vergüenza votar... ¡y que al menos sepa redactar un texto!.

Las elecciones, con esa historia tan ignorada de luchas populares detrás, se han vuelto el símbolo y la razón de ser de una democracia con pocas ilusiones y, en el camino, se presentan como la ocasión suprema de exhibir la falta de ideales que caracterizan a estos primeros años del siglo XXI.

Una ilusión desilusionada.

El día sigue gris. La salida parece imposible.
¿Podemos escapar al dilema entre la democracia coja o la dictadura plena?
Tengo la intuición, cada vez más clara, de responder por la afirmativa. Sólo hay que redefinir nuestra noción de democracia... demasiado contaminada con la de otras formas de Estado.
Digo expresamente Estado y no gobierno porque la democracia tal como la concibo es mucho más que una forma de elegir autoridades.
La principal característica de un Estado Democrático es su incompletud, su negación desde el fundamento, de ser una respuesta a todas las demandas del ser humano en sociedad. Las autocracias, las monarquías y las aristocracias, por no hablar de las teocracias, se consideraban a sí mismas emanaciones de un orden cósmico predeterminado; el zar, el soberano, los nobles ejercían su poder por delegación de la mismísima divinidad (no importa mucho si este dios era llamado con otros nombres menos sonoros), eran los dueños del Estado, eran su fundamento último y su sola presencia otorgaba eficacia a los actos. Sin duda hay una gran distancia entre el rey de Francia que curaba a los escrofulosos con su simple toque y los ilustrados duques de Toscana en los comienzos de la Modernidad, pero la ilusión es la misma: hay un ser (o varios) designados para regir nuestra sociedad que encarnan en sí mismos todo el poder y la realidad del Estado (
L'État, c'est moi), estos personajes tienen el poder de cambiar nuestras vidas, de sus decisiones dependen la prosperidad o la miseria, la guerra o la paz, la subisistencia misma de la sociedad.
No ocurre, o no debería ocurrir, lo mismo en la Democracia.
Es menos ambiciosa, es menos totalizadora, es más modesta en sus aspiraciones.
Y sin embargo es completamente revolucionaria en sus consecuencias.
En lugar de uno, dos, tres, cientos de ilustrados gobernantes nos ofrece la magnífica representación de millones de soberanos cada uno de los cuales es, en potencia, el Estado.
No hay reyes con mágicos poderes, no hay dioses que sancionen un decreto por la eternidad, no hay curas milagrosas ni decisiones soberanas que hagan brotar espigas de trigo o caer el rayo vengador sobre la gleba. Nada de eso.
Hay miles de pequeños mandatarios, anónimos, grises, fríos si se quiere, ejerciendo una acotada fracción de poder emanada de millones de voluntades. No hay glamour, claro, pero tampoco tiranía.
Sucede, empero, que por vivir tantos siglos a la sombra de monarcas que pretendían ser dioses (y de un dios que gustaba de presentarse como Rey de Reyes) nos acostumbramos a la magia y creemos en la eficiacia "ex opere operate" del gobernante de turno. Él también, por su parte, se la cree y nos presenta el hecho de elegirlo como la posibilidad cierta de salvación (por eso es tan eficaz el recurso publicitario en la campaña electoral; apunta a nuestros sentimientos de religiosidad atávicos). Abramos los ojos, no hay tal.

La democracia es un sistema estatal donde la voluntad general determina la trayectoria política. Es un estado participativo, en niveles nunca colmados, siempre aspirando a un mayor reparto del poder (y por ende de la riqueza) donde todos y cada uno somos responsables de los actos políticos, donde todos y cada uno hacemos política en cada una de las decisiones cotidianas.


Un camino de libertad.

Ahora, con el camino despejado de inexistentes mesías, podemos contemplar las elecciones de otro modo.
Como una nueva oportunidad. Como un algo, incompleto, cojo si se quiere, pero una posibilidad de cambiar.
¿Cambiar qué? ¿La vida?
Si y no como diría Abelardo (no el de Piluso, claro).
En las elecciones se reafirma la opción por la democracia, aún por esta discapacitada democracia, aún por esta especie de fachada a la que le falta el techo y cuyo piso está cubierto de inmundicia, aún, si querés, por el menos malo de todos los malos posibles.
La elección entonces, para mí y no pretendo (vicio de maestrito diría Juan Karlos) sentar cátedra, el momento en que la democracia ejercita su diástole para usar una figura fisiológica, cuando se relajan por un momento las estructuras que parecen dadas de una vez y para siempre para dejar entrar la sangre, para permitir la oxigenación del músculo cardíaco, para, en fin, renovarse. En la elección volvemos a decirnos, a nosotros mismos, a los demás, a los políticos profesionales sobre todo, que nada es permanente, que todo se puede poner en cuestión, que no existen señores con derechos hereditarios, dueños de vidas y haciendas...
¿Es tan así? ¿es siempre así? ¿es así ahora?
No, por cierto.
La democracia nuestra está mediatizada por partidos, está cooptada por los empresarios (los grandes ausentes a la hora de repartir culpas), está desfigurada por lobbies y camarillas. Es un músculo cardíaco hipertrofiado, para seguir con la figura, pero uno no deja morir al corazón cuando sobreviene un infarto ¿verdad?.

El movimiento siguiente es la acción.
Votar y quedarse sentado esperando que el "representante" haga.
Votar y quejarse sentado de lo que el "representante" hizo o dejó de hacer.
No votar y lamentarse.
No votar y esperar, mágicamente, "que se alcen los oprimidos"
Son todas opciones que niegan el segundo momento de la democracia. Son, en el fondo y aunque provengan de partidos que se digan de izquierda, opciones fascistas... con un discuso parecido accedieron al poder el Führer y el Duce.
Votar y exigir que se cumplan los derechos.
Votar y salir a la calle.
Votar y luchar para abrir la democracia a una mayor participación.
Votar e intentar ser votado para cambiar las cosas.
Son todas opciones que refuerzan la democracia, son sístoles que impiden la esclerosis. Son, de movida, opciones de izquierda. Y son, por lo tanto, las que elijo para mí y para el pedacito de patria en que me toca vivir.

Ante el portal del Instante

No es como lo había imaginado.
No hay demasiado que ver a mi alrededor; sólo el camino seco y polvoriento en la última milla y el horizonte verdeazulado donde se adivinan los árboles que he dejado atrás.
En cuanto a lo que me espera más allá me cabe la ignorancia más absoluta.
El portal es lo que me detiene ahora.
Bajo, macizo, sin gracia. No es el arco que esperaba, no es la grácil puerta plateresca ni el macizo portal del viejo Tiahuanaco. Es un crudo compuesto de mampostería de diversas épocas de mi vida; deslucido en parte, pintado con apresuramiento en otros lugares, graffitis ya indescifrables lo cubren (he usado demasiado de las palabras en mis años), imágenes como restos de arrancados reclamos publicitarios aparecen aquí y allá deshaciéndose caleidoscópicamente.
Es así y no me quejo.
Es mi portal.
Es mi instante.
Es el momento en que debo hacer la Gran Afirmación... y la hago sin saber que habrá después de la siguiente vuelta del camino, y la hago con leves indicios de que todo aquello será, sino mejor, sí aceptable y redimible, y la hago, en fin, con pleno conocimiento de mi fragilidad.
Me atrevo, sin embargo, y lo digo en alta voz:
¡SEA!
Acepto esta vida que me ha sido dada por obra del azar.
Acepto todo cuanto ha traído de bueno y de malo, sin preferencias y sin rencores.
Acepto que cada momento vivido se repita; sin que nada falte: felicidad y dolor, hastío y entusiamo, plenitud y carencia, errores y aciertos.
Yo, que en nada creo, que no espero Cielo ni Infierno, que no soy más que un amasijo de átomos y vacío... me impongo a la aparente banalidad de la Vida y la acepto plenamente, sin ira, con alegría y con danzas.
Y aquí, frente al portal del Instante, soy feliz.


martes, junio 26, 2007

Una teoría acerca de la edad del mundo

El mundo; un grupo de personas de diferentes edades... eso explicaría tantas cosas!







Mi amiga Laura, saludos a ella y a Gabriel, me envió este interesante artículo y no pude resistir la tentación de subirlo... si lo leyeron lo pueden pasar por alto, sino; es imperdible!!!!

Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más
joven. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la
edad de los países basándome en el "sistema perro".


Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro era joven o viejo
había que multiplicar su edad biológica por 7. En el caso de los países hay
que dividir su edad histórica por 14 para saber su correspondencia
humana. ¿Confuso?


En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores:


Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo dividimos
por 14, Argentina tiene "humanamente" alrededor de 13 años y medio, o
sea, está en la edad del pavo.


Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de
acné (¿será por eso que le dicen el granero del mundo?)


Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa
siempre en esos casos, forman pandillas.


La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de
rock. Ensayan en un garaje, hacen mucho ruido y jamás han sacado un disco.


Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse a ellos para hacer
los coros. En realidad, como la mayoría de las chicas de su edad, quiere
tener sexo, en este caso con Brasil, que tiene 14 años y el miembro grande.

Argentina y sus amigos...

México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso se ríe
poco y no fuma ni un inofensivo porro, como el resto de sus amiguitos, sino
que mastica peyote, y se junta con Estados Unidos, un retrasado mental de
17, que se dedica a atacar a los chicos hambrientos de 6 añitos en otros
continentes.


En el otro extremo está la China milenaria.
Si dividimos sus 1.200 años por
14 obtenemos una señora de 85, conservadora, con olor a pipí de gato, que
se la pasa comiendo arroz porque no tiene -por ahora- para comprarse una
dentadura postiza. La China tiene un nieto de 8 años, Taiwán, que le hace la
vida imposible.


Está divorciada desde hace rato de Japón, un viejo cascarrabias, que se
juntó con Filipinas, una jovencita pendeja, que siempre está dispuesta a
cualquier aberración a cambio de dinero.


Después, están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen
a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá, típicos
países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y mamá Francia, con una
educación estricta y concheta, y que ahora se hacen los locos. Australia es
una pendeja de poco más de 18 años, que hace topless y tiene sexo con
Sudáfrica; mientras que Canadá es un chico gay emancipado, que en cualquier
momento adopta al bebé Groenlandia para formar una de esas familias
alternativas que están de moda.


Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy
respetada en el ámbito profesional. Tiene un hijo de apenas 6 años: Mónaco,
que va camino de ser puto o bailarín... o ambas cosas. Es amante esporádica
de Alemania, camionero rico que está casado con Austria, que sabe que es
cornuda, pero no le importa.


Italia es viuda desde hace mucho tiempo. Vive cuidando a San Marino y al
Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mellizos de los
Flanders (ver Los Simpsons). Estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron a Suiza), pero ahora no quiere saber nada con los hombres.


A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica: abogada, independiente,
que usa pantalón y habla de política de tú a tú con los hombres (Bélgica
también fantasea a veces con saber preparar spaghettis).


España es la mujer más linda de Europa
(posiblemente Francia le haga
sombra, pero pierde espontaneidad por usar tanto perfume). Anda mucho en
tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja follar por
Inglaterra y después hace la denuncia.


España tiene hijos por todas partes (casi todos de 13 años), que viven
lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que, cuando tienen hambre, pasen
una temporada en su casa y le abran la nevera.


Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Sale en barco por la
noche, se tira a las pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en
alguna parte del mundo. Pero no se desentiende de ella. En general las
islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e
Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de arriba, se
pasan la vida borrachos y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la
vergüenza de la familia.


Suecia y Noruega
son dos lesbianas de casi 40 años, que están buenas de cuerpo, a pesar de la edad, pero no le dan bola a nadie. Cojen y trabajan, pues son licenciadas en algo. A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro); otras, le histeriquean a Finlandia, que es un tipo medio andrógino de 30 años, que vive solo en un ático sin amueblar y se la pasa hablando por el móvil con Corea. Corea (la del sur) vive pendiente de su
hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico
cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando
pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa.


Estados Unidos,
el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque le quiere quitar sus pistolas.

Israel es un intelectual de 62 años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, Alemania, el camionero, no lo vio y se lo llevó por delante. Desde ese día Israel se puso como loco.
Ahora, en vez de leer libros, se lo pasa en la terraza tirándole piedras a
Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.


Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los
repuestos, hasta que un día le robaron un repuesto a la motoneta de Estados
Unidos y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.


El mundo estaba bien así, hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con
la Perestroika y tuvieron como docena y media de hijos. Todos raros,
algunos mongólicos, otros esquizofrénicos.


Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los
habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama
Kabardino-Balkharia. Un país con bandera
, presidente, himno, flora,
fauna...y ¡hasta gente!


A mí me da un poco de miedo que aparezcan países de corta edad, así, de
repente. Que nos enteremos de costado y que, incluso, tengamos que poner
cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes. Y yo me pregunto:
¿Por qué siguen naciendo países, si los que hay todavía no funcionan?

viernes, junio 22, 2007

Ubi dubium ibi libertas

Donde haya dudas, libertad.
La frase, latinajo, no procede de algún liberal a ultranza o de sectores vinculados al escepticismo; por el contrario.
Quizás sorprenda, pero es una expresión de la teología católica más linajuda; nada menos que San Agustín fue, o dicen que fue, su autor.

Los guardianes de la fe que desconocen lo que cuidan.

Es que, en estos tiempos de chatura intelectual (nunca tuvimos tanta investigación y más que nunca esa investigación queda fuera de cualquier discusión cotidiana) se dicen y escriben muchas cosas desde la desinformación más absoluta.
El periodismo, gracias en nombre de la familia, es uno de los responsables de esta banalización permanente y aunque no es la intención de esta columna el echar culpas sí se permite recomendar a la amable lectora y al gentil lector que desconfíen, por principio, de las tajantes afirmaciones de los periodistas, tanto más si son formadores de opinión, con extremo cuidado si conducen un programa mañanero por la radio, del todo si hablan de temas de los que nada saben.
Como de historia.
O de religión.
Aunque hay que agregar a este espectro de desinformados descuidados también a muchos que andan por ahí de voceros. En el caso de la religión curas, obispos y papas incluidos.
Uno, que alguna vez chapoteó en los resbaladizos terrenos de la teología católica, no puede menos que sonreir conmiserativamente al leer o escuchar las barbaridades que dicen, desde el punto de vista teológico, copetudos representantes de la religión.
Es que el hecho de poseer una ordenación eclesiástico no implica, de por sí, saber mucho de teología y, desde que muchos laicos se acercaron a esta disciplina, ser teólogo o teóloga no es privilegio exclusivo de los "cuervos". Mucho más sabe Hans Küng, un laico católico alemán, de teología que la mayor parte de nuestros obispos argentinos.
Hay muchos que defienden una doctrina que desconocen y llegan hasta el punto de asumir como esenciales posturas que, en el mejor de los casos, son sólo de una parte de su institución.
Esto viene al caso porque se suele decir, y repetir hasta el hartazgo, que la Iglesia Católica está contra el aborto y que defiende la sacralidad de la vida desde la concepción misma. Y que ha sido así desde siempre, haciendo de esta supuesta "doctrina" una verdadera piedra de toque para, como sucedió recientemente en México, excomulgar a los legisladores que aprobaran una ley acerca de la interrupción del embarazo (uno se pregunta porque no excolmulga a los traficantes de armas, o a los dictadores... pero dejémoslo por ahora). Cruzadas por la vida, día del niño por nacer, alianzas estratégicas con los sectores más reaccionarios, todo parece valer para esta lucha que la Santa Madre mantiene contra los que se complace en llamar asesinos abortistas.
Se podría pensar que hay cosas que la Iglesia no negocia.
Se podría creer que su propia doctrina está implicada en este debate.
Se podría inferir que la condena del aborto es propia de la Iglesia desde la antigüedad.
Y se estaría, en todos los casos, más que equivocado.

Un paseo por la Historia.
San Antonino de Florencia se llama el personaje de la imagen. Puede que sorprenda a algunos, pero este hombre, hoy santo, estaba a favor de la libertad de elección; es decir de de acuerdo con practicar un aborto temprano en el caso en que la vida de la madre estuviese en peligro. Se manifestaba, por lo demás, de acuerdo con la medicina de su propio tiempo, el siglo XV, y con una antigua tradición eclesiástica.

La Biblia no condena el aborto. En el libro del Éxodo se limita a fijar la pena pecuniaria por el aborto a consecuencia de una golpiza ¡y la fija en menos del valor de un ser humano!. La supuesta palabra divina no consideraba, entonces, al feto como equivalente a una persona.

Durante casi quince siglos la Iglesia no habla del tema, incidentalmente Tertuliano (siglo III) se refiere a un tipo de aborto (el practicado como emergencia) "crueldad necesaria", pero apenas hay otras opiniones.
La gran pelea en esos años es el infanticidio y las congregaciones religiosas se esfuerzan, con dudoso éxito, en su erradicación. Se fomenta la entrega de los hijos no deseados en adopción pero, en el contexto europeo medieval de endémica pobreza, muchos niños y niñas "expuestos" mueren en muy poco tiempo (si viste la película El Perfume sabrás a que me refiero).
Los teólogos debaten, en estos años, acerca del momento en que un feto es plenamente un ser humano; en sus términos, acerca de cuando recibe el alma. El consenso lo situaba entre los tres y los cinco meses. Preguntado San Agustín acerca de si los fetos abortados participarían de la Resurrección dijo tajantemente que no ya gregó que tampoco se levantaría para resucitar todo el esperma derramado durante la Historia (¡menos mal!).
La postura tradicional de la Iglesia en todo este tiempo, pese a la escasez de textos, parece ser que el aborto dentro de los primeros meses de embarazo no constituye un asesinato.
Las únicas condenas al aborto en los tiempos medievales corresponden a casos de brujería o a ideas equivocadas respecto del desarrollo del embrión... muchos creían que el esperma contenia pequeños "hombrecillos" (homunculi) que se desarrollarían en la fertilidad del vientre materno; de ahí la pregunta a Agustín: ¿era asesinato la masturbación?
A partir de la irrupción de la modernidad ¿cambió algo esta postura?
El jesuita Thomas Sánchez escribió, en el siglo XVII, que todos los teólogos contemporáneos estaban de acuerdo en considerar lícito el aborto efectudo para salvar la vida de la madre.El Vaticano, en 1869, respondía a la misma cuestión omitiendo pronunicarse al respecto y considerando que competía a los teólogos dirimir el asunto.
Más tarde, en 1962; Karl Rahner (ningún desconocido ni marginal en el campo de la reflexión cristiana) decía: "No se puede interpretar a través de las definiciones dogmáticas de la Iglesia que asumir que el salto a persona-espíritu ocurre sólo durante el transcurso del desarrollo del embrión, sea contrario a la fe. Ningún teólogo proclamaría la habilidad de probar que la interrupción intencional del embarazo [aborto] es en cada caso el asesinato de un ser humano."

Fue en los años 30 del presente siglo cuando la Iglesia, jaqueada por una modernidad que no comprendía, comenzó su cruzada por una sexualidad más represiva y un orden familiar inconmovible. Así el papa Pio IX en la encíclica Casti Connubii se volvía contra una tradición de siglos al afirmar perentoriamente que
que la anticoncepción y la esterilización atentaban contra la naturaleza y el aborto, contra la vida. Antes no era visto de este modo y, ciertamente, no todos los católicos (lo que se llama el Sensus Fidelium) lo considera así actualmente.

Durante los últimos años la Iglesia, Concilio Vaticano II mediante, se ha atrevido a modificar estas visiones victorianas, y abrirse, tímidamente y con cierto retroceso en la década pasada, a nuevas posturas acerca de los derechos humanos, la mujer y la sexualidad. Sin embargo en este aspecto, que considera demasiado sensible, se aferra a concepciones no sólo represivas, sino incluso a contramano de su propia tradición. ¿Por qué?

Realmente no tengo respuesta a esta pregunta, pero es cierto que la postura que asume el Vaticano y algunos seguidores incapaces de pensar por sí mismos, no es en modo alguno la única posible dentro de la tradición católica. Invito, pues, a los católicos que accedan a esta información que la difundan, que tomen protagonismo y que, si en verdad aman y respetan su fe, la defiendan incluso de aquellos que dicen protegerla.

Más datos al respecto en:La Actitud Católica Moderada respecto a la Anticoncepción y el Aborto (http://www.religiousconsultation.org/Spanish_translation.htm)

jueves, junio 21, 2007

Trampa para el ojo (si lo preferís en francés: trompe l'oeil)



El tipo pasea por las calles de París.
De pronto se detiene, sorprendido. Allí adelante están violando la ley.
No se trata, descubre, de delincuentes y el único "crimen" que se comete es contra la cordura que, en nuestro mundo, parece ser el bien más escaso. La naturaleza se altera y la física se desacata, un travieso surrealismo parece haberse apoderado de esta esquina de la Rue George V...
¿Qué le ha sucedido a esta señorial mansión?
¿Ha sido atacada por el desquiciado espíritu del Barón Hausmann?
¿Reside algún Dalí en sus inmediaciones?

Nada de eso.
El edificio, que fue sede de la Cruz Roja, había sido adquirido por una compañía financiera y estaba en proceso de remodelación... pero la "rue" en cuestión es un sitio muy pituco de París y no era cuestión de tapar los andamios con una media sombra al estilo "Peatonal Córdoba en visperas de elecciones". ¿Qué hacer, pues?.
Con la tranquilidad de quienes tienen algunas cuestiones más básicas ya resueltas, la companía en cuestión pidió a una empresa publicitaria (Athem, una de las "tops" parisinas) que diseñara ocho grandes telas para cubrir con ellas los 2500 metros cuadrados de la fachada.
Pierre Delavie (¿que otro nombre sino?) fue el encargado de ejecutar la efímera obra para lo cual utilizó una técnica pictórica que juega con la perspectiva y recibe el nombre, ya internacionalizado, de trompe l'oeil; en un neologismo que no me pertenece: trampaojo.
El escultor Frédéric Beaudoin fue quien, a su vez, trabajó en poliestireno imitaciones de las mansardas y cornisas para, jugando con el efecto, colgar los enormes tapices que, por unosmomentos, engañan al ojo haciéndole creer que vive un sueño en los barrios elegantes de París.
Las tramposas telas serán retiradas, si no lo han sido ya, cuando la financiera Blee
ker comience sus operaciones en el edificio reciclado; desde ese momento no habrá que temer más asaltos a la razón o engaños al ojo... aunque, claro, habrá que estar atentos a la trompe le poche!

Se agradece la inestimable ayuda de la srita S.B. en la traducción de los artículos originales.

martes, junio 19, 2007

Breves...2: De libros




Tres libros le bastaron, a Amr Ar Rashid, para exponer sus doctrinas impías.
Un libro le bastó, al juez, para condenarlo.
Esa noche, en el Reino de los Cielos, Amr Ar Rashid recibió, como compensación, una entera biblioteca.

domingo, junio 17, 2007

Una historia perfecta... ¿por qué tiene esa medida la trocha del ferrocarril?

He aquí una de esas historias que explican todo, que nos dejan con una inexplicable sensación de orden en el Universo y nos hacen sentir, sólo por saberla, perspicaces.
Como no quiero que se queden sin gozar de ese simple placer, aún los tres que leen este blog, se las acerco aquí.

El ancho de vía (trocha) de los ferrocarriles yanquis es de 4 pies y 8 1/2 pulgadas (más o menos 1,42 m). Un número extraño, no digan que no... pero todo tiene un motivo.
Verán.
Las vías de los primeros ferrocarriles norteamericanos fueron construidas por ingenieros ingleses, y estos usaban, como trocha, esta medida. ¿Por qué?, porque los primeros ferrocarriles fueron diseñados por las mismas personas que habían construido los tranvías a caballo y usaban este ancho entre las ruedas.
¡Claro que quieren saber el motivo!
Pues bien, los constructores de tranvías usaban las plantillas utilizadas en la fabricación de carruajes, en ellas el ancho era de 4 pies y 8 1/2 pulgadas.
¿Y esto por qué causa?
Porque de otro modo no hubiesen podido usar los viejos caminos ingleses que tenían este mismo ancho entre las banquinas...
Se preguntarán: ¿quienes construyeron los primeros caminos ingleses con ese ancho?
Pues los romanos; ya que esas eran las especificaciones para un carro de guerra romano: 4 pies y 8 1/2 pulgadas entre rueda y rueda. Esta medida era el promedio obtenido, por observación, del ancho de dos traseros de caballos.
Hay más aún.
Todos ustedes habrán visto los cohetes laterales del transbordador espacial. Éstos fueron construidos por una empresa del estado de Utah y los ingenieros querían hacerlos más anchos, no obstante, los SRB
(Solid Rocket Boosters, que así se llaman) deben ser transportados por ferrocarril y atravesar túneles apenas más anchos que la trocha; motivo por el cual hubo que respetar esas medidas y diseñarlos de manera que cupiesen en un vagón plataforma estándar. De manera que las caracteristicas de los impulsores de uno de los sistemas de transporte más modernos del mundo fueron determinadas... ¡por el ancho del trasero de dos caballos!


¡¡¡¡Hermosa historia!!!!

Es como las de aquel programa del Discovery Channel, Conexiones, ¿recuerdan?
Circula por Internet desde, al menos, siete años... la leí, incluso, en sitios dedicados a la astronáutica.

Y es más falsa que ancho de copas!

No es que sea una flagrante mentira; es cierto que los primeros trenes copiaron a los carruajes anteriores (pero existen al menos siete medidas diferentes de trocha, en Argentina usamos tres sin contar "la trochita" de Jacobacci), pero es incorrecto que los romanos usaran carros de guerra para otra cosa que no fueran carreras y desfiles, y, por lo tanto, que todos sus caminos tuviesen la misma medida.
Por supuesto tampoco es verdad que los propulsores del transbordador hayan sido diseñados teniendo en cuenta hipotéticos túneles ferroviarios; ¿alguien vio túneles de 1, 40 m de ancho...?

Una combinación de obviedades, datos falsos y extrapolaciones sin fundamento configuran una plausible explicación, es una lástima que sea incorrecta pero, como dijo alguien, "si tu teoría es verosímil, no te dejes engañar por los hechos"

viernes, junio 15, 2007

Breves... 1: Dioses


Él llegó, cansado, a la casa.
Preparó la cena.
Ella vino, en silencio, apenas unos minutos más tarde.
Comieron.
Hablaron con generosidad y sin reproches.
La luna se escondió detrás de los árboles bajos.
Ella se dejó caer en la cama.
Él apagó las luces y se tendió junto a la mujer.
Se amaron.
Fueron dioses esa madrugada.

domingo, junio 10, 2007

Un poema de Rafael de León (Profecía, fragmentos)



Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hace un mes
y me quedé tan tranquilo.
Otro cualquiera en mi caso,
se hubiera echado a llorar,
yo, cruzándome de brazos
dije que me daba igual.
Nada de pegarme un tiro
ni liarme a maldiciones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.
¿Que te has casado? ¡Buena suerte!
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte,
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi madre
que no te guardo rencor.
Porque sin ser tu marido,
ni tu novio, ni tu amante,
yo fui quien más te ha querido,
con eso tengo bastante.



Mas como es rico tu dueño,
te vendo esta profecía:
tú, por la noche, entre sueños
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que mi boca te besó
y te llamarás «¡cobarde!»
como te lo llamo yo.

Pensarás: «no es cierto no,
yo sé que lo estoy soñando»;

pero allá en la madrugada
te despertarás llorando,
por el que no es tu marido,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querido.
Con eso tengo bastante.

sábado, junio 09, 2007

La historia de Edgardo

Conocí a Edgardo en mi trabajo.
Sería exagerado decir que éramos amigos, especialmente porque no sé si Edgardo tenía alguno.
Un tipo raro, callado hasta la introversión.
Si algoi recuerdo de él, más allá del relato que cito más abajo, son sus inexplicables silencios.
Tipo amigo de lecturas; no puedo evitar asociar su imagen con la de algún libro, invariablemente poco común, y nunca el mismo, que llevaba a todos lados.

Estaba casado, hasta donde sabía, y parecía feliz con su esposa; Dafne y sus dos hijos.

Aquel día, el único en que realmente estuve cerca de él, nos habíamos reunido en una parrilla para despedir el año.
Recuerdo que participó con entusiasmo poco habitual en la algarabía general. Cantó en el karaoke (bastante torpemente por cierto), bailó y creo que tomó de más...

Lo llevé en el auto con otros compañeros.
Faltaban ya pocas cuadras para llegar a su casa cuando, no sé muy bien por qué, decidió sincerarse conmigo.
Escuché en silencio su relato, él no pretendía más, y luego sin decir una palabra lo alcancé hasta el pequeño departamento donde vivía.
Después de las vacaciones lo busqué en vano, nunca más volví a saber de él.

Esto es lo que me contó:

Como sabrás me separé hace cosa de un año.
Es una situación nueva para mí, algo que creí que jamás iba a vivir.
Pero en fin, aquí estoy y he, hasta hoy, sobrevivido.

Amo a Dafne, no puedo decir mi ex, no me sale, más que a nada en el mundo.
A Dafne y a mis hijos, por supuesto. Uno no descubre lo pleno y feliz que es hasta que lo pierde.

Con ella nos conocimos de jóvenes.
Dos torpes enamorados, aprendimos juntos a recorrer la vida.
Ella era dulce, callada, modesta como una violeta y pura como el primer hálito del mundo. Sencilla, compañera y, por momentos, se perdía en sus intesos paisajes interiores.
Yo era fogoso y osado, tímido ante lo desconocido y soñador de utopías sociales. Complicado, hablador, siempre huía de mi mismo.

Descubrimos, lado a lado, lo complejo que era el mundo.
Yo soñaba demasiado.
Ella callaba con frecuencia.

Siempre estuvo a mi lado, en mis iras y en mis angustias. Silenciosa y presente, tanto que era fácil para mí olvidar que estaba allí.

Siempre la acompañé. Atendía sus menores deseos; la insinuación de un vestido bastaba para que se lo regalase, flores por que sí y sin esperarlas, canciones susurradas al teléfono, versos torpes y apasionados, los platos limpios y la comida a punto: mi corazón entregado por entero y ella, mi Dafne, única divinidad de mi solitario culto.

Yo seguía soñando.
Ella seguía a mi lado.

Construimos una pequeña casa. Tuvimos hijos. Fuimos mirados y hasta, por algunas parejas amigas, admirados.

Un día fue la rutina.
Otro día fue mi cada vez más asidua ira, mi frustración y mi violencia artera.
Soltaba su mano en gestos de generosidad, pero me asaltaba el temor y la aferraba nuevamente; tan fuerte que la lastimaba.

Con el tiempo intentamos caminos poco trillados que fueron desastrosos para nosotros.

Quise que ella eligiese, ella lo hizo, pero no a mí.

Mis flores, mis poemas, mis atenciones, mis aniversarios puntualmente recordados, mi corazón no valieron nada ante el desamor que la había ganado y ante un rostro, vulgar pero mucho más simple que el mío, que empezaba a ocupar sus tardes.


Cuando supe que ya no me amaba quise luchar contra ello; me equivoqué una vez más y luché contra Dafne... sólo conseguí alejarla.

Una mañana decidimos separarnos.

Ella siguió sola, con los chicos, con la promesa de un nuevo amor, con su trabajo y sus llantos en la noche.

Yo seguí solo, con visitas de cuando en cuando, con la fantasía de una mujer demasiado buena para mí, con mi trabajo y con mis sueños fragmentados.

No volvimos nunca a estar juntos.

De ella no puedo hablar, cada vez que la veo está más silenciosa.

De mi puedo decir que me volví duro y cruel. Que dejé ir lo que podría haber sido mi nuevo amor. Que jamás volveré a reír, excepto en noches como esta, cuando rompo ese espejo que me tortura todas las mañanas mostrándome las marcas de mi soledad.

lunes, junio 04, 2007

A propósito de chistes, cinismo y política (casi una prédica)


Un chiste, idéntico a los que recibía acerca de De la Rúa, a los que reenviaba de Menem, a los que circulaban, con el nombre que quisieras, de cualquier político en cualquier, o casi, lugar del mundo...


Un gesto resignado, un comentario a medias cínico, a medias desesperanzado...

Un indignado análisis de café: "mirá como votaron estos p......... de XXXX, ahora que no se quejen"

Uno, cuatro, diez, cientos de variantes, en uno, tres, doce, centenas de países, territorios, dependencias, Estados Libres Asociados y demás.

Y me pongo a pesar en esta risa casi crispada de frustración.


Nos reímos de la corrupción de los políticos, así en bloque, nos mandamos ingeniosos mails o sms con "el último de…", nos quejamos de que todos son iguales. Y volvemos a nuestro trabajo, al día a día, a la ilusión de nuestro pequeño paraíso privado.

Cada tanto, como sucedió en la Argentina del 2001, nos indignamos. Llamamos al voto en blanco, o a Clemente ¿te acordás?, salimos a la calle en explosiones espasmódicas, gritamos (a veces con ambivalentes cacerolas en mano) "que se vayan todos", manifestamos con colores diversos (naranja, rosa, negro, verde...), nos ilusionamos con el cambio a la vuelta de la esquina.

Después...

Después nada, a seguir con la rutina.

Al trabajo, al estudio, a los menesteres de "ciudadanos privados", a la tele o a la compu…

Nada de eso está mal, por supuesto, pero todo eso colabora a que todo siga igual.

En una sociedad democrática hay una palabra que es clave, y sin la cual ella se vacía de sentido; esa palabra, lo habrás adivinado, es

participación

así, con minúscula, adrede, sin falsos protagonismos, apenas destacada en negrita

Votar cada cuatro (o cinco, o seis, o aun cada año) no es más que un triste remedo de democracia, un simulacro, un gesto arcaico de cuando nuestros “abuelos” del Tercer Estado se alzaron en armas, un reclamo de los primeros días del socialismo, un principio, valioso sí, pero sólo el inicio.

La democracia es participar en la vida política de manera cotidiana, asidua, insistente, casi.

¿Da trabajo?; claro.

¿Es incómoda?; un poco.

¿Es necesaria?; tal vez no, sobre todo si nos resignamos a elegir a un grupo de tipejos (y tipejas, porque en cuestión de género las mujeres no han sido tan diferentes como algunos queríamos creer, sino mirála a la Condoleza) para que hagan, en nuestro nombre, tremendas barbaridades, y depositemos en ellos, chivos emisarios de lujo, nuestras frustraciones… cosa que harán con gusto además…

Ojo, no postulo que nos convirtamos todos en políticos, si por tal entendemos alguien que hace de ello su profesión, no proclamo la necesidad de asambleas permanentes, ni soviets, ni mucho menos tribunales populares (¡aunque estaría bueno en algunos caso, no me lo niegues, che!). Mi propuesta es mucho más simple, mi reclamo de participación es modesto, minimalista si se quiere, sinérgico, si preferís que me exprese en términos de la ochentista Uno Mismo.

Participar.

En el club, en la vecinal, en la cooperadora escolar, en la parroquia o el culto si uno es religioso.

En las reuniones de copropietarios, en las asociaciones profesionales, en los sindicatos, en las movilizaciones, en la recogida de firmas o en el grupo ecologista de la zona.

En el partido que más coincida con nuestra visión de las cosas, aun si es un grupúsculo testimonial, en los debates y hasta en los foros de Internet.

No importa si se es de derecha, (rara avis en lo que a participación se refiere, pero todo es posible) de izquierda, verde, de centro, saduceo o anarquista.

No importa si nuestra voz suena débil, si nos sabemos balbuceantes, si no tenemos claro conocimiento de los mecanismos del poder.

No importa si la propaganda del cinismo, desmovilizadora en sí misma, nos dice que todo “se cocina” en los despachos oficiales. No importan las imágenes, repetidas hasta la saciedad por periodistas dizque “comprometidos” o por miniseries “realistas”, mostrando la, quizás, verdadera cara de la política; escondida en componendas y traiciones.

No importa porque, a riesgo de parecer ingenuo, creo firmemente que

Ø cada voz que se alza es

· un poco de poder que se recupera,

· un motivo menos para que “los que mandan” aleguen nuestro consentimiento,

· un pedacito de soberanía que recuperamos,

· un ejercicio de democracia que, no por despreciado, deja de tener su efecto.

Y porque, en todo caso, cuando no hacemos nada somos, al menos, cómplices de aquellos que pretenden erigirse en dueños de nuestras voluntades.